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ZACARÍAS
Llamamiento a volver a Jehová
(Zac 1:1) En el octavo
mes del año
segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta
Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:
(Zac 1:2) Se enojó Jehová en gran manera contra sus [de ustedes] padres.
(Zac 1:3) Diles, pues: Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: Vuelvan a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo
me volveré a ustedes, ha dicho Jehová de los ejércitos.
(Zac 1:4) No sean como sus [de ustedes] padres, a los cuales clamaron los primeros profetas,
diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Vuelvan ahora de sus [de ustedes] malos caminos y de sus [de ustedes] malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.
(Zac 1:5) Sus [de ustedes]
padres, ¿dónde están? y los profetas,
¿han de vivir para siempre?
(Zac 1:6) Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis esclavos [siervos, sirvientes] los profetas, ¿no alcanzaron a sus [de
ustedes] padres? Por eso volvieron ellos y dijeron: Como Jehová de los ejércitos pensó tratarnos conforme
a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros.
La visión de los caballos
(Zac 1:7) A los veinticuatro
días del mes undécimo, que es el mes de Sebat,
en el año segundo
de Darío, vino palabra de Jehová al profeta
Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:
(Zac 1:8) Vi de noche, y he
aquí un varón que cabalgaba sobre un caballo alazán, el cual estaba entre los
mirtos que había en la hondura; y detrás de él había caballos alazanes, overos
y blancos.
(Zac 1:9) Entonces dije: ¿Qué
son éstos, señor mío? Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Yo te enseñaré lo
que son éstos.
(Zac 1:10) Y aquel varón que estaba entre los mirtos respondió y dijo: Estos son los que Jehová ha enviado a
recorrer la tierra.
(Zac 1:11) Y ellos hablaron a
aquel ángel de Jehová que estaba entre los mirtos, y dijeron: Hemos recorrido
la tierra, y he aquí toda la tierra está reposada y quieta.
(Zac 1:12) Respondió el ángel
de Jehová y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad
de Jerusalén, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por
espacio de setenta años?
(Zac 1:13) Y Jehová respondió
buenas palabras, palabras consoladoras, al ángel que hablaba conmigo.
(Zac 1:14) Y me dijo el ángel
que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé
con gran celo a Jerusalén y a Sion.
(Zac 1:15) Y estoy muy airado
contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un
poco, ellos agravaron el mal.
(Zac 1:16) Por tanto, así ha dicho
Jehová: Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi
casa, dice Jehová de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén.
(Zac 1:17) Clama aún, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades
con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sion, y escogerá todavía a
Jerusalén.
Visión de los cuernos y los
carpinteros
(Zac 1:18) Después alcé mis
ojos y miré, y he aquí cuatro cuernos.
(Zac 1:19) Y dije al ángel que
hablaba conmigo: ¿Qué son éstos? Y me respondió: Estos son los cuernos que
dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
(Zac 1:20) Me mostró luego
Jehová cuatro carpinteros.
(Zac 1:21) Y yo dije: ¿Qué
vienen éstos a hacer? Y me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que
dispersaron a Judá, tanto que «ninguno»* alzó su cabeza;
mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las
naciones que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla.
Llamamiento a los cautivos
(Zac 2:1) Alcé después mis
ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir.
(Zac 2:2) Y le dije: ¿A dónde
vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y
cuánta su longitud.
(Zac 2:3) Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y
otro ángel le salió al encuentro,
(Zac 2:4) y le dijo: Corre,
habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la
multitud de hombres y de ganado en medio de ella.
(Zac 2:5) Yo seré para ella,
dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.
(Zac 2:6) Eh, eh, huyan de la
tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos los
esparcí, dice Jehová.
(Zac 2:7) Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia,
escápate.
(Zac 2:8) Porque así ha dicho
Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que les
despojaron; porque el que les toca, toca a la niña de su ojo.
(Zac 2:9) Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus esclavos
[siervos, sirvientes], y
sabrán que Jehová de los ejércitos me envió.
(Zac 2:10) Canta y alégrate,
hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová.
(Zac 2:11) Y se unirán muchas
naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti;
y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti.
(Zac 2:12) Y Jehová poseerá a
Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén.
(Zac 2:13) Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha
levantado de su santa morada.
Visión del sumo sacerdote Josué
(Zac 3:1) Me mostró al sumo
sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para
acusarle.
(Zac 3:2) Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén
te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?
(Zac 3:3) Y Josué estaba
vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel.
(Zac 3:4) Y habló el ángel, y
mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quítenle esas vestiduras
viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho
vestir de ropas de gala.
(Zac 3:5) Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza.
Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie.
(Zac 3:6) Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo:
(Zac 3:7) Así dice Jehová de
los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si cumplieres [guardares, conservares] mi ordenanza, también
tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí
están te daré lugar.
(Zac 3:8) Escucha pues, ahora,
Josué sumo sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son
varones simbólicos. He aquí, yo traigo a mi esclavo [siervo, sirviente] el Renuevo.
(Zac 3:9) Porque he aquí aquella piedra que puse delante de
Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí yo grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el
pecado de la tierra en un día.
(Zac 3:10) En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, «cada uno»* de
ustedes convidará a su compañero, debajo de su
vid y debajo de su higuera.
El candelabro de oro y los cautivos
(Zac 4:1) Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó,
como un hombre que es despertado de su sueño.
(Zac 4:2) Y me dijo: ¿Qué ves?
Y respondí: He visto, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito
encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las
lámparas que están encima de él;
(Zac 4:3) Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del
depósito, y el otro a su izquierda.
(Zac 4:4) Proseguí y hablé,
diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?
(Zac 4:5) Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor
mío.
(Zac 4:6) Entonces respondió y
me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con
ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu,
ha dicho Jehová de los ejércitos.
(Zac 4:7) ¿Quién eres tú, oh
gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera
piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.
(Zac 4:8) Vino palabra de
Jehová a mí, diciendo:
(Zac 4:9) Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta
casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a ustedes.
(Zac 4:10) Porque los que despreciaron
el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de
Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra.
(Zac 4:11) Hablé más, y le
dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su
izquierda?
(Zac 4:12) Hablé aún de nuevo,
y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de
oro vierten de sí aceite como oro?
(Zac 4:13) Y me respondió
diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.
(Zac 4:14) Y él dijo: Estos son
los dos ungidos que están delante del Señor de toda la
tierra.
El rollo volante
(Zac 5:1) De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí un rollo
que volaba.
(Zac 5:2) Y me dijo: ¿Qué ves?
Y respondí: Veo un rollo que vuela, de veinte codos de largo, y diez codos de
ancho.
(Zac 5:3) Entonces me dijo:
Esta es la maldición que sale sobre la superficie [faz] de toda la tierra; porque todo aquel que
hurta [roba]
(como está de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura
falsamente (como está del otro lado del rollo) será destruido.
(Zac 5:4) Yo la he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos,
y vendrá a la casa del ladrón, y a la casa del que jura falsamente en mi
nombre; y permanecerá en medio de su casa y la consumirá, con sus maderas y sus
piedras.
La mujer en la efa
(Zac 5:5) Y salió aquel ángel que hablaba conmigo, y me dijo: Alza ahora tus ojos, y mira qué es esto que
sale.
(Zac 5:6) Y dije: ¿Qué es? Y
él dijo: Este es un efa que sale. Además dijo: Esta es la iniquidad [gran maldad e
injusticia] de ellos en toda la tierra.
(Zac 5:7) Y he aquí, levantaron la tapa de plomo, y una mujer
estaba sentada en medio de aquel efa.
(Zac 5:8) Y él dijo: Esta es
la Maldad; y la echó dentro del efa, y echó la masa de plomo en la boca del
efa.
(Zac 5:9) Alcé luego mis ojos,
y miré, y he aquí dos mujeres que salían, y traían viento en sus alas, y tenían
alas como de cigüeña, y alzaron el efa entre la tierra y los cielos.
(Zac 5:10) Dije al ángel que
hablaba conmigo: ¿A dónde llevan el efa?
(Zac 5:11) Y él me respondió:
Para que le sea edificada casa en tierra de Sinar; y cuando esté preparada lo
pondrán sobre su base.
Los cuatro carros
(Zac 6:1) De nuevo alcé mis
ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes; y aquellos
montes eran de bronce.
(Zac 6:2) En el primer carro había caballos alazanes, en el
segundo carro caballos negros,
(Zac 6:3) en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto
carro caballos overos rucios rodados.
(Zac 6:4) Respondí entonces y
dije al ángel que hablaba conmigo: Señor mío, ¿qué es esto?
(Zac 6:5) Y el ángel me respondió
y me dijo: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen después de
presentarse delante del Señor de toda la tierra.
(Zac 6:6) El carro con los
caballos negros salía hacia la tierra del norte, y los blancos salieron tras
ellos, y los overos salieron hacia la tierra del sur.
(Zac 6:7) Y los alazanes salieron
y se afanaron por ir a recorrer la tierra. Y dijo: vayan, recorran la tierra. Y
recorrieron la tierra.
(Zac 6:8) Luego me llamó, y me habló
diciendo: Mira, los que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Espíritu en la tierra del norte.
Coronación simbólica de Josué
(Zac 6:9) Vino a mí palabra de
Jehová, diciendo:
(Zac 6:10) Toma de los del cautiverio a Heldai, a Tobías y a
Jedaías, los cuales volvieron de Babilonia; e irás tú en aquel día, y entrarás
en casa de Josías hijo de Sofonías.
(Zac 6:11) Tomarás, pues, plata
y oro, y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué,
hijo de Josadac.
(Zac 6:12) Y le hablarás,
diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón
cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová.
(Zac 6:13) El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en
su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos.
(Zac 6:14) Las coronas servirán
a Helem, a Tobías, a Jedaías y a Hen hijo de Sofonías, como memoria en el templo de Jehová.
(Zac 6:15) Y los que están lejos vendrán y ayudarán a edificar
el templo de Jehová, y conocerán que Jehová de
los ejércitos me ha enviado a ustedes. Y esto
sucederá si oyeren obedientes la voz de Jehová su [de ustedes]
Dios.
El ayuno que Dios reprueba
(Zac 7:1) Sucedió que en el año cuarto
del rey Darío vino palabra de Jehová a Zacarías, a los cuatro días del mes noveno, que es Quisleu,
(Zac 7:2) cuando el pueblo de Betel había enviado a Sarezer,
con Regem melec y sus hombres, a implorar el favor de Jehová,
(Zac 7:3) y a hablar a los sacerdotes que estaban en la casa
de Jehová de los ejércitos, y a los profetas,
diciendo: ¿Lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho
ya algunos años?
(Zac 7:4) Vino, pues, a mí
palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo:
(Zac 7:5) Habla a todo el
pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunaron y lloraron en el
quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿han
ayunado para mí?
(Zac 7:6) Y cuando comen y
beben, ¿no comen y beben para ustedes mismos?
(Zac 7:7) ¿No son estas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas
primeros, cuando Jerusalén estaba
habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela
estaban también habitados?
La desobediencia, causa del
cautiverio
(Zac 7:8) Y vino palabra de
Jehová a Zacarías, diciendo:
(Zac 7:9) Así habló Jehová de
los ejércitos, diciendo: Juzguen conforme de hecho, y hagan misericordia y
piedad «cada cual»* con su hermano;
(Zac 7:10) no opriman a la
viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni «ninguno»*
piense mal en su corazón
contra su hermano.
(Zac 7:11) Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
(Zac 7:12) y pusieron su corazón
como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos
enviaba por su Espíritu,
por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de
Jehová de los ejércitos.
(Zac 7:13) Y sucedió que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no
escuché, dice Jehová de los ejércitos;
(Zac 7:14) sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la
tierra fue devastada [arruinada, desolada] tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues
convirtieron en desierto la tierra deseable.
Promesa de la restauración de
Jerusalén
(Zac 8:1) Vino a mí palabra de
Jehová de los ejércitos, diciendo:
(Zac 8:2) Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: Celé a Sion con gran celo, y con gran ira la celé.
(Zac 8:3) Así dice Jehová: Yo
he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará
Ciudad de la Verdad, y el monte de
Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad.
(Zac 8:4) Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de
Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días.
(Zac 8:5) Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas.
(Zac 8:6) Así dice Jehová de
los ejércitos: Si esto parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este
pueblo en aquellos días, ¿también será maravilloso delante de mis ojos? dice
Jehová de los ejércitos.
(Zac 8:7) Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: He aquí, yo salvo a mi pueblo de la tierra del oriente, y de
la tierra donde se pone el sol;
(Zac 8:8) y los traeré, y habitarán
en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia.
(Zac 8:9) Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: Esfuércense sus [de
ustedes] manos, los que oyen en estos días estas palabras de la boca
de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de
los ejércitos, para edificar el templo.
(Zac 8:10) Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre ni paga de bestia, ni hubo paz para el
que salía ni para el que entraba, a causa del enemigo; y yo dejé a todos los
hombres «cada cual»* contra su compañero.
(Zac 8:11) Mas ahora no lo haré
con el remanente de este pueblo como en aquellos días pasados, dice Jehová de
los ejércitos.
(Zac 8:12) Porque habrá simiente
de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos
darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo posea todo esto.
(Zac 8:13) Y sucederá que como fueron
maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así les salvaré
y serán bendición. No teman, mas esfuércense sus [de ustedes] manos.
(Zac 8:14) Porque así ha dicho
Jehová de los ejércitos: Como pensé hacerles mal cuando sus [de ustedes] padres me provocaron a ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí,
(Zac 8:15) así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén
y a la casa de Judá en estos días; no teman.
(Zac 8:16) Estas son las cosas que han de hacer: Hablen verdad
«cada cual»*
con su prójimo; juzguen según la verdad y lo conducente a la paz en sus [de ustedes] puertas.
(Zac 8:17) Y «ninguno»* de ustedes piense
mal en su corazón contra su prójimo, ni
amen el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice
Jehová.
(Zac 8:18) Vino a mí palabra de
Jehová de los ejércitos, diciendo:
(Zac 8:19) Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo,
y el ayuno del décimo, se convertirán
para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amen, pues,
la verdad y la paz.
(Zac 8:20) Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades;
(Zac 8:21) y vendrán los
habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová,
y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré.
(Zac 8:22) Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a
buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová.
(Zac 8:23) Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: En aquellos días sucederá [acontecerá] que diez hombres de
las naciones de toda lengua tomarán del manto a
un judío, diciendo: Iremos con ustedes, porque hemos oído que Dios está con
ustedes.
Castigo de las naciones vecinas
(Zac 9:1) La profecía de la palabra de Jehová está contra la tierra
de Hadrac y sobre Damasco; porque a Jehová deben
mirar los ojos de los hombres, y de todas las tribus de Israel.
(Zac 9:2) También Hamat será comprendida en el territorio de éste; Tiro y Sidón, aunque sean
muy sabias.
(Zac 9:3) Bien que Tiro se edificó
fortaleza, y amontonó plata como polvo,
y oro como lodo de las calles,
(Zac 9:4) he aquí, el Señor la empobrecerá, y herirá en el
mar su poderío, y ella será consumida de fuego.
(Zac 9:5) Verá Ascalón, y
temerá; Gaza también, y se dolerá enteramente [en gran manera, grandemente]; asimismo Ecrón, porque su esperanza será confundida; y perecerá el rey de Gaza, y Ascalón no será habitada.
(Zac 9:6) Habitará en Asdod un
extranjero, y pondré fin a la soberbia de los filisteos.
(Zac 9:7) Quitaré la sangre de su boca, y sus abominaciones de
entre sus dientes, y quedará también un remanente para nuestro Dios, y serán
como capitanes en Judá, y Ecrón será como el jebuseo.
(Zac 9:8) Entonces acamparé
alrededor de mi casa como un guarda, para que ninguno vaya ni venga, y no
pasará más sobre ellos el opresor; porque ahora miraré con mis ojos.
El futuro rey de Sion
(Zac 9:9) Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo,
hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti,
justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de
asna.
(Zac 9:10) Y de Efraín destruiré
los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados;
y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río
hasta los fines de la tierra.
(Zac 9:11) Y tú también por la sangre
de tu pacto [alianza, convenio, acuerdo]
serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua.
(Zac 9:12) Vuelvan a la fortaleza,
oh prisioneros de esperanza; hoy
también les anuncio que les restauraré el doble.
(Zac 9:13) Porque he entesado
para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos,
oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente.
(Zac 9:14) Y Jehová será visto
sobre ellos, y su dardo saldrá como relámpago; y Jehová el Señor tocará
trompeta, e irá entre torbellinos del austro.
(Zac 9:15) Jehová de los ejércitos los
amparará, y ellos devorarán, y hollarán las piedras de la honda, y beberán, y
harán estrépito como tomados de vino; y se llenarán como tazón, o como cuernos
del altar.
(Zac 9:16) Y los salvará en
aquel día Jehová su Dios como rebaño de su pueblo; porque como piedras de
diadema serán enaltecidos en su tierra.
(Zac 9:17) Porque ¡cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura!
El trigo alegrará a los jóvenes, y el vino a las
doncellas.
Jehová redimirá a su pueblo
(Zac 10:1) Pidan a Jehová
lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y les dará lluvia
abundante, y hierba verde en el campo a «cada
uno.»*
(Zac 10:2) Porque los terafines
han dado vanos oráculos,
y los adivinos han visto mentira, han
hablado sueños vanos, y vano es su consuelo; por lo cual el pueblo vaga como
ovejas, y sufre porque no tiene pastor.
(Zac 10:3) Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré
a los jefes; pero Jehová de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá,
y los pondrá como su caballo de honor en la guerra.
(Zac 10:4) De él saldrá la
piedra angular, de él la clavija, de él el arco de guerra, de él también todo
apremiador.
(Zac 10:5) Y serán como
valientes que en la batalla huellan al enemigo en el lodo de las calles; y
pelearán, porque Jehová estará con ellos; y los que cabalgan en caballos serán
avergonzados.
(Zac 10:6) Porque yo fortaleceré
la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré volver; porque de ellos
tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado; porque yo soy Jehová
su Dios, y los oiré.
(Zac 10:7) Y será Efraín como
valiente, y se alegrará su corazón como
a causa del vino; sus hijos también verán, y se alegrarán; su corazón se gozará en Jehová.
(Zac 10:8) Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido; y serán
multiplicados tanto como fueron antes.
(Zac 10:9) Bien que los esparciré
entre los pueblos, aun en lejanos países se acordarán de mí; y vivirán con sus
hijos, y volverán.
(Zac 10:10) Porque yo los traeré de la tierra de Egipto, y los
recogeré de Asiria; y los traeré a la tierra de
Galaad y del Líbano, y no les bastará.
(Zac 10:11) Y la tribulación
pasará por el mar, y herirá en el mar las ondas,
y se secarán todas las profundidades del río; y la soberbia de Asiria será
derribada, y se perderá el cetro de Egipto.
(Zac 10:12) Y yo los fortaleceré
en Jehová, y caminarán en su nombre, dice Jehová.
(Zac 11:1) Oh Líbano, abre tus
puertas, y consuma el fuego tus cedros.
(Zac 11:2) Aúlla, oh ciprés,
porque el cedro cayó, porque los árboles magníficos son derribados. Aúllen,
encinas de Basán, porque el bosque espeso es derribado.
(Zac 11:3) Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia
es asolada; estruendo de rugidos de cachorros de
leones, porque la gloria del Jordán es destruida.
Los pastores inútiles
(Zac 11:4) Así ha dicho Jehová
mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza,
(Zac 11:5) a las cuales matan
sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las vende, dice:
Bendito sea Jehová, porque he enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de
ellas.
(Zac 11:6) Por tanto, no tendré ya más piedad de los habitantes [moradores,
residentes] de la tierra, dice Jehová; porque he aquí, yo entregaré los hombres «cada
cual»* en mano de su compañero y en mano de
su rey; y asolarán la tierra, y yo no los
libraré de sus manos.
(Zac 11:7) Apacenté, pues, las
ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos
cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro Ataduras; y apacenté las
ovejas.
(Zac 11:8) Y destruí a tres
pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí.
(Zac 11:9) Y dije: No les
apacentaré; la que muriere, que muera; y la que se perdiere, que se pierda; y
las que quedaren, que «cada una»* coma la carne de
su compañera.
(Zac 11:10) Tomé luego mi cayado
Gracia, y lo quebré, para romper mi pacto [alianza,
convenio, acuerdo] que concerté con todos los pueblos.
(Zac 11:11) Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que miraban a mí, que era
palabra de Jehová.
(Zac 11:12) Y les dije: Si les
parece bien, denme mi salario; y si no, déjenlo. Y pesaron por mi salario
treinta piezas de plata.
(Zac 11:13) Y me dijo Jehová:
Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta
piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro.
(Zac 11:14) Quebré luego el otro
cayado, Ataduras, para romper la hermandad entre Judá e Israel.
(Zac 11:15) Y me dijo Jehová:
Toma aún los aperos de un pastor insensato;
(Zac 11:16) porque he aquí, yo levanto en la tierra a un pastor
que no visitará las perdidas, ni buscará la
pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas, sino que
comerá la carne de la gorda, y romperá sus pezuñas.
(Zac 11:17) ¡Ay del pastor inútil que abandona el ganado! Hiera
la espada su brazo, y su ojo derecho; del todo se secará su brazo, y su ojo
derecho será enteramente oscurecido.
Liberación futura de Jerusalén
(Zac 12:1) Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel.
Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:
(Zac 12:2) He aquí yo pongo a
Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra
Judá, en el sitio contra Jerusalén.
(Zac 12:3) Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra
pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien
que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.
(Zac 12:4) En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo
caballo, y con locura al jinete; mas sobre la
casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.
(Zac 12:5) Y los capitanes de Judá dirán en su corazón:
Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios.
(Zac 12:6) En aquel día pondré a los capitanes de Judá como
brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y
consumirán a diestra y a siniestra a todos los
pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en
Jerusalén.
(Zac 12:7) Y librará Jehová las
tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante
de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.
(Zac 12:8) En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere
débil, en aquel tiempo será como David;
y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos.
(Zac 12:9) Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las
naciones que vinieren contra Jerusalén.
(Zac 12:10) Y derramaré sobre la
casa de David, y sobre los habitantes [moradores,
residentes] de Jerusalén, espíritu
de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él
como quien se aflige por el primogénito.
(Zac 12:11) En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como
el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido.
(Zac 12:12) Y la tierra lamentará,
«cada linaje aparte;»* los descendientes de la casa de David por sí, y
sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres
por sí;
(Zac 12:13) los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus
mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí;
(Zac 12:14) todos los otros linajes, «cada
uno»* por sí, y sus mujeres por sí.
(Zac 13:1) En aquel tiempo
habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de
Jerusalén, para la purificación del
pecado y de la inmundicia.
(Zac 13:2) Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos,
quitaré de la tierra los nombres de las
imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la tierra a
los profetas y al espíritu de inmundicia.
(Zac 13:3) Y sucederá [acontecerá]
que cuando «alguno»* profetizare aún,
le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado
mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le
traspasarán cuando profetizare.
(Zac 13:4) Y sucederá en aquel tiempo,
que todos los profetas se avergonzarán de su visión
cuando profetizaren; ni nunca más vestirán el
manto velloso para mentir.
(Zac 13:5) Y dirá: No soy
profeta; labrador soy de la tierra, pues he estado en el campo desde mi
juventud.
(Zac 13:6) Y le preguntarán:
¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en
casa de mis amigos.
El pastor de Jehová es herido
(Zac 13:7) Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el
hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré
volver mi mano contra los pequeñitos.
(Zac 13:8) Y sucederá [acontecerá] en
toda la tierra, dice Jehová, que las «dos
terceras partes»* serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en
ella.
(Zac 13:9) Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los
fundiré como se funde la plata, y los probaré
como se prueba el oro. El invocará mi
nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios.
Jerusalén y las naciones
(Zac 14:1) He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos.
(Zac 14:2) Porque yo reuniré a
todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y
serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá
en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.
(Zac 14:3) Después saldrá
Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.
(Zac 14:4) Y se afirmarán sus
pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén
al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente
y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se
apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.
(Zac 14:5) Y huirán al valle de
los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huirán de la
manera que huyeron por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y
vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.
(Zac 14:6) Y sucederá [acontecerá] que en ese día no habrá luz clara, ni oscura.
(Zac 14:7) Será un día, el cual
es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer
la tarde habrá luz.
(Zac 14:8) Sucederá [acontecerá] también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el
mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.
(Zac 14:9) Y Jehová será rey
sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.
(Zac 14:10) Toda la tierra se volverá
como llanura desde Geba hasta Rimón al sur de Jerusalén; y ésta será
enaltecida, y habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar
de la puerta primera, hasta la puerta del Angulo, y desde la torre de Hananeel
hasta los lagares del rey.
(Zac 14:11) Y morarán en ella, y
no habrá nunca más maldición, sino que Jerusalén será habitada confiadamente.
(Zac 14:12) Y esta será la plaga
con que herirá Jehová a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: la
carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en
las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca.
(Zac 14:13) Y sucederá [acontecerá] en aquel día que habrá entre ellos gran pánico enviado por Jehová; y trabará
«cada uno»*
de la mano de su compañero, y levantará su mano
contra la mano de su compañero.
(Zac 14:14) Y Judá también peleará
en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas las naciones de alrededor:
oro y plata, y ropas de vestir, en gran abundancia.
(Zac 14:15) Así también será la plaga de los caballos, de los
mulos, de los camellos, de los asnos, y de todas las bestias que estuvieren en aquellos campamentos.
(Zac 14:16) Y todos los que
sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en
año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de
los tabernáculos.
(Zac 14:17) Y sucederá [acontecerá]
que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al
Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia.
(Zac 14:18) Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la
plaga con que Jehová herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta
de los tabernáculos.
(Zac 14:19) Esta será la pena
del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para
celebrar la fiesta de los tabernáculos.
(Zac 14:20) En aquel día estará grabado sobre las campanillas
de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ; y las ollas de la casa de Jehová serán como los tazones del altar.
(Zac 14:21) Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos; y todos los que
sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en
aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos.