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David vuelve a Jerusalén
(2S 19:1) Dieron aviso a Joab: He aquí el rey llora, y hace
duelo por Absalón.
(2S 19:2) Y se volvió aquel
día la victoria en luto para todo el pueblo; porque oyó decir el pueblo aquel
día que el rey tenía dolor por su hijo.
(2S 19:3) Y entró el pueblo aquel día en la ciudad
escondidamente, como suele entrar a escondidas
el pueblo avergonzado que ha huido de la batalla.
(2S 19:4) Mas el rey, cubierto
el rostro, clamaba en alta voz: ¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!
(2S 19:5) Entonces Joab vino al rey en la casa, y dijo: Hoy
has avergonzado el rostro de todos tus esclavos [siervos,
sirvientes], que hoy han librado tu vida, y la vida de tus hijos y
de tus hijas, y la vida de tus mujeres, y la vida de tus concubinas,
(2S 19:6) amando a los que te aborrecen, y aborreciendo a los
que te aman; porque hoy has declarado que nada
te importan tus príncipes y esclavos [siervos, sirvientes]; pues hoy me has hecho
ver claramente que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos
muertos, entonces «estarías contento.»*
(2S 19:7) Levántate pues, ahora, y ve
afuera y habla «bondadosamente»* a tus esclavos [siervos,
sirvientes]; porque juro por Jehová que si no sales, no quedará ni
un hombre contigo esta noche; y esto te será
peor que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.
(2S 19:8) Entonces se levantó el rey y se sentó a la puerta, y fue dado aviso a todo el pueblo,
diciendo: He aquí el rey está sentado a la puerta. Y vino todo el pueblo
delante del rey; pero Israel había huido, «cada
uno»* a su tienda.
(2S 19:9) Y todo el pueblo disputaba en todas las tribus de
Israel, diciendo: El rey nos ha librado de mano
de nuestros enemigos, y nos ha salvado de mano de los filisteos; y ahora ha
huido del país por miedo de Absalón.
(2S 19:10) Y Absalón, a quien habíamos ungido
sobre nosotros, ha muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, están callados
respecto de hacer volver al rey?
(2S 19:11) Y el rey David envió
a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, diciendo: Hablen a los ancianos de Judá, y
díganles: ¿Por qué serán ustedes los últimos [postreros,
siguientes] en hacer volver el rey a su casa, cuando la palabra de
todo Israel ha venido al rey para hacerle volver a su
casa?
(2S 19:12) Ustedes son mis
hermanos; mis huesos y mi carne son.
¿Por qué, pues, serán ustedes los últimos [postreros,
siguientes] en hacer volver al rey?
(2S 19:13) Asimismo dirán a
Amasa: ¿No eres tú también hueso mío y
carne mía? Así me haga Dios, y aun me añada, si no fueres general del ejército
delante de mí «para siempre,»* en lugar de Joab.
(2S 19:14) Así inclinó el corazón de todos los varones de Judá, como el
de un solo hombre, para que enviasen a decir al rey: Vuelve tú, y todos tus
esclavos [siervos,
sirvientes].
(2S 19:15) Volvió, pues, el rey, y vino hasta el Jordán. Y
Judá vino a Gilgal para recibir al rey y para hacerle pasar el Jordán.
(2S 19:16) Y Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, que era de
Bahurim, se dio prisa y descendió con los
hombres de Judá a recibir al rey David.
(2S 19:17) Con él venían mil hombres de Benjamín; asimismo
Siba, criado de la casa de Saúl, con sus quince hijos y sus veinte esclavos [siervos, sirvientes], los cuales pasaron el Jordán delante del rey.
(2S 19:18) Y cruzaron el vado
para pasar a la familia del rey, y para hacer «lo
que a él le pareciera.»* Entonces Simei hijo
de Gera se postró delante del rey cuando él hubo pasado el Jordán,
(2S 19:19) y dijo al rey: No me culpe
mi señor de iniquidad [gran maldad e injusticia], ni tengas memoria de los males que tu esclavo [siervo, sirviente] hizo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén; no «los guarde»*
el rey en su corazón.
(2S 19:20) Porque yo tu esclavo
[siervo, sirviente] reconozco haber pecado, y he venido hoy el primero de toda la
casa de José, para descender a recibir a mi señor el rey.
(2S 19:21) Respondió Abisai
hijo de Sarvia y dijo: ¿No ha de morir por esto Simei, que maldijo al ungido de Jehová?
(2S 19:22) David entonces dijo:
¿Qué tengo yo con ustedes, hijos de Sarvia, para que hoy me sean adversarios?
¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿ Pues no sé yo que hoy soy rey sobre
Israel?
(2S 19:23) Y dijo el rey a
Simei: No morirás. Y el rey se lo juró.
(2S 19:24) También Mefiboset hijo de Saúl descendió a recibir
al rey; no había lavado sus pies, ni había
cortado su barba, ni tampoco había lavado sus vestidos, desde el día en que el
rey salió hasta el día en que volvió en paz.
(2S 19:25) Y luego que vino él
a Jerusalén a recibir al rey, el rey le dijo: Mefiboset, ¿por qué no fuiste
conmigo?
(2S 19:26) Y él respondió: Rey
señor mío, mi esclavo [siervo, sirviente]
me engañó; pues tu esclavo [siervo, sirviente] había dicho: Enalbárdame un asno, y montaré en él, e iré al rey;
porque tu esclavo [siervo, sirviente]
es cojo.
(2S 19:27) Pero él ha calumniado
a tu esclavo [siervo, sirviente]
delante de mi señor el rey; mas mi señor el rey es como un ángel de Dios; haz, pues, lo que bien «te
parezca.»
(2S 19:28) Porque toda la casa de mi padre era digna de muerte
delante de mi señor el rey, y tú pusiste a tu esclavo [siervo, sirviente] entre los convidados a tu
mesa. ¿Qué derecho, pues, tengo aún para clamar más al rey?
(2S 19:29) Y el rey le dijo:
¿Para qué más palabras? Yo he determinado que tú y Siba se dividan las tierras.
(2S 19:30) Y Mefiboset dijo al
rey: Deja que él las tome todas, pues que mi señor el rey ha vuelto en paz a su
casa.
(2S 19:31) También Barzilai galaadita descendió de Rogelim, y pasó el Jordán con el rey, para
acompañarle al «otro lado del»* Jordán.
(2S 19:32) Era Barzilai muy anciano, de ochenta años, y él había dado provisiones al rey cuando estaba en Mahanaim,
porque era hombre muy rico.
(2S 19:33) Y el rey dijo a
Barzilai: Pasa conmigo, y yo te sustentaré conmigo en Jerusalén.
(2S 19:34) Mas Barzilai dijo al
rey: ¿Cuántos años más habré de vivir, para que yo suba con
el rey a Jerusalén?
(2S 19:35) De edad de
ochenta años soy este
día. ¿Podré distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? ¿Tomará
gusto ahora tu esclavo [siervo,
sirviente] en lo que coma o beba? ¿Oiré más la voz de los cantores y
de las cantoras? ¿Para qué, pues, ha de ser tu
esclavo [siervo, sirviente]
una carga para mi señor el rey?
(2S 19:36) Pasará tu esclavo [siervo, sirviente] un poco más allá del
Jordán con el rey; ¿por qué me ha de dar el rey tan grande recompensa?
(2S 19:37) Yo «te ruego»* que dejes volver a tu esclavo [siervo, sirviente], y que muera en mi ciudad,
junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Mas he aquí a tu esclavo [siervo, sirviente] Quimam; que pase él con mi señor el rey, y haz a él lo que bien «te pareciere.»*
(2S 19:38) Y el rey dijo: Pues
pase conmigo Quimam, y yo haré con él como bien «te
parezca;»* y todo lo que tú pidieres de mí, yo lo haré.
(2S 19:39) Y todo el pueblo pasó
el Jordán; y luego que el rey hubo también pasado, el rey besó a Barzilai, y lo
bendijo; y él se volvió a su casa.
(2S 19:40) El rey entonces pasó
a Gilgal, y con él pasó Quimam; y todo el pueblo de Judá acompañaba al rey, y
también la mitad del pueblo de Israel.
(2S 19:41) Y he aquí todos los hombres de Israel vinieron al
rey, y le dijeron: ¿Por qué los hombres de Judá,
nuestros hermanos, te han llevado, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su
familia, y a todos los esclavos [siervos, sirvientes] de David con él?
(2S 19:42) Y todos los hombres de Judá respondieron a todos los de Israel: Porque el rey es nuestro
pariente. Mas ¿por qué se enojan ustedes de eso ? ¿Hemos nosotros comido algo
del rey ? ¿ Hemos recibido «de él
algún regalo?»*
(2S 19:43) Entonces respondieron
los hombres de Israel, y dijeron a los de Judá: Nosotros tenemos en el rey diez
partes, y en el mismo David más que ustedes. ¿Por qué, pues, nos han tenido en
poco? ¿No hablamos nosotros los primeros, respecto de hacer volver a nuestro
rey? Y las palabras de los hombres de Judá fueron más violentas que las de los
hombres de Israel.
Sublevación de Seba
(2S 20:1) Sucedió que se hallaba allí un hombre perverso que
se llamaba Seba hijo de Bicri, hombre de Benjamín, el cual tocó la trompeta, y dijo: No tenemos nosotros parte en
David, ni heredad [posesión territorial]
con el hijo de Isaí. ¡Cada uno a su tienda, Israel!
(2S 20:2) Así todos los hombres de Israel abandonaron a David, siguiendo a Seba hijo de Bicri; mas los de
Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén.
(2S 20:3) Y luego que llegó David a su casa en Jerusalén,
tomó el rey las diez mujeres concubinas que
había dejado para guardar la casa, y las «puso
en reclusión,»* y les dio alimentos; pero
nunca más se llegó a ellas, sino que quedaron encerradas hasta que murieron, en
viudez perpetua.
(2S 20:4) Después dijo el rey
a Amasa: Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y «hállate»* tú aquí «presente.»*
(2S 20:5) Fue, pues, Amasa
para convocar a los de Judá; pero se detuvo más del tiempo que le había sido señalado.
(2S 20:6) Y dijo David a
Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón; toma, pues, tú
los esclavos [siervos, sirvientes] de tu señor, y ve tras
él, no sea que halle para sí ciudades
fortificadas, y nos cause dificultad.
(2S 20:7) Entonces salieron en
pos de él los hombres de Joab, y los cereteos y peleteos y todos los valientes;
salieron de Jerusalén para ir tras Seba hijo de Bicri.
(2S 20:8) Y estando ellos cerca de la piedra grande que está
en Gabaón, les salió Amasa al «encuentro.»* Y
Joab estaba ceñido de su ropa, y sobre ella
tenía pegado a sus lomos el cinto con una daga en su vaina, la cual se le cayó
cuando él avanzó.
(2S 20:9) Entonces Joab dijo a
Amasa: ¿Te va bien, hermano mío? Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasa,
para besarlo.
(2S 20:10) Y Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la
mano de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta costilla, y derramó sus
entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe. Después Joab y
su hermano Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri.
(2S 20:11) Y uno de los hombres de Joab se paró junto a él,
diciendo: Cualquiera que ame a Joab y a David,
vaya detrás de Joab.
(2S 20:12) Y Amasa yacía revolcándose en su sangre en mitad del camino; y todo el que
pasaba, al verle, se detenía; y viendo aquel hombre que todo el pueblo se
paraba, apartó a Amasa del camino al campo, y echó
sobre él una vestidura.
(2S 20:13) Luego que fue apartado del camino, pasaron todos los que seguían a Joab, para ir tras Seba hijo
de Bicri.
(2S 20:14) Y él pasó por todas
las tribus de Israel hasta Abelbetmaaca y todo Barim; y se juntaron, y lo
siguieron también.
(2S 20:15) Y vinieron y lo sitiaron en Abelbetmaaca, y
pusieron baluarte contra la ciudad, y quedó
sitiada; y todo el pueblo que estaba con Joab trabajaba por derribar la
muralla.
(2S 20:16) Entonces una mujer sabia dio voces en la ciudad, diciendo: Oigan, oigan; «les ruego»*
que digan a Joab que venga acá, para que yo
hable con él.
(2S 20:17) Cuando él se acercó
a ella, dijo la mujer: ¿Eres tú Joab? Y él respondió: Yo soy. Ella le dijo: Oye
las palabras de tu sierva. Y él respondió: Oigo.
(2S 20:18) Entonces volvió ella a hablar, diciendo:
Antiguamente solían decir: Quien preguntare, pregunte
en Abel; y así concluían cualquier asunto.
(2S 20:19) Yo soy de las
pacíficas y fieles de Israel; pero tú procuras destruir una ciudad que es madre
en Israel. ¿Por qué destruyes la heredad [posesión
territorial] de Jehová?
(2S 20:20) Joab respondió
diciendo: Nunca tal, nunca tal me suceda [acontezca], que yo destruya ni
deshaga.
(2S 20:21) La cosa no es así: mas un hombre del monte de
Efraín, que se llama Seba hijo de Bicri, ha
levantado su mano contra el rey David; entreguen a ése solamente, y me iré de
la ciudad. Y la mujer dijo a Joab: He aquí su cabeza te será arrojada desde el
muro.
(2S 20:22) La mujer fue luego a todo el pueblo con su sabiduría; y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri, y se la arrojaron a
Joab. Y él tocó la trompeta, y se retiraron de la ciudad, «cada uno»* a
su tienda. Y Joab se volvió al rey a Jerusalén.
Oficiales destacados de David
(2S 8:15-18; 1Cr 18:14-17)
(2S 20:23) Así quedó Joab sobre todo el ejército de Israel, y
Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y peleteos,
(2S 20:24) y Adoram sobre los tributos, y Josafat hijo de
Ahilud era el cronista.
(2S 20:25) Seva era escriba, y Sadoc y Abiatar, sacerdotes,
(2S 20:26) e Ira jaireo fue también sacerdote de David.
Venganza de los gabaonitas
(2S 21:1) Hubo hambre en los días de David por tres «años consecutivos.»* Y David consultó
a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas.
(2S 21:2) Entonces el rey llamó
a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel,
sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho
juramento; pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de
Israel y de Judá.)
(2S 21:3) Dijo, pues, David a
los gabaonitas: ¿Qué haré por ustedes, o qué satisfacción les daré, para que
bendigan la heredad [posesión
territorial] de Jehová?
(2S 21:4) Y los gabaonitas le respondieron: No «tenemos»*
nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni «queremos»* que muera hombre
de Israel. Y él les dijo: Lo que ustedes dijeren, haré.
(2S 21:5) Ellos respondieron
al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para
exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel,
(2S 21:6) dénsenos siete
varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de
Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré.
(2S 21:7) Y perdonó el rey a
Mefiboset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Jehová que hubo
entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl.
(2S 21:8) Pero tomó el rey a
dos hijos de Rizpa hija de Aja, los cuales ella había tenido de Saúl, Armoni y
Mefiboset, y a cinco hijos de Mical hija de Saúl, los cuales ella había tenido
de Adriel hijo de Barzilai meholatita,
(2S 21:9) y los entregó en
manos de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehová; y
así murieron juntos aquellos siete, los cuales fueron muertos en los primeros días de la siega, al comenzar la siega de la
cebada.
(2S 21:10) Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el
peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del
cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni
fieras del campo de noche.
(2S 21:11) Y fue dicho a David
lo que hacía Rizpa hija de Aja, concubina de Saúl.
(2S 21:12) Entonces David fue y
tomó los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo, de los hombres de
Jabes de Galaad, que los habían hurtado [robado]
de la plaza de Betsán, donde los habían colgado los filisteos, «cuando»* los
filisteos mataron a Saúl en Gilboa;
(2S 21:13) e hizo llevar de
allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo; y recogieron
también los huesos de los ahorcados.
(2S 21:14) Y sepultaron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán en
tierra de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de Cis su padre; e hicieron todo lo
que el rey había mandado. Y Dios fue propicio a la tierra después de esto.
Abisai libra a David del gigante
(2S 21:15) Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel,
y descendió David y sus esclavos [siervos,
sirvientes] con él, y pelearon con los filisteos; y David se cansó.
(2S 21:16) E Isbibenob, uno de los descendientes de los
gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos
de bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David;
(2S 21:17) mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres
de David le juraron, diciendo: Nunca más de aquí en adelante saldrás con
nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel.
Los hombres de David matan gigantes
(1Cr 20:4-8)
(2S 21:18) Otra segunda guerra hubo
después en Gob contra los filisteos; entonces Sibecai husatita mató a Saf,
quien era uno de los descendientes de los gigantes.
(2S 21:19) Hubo otra vez guerra en Gob contra los filisteos,
en la cual Elhanán, hijo de Jaareoregim de Belén, mató a Goliat geteo, el asta
de cuya lanza era como el rodillo de un telar.
(2S 21:20) Después hubo otra
guerra en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos
en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro «por todos;»* y
también era descendiente de los gigantes.
(2S 21:21) Este desafió a
Israel, y lo mató Jonatán, hijo de Simea hermano de David.
(2S 21:22) Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano
de David y por mano de sus esclavos [siervos, sirvientes].
Cántico de liberación de David
(Sal 18 título 1-50)
(2S 22:1) Habló David a Jehová
las palabras de este cántico, el día que Jehová le había librado de la mano de
todos sus enemigos, y de la mano de Saúl.
(2S 22:2) Dijo: Jehová es mi
roca y mi fortaleza, y mi libertador;
(2S 22:3) Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de
violencia [afrenta, deshonor]
me libraste.
(2S 22:4) Invocaré a Jehová,
quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos.
(2S 22:5) Me rodearon ondas
de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron.
(2S 22:6) Ligaduras del Seol
me rodearon; Tendieron sobre mí lazos de muerte.
(2S 22:7) En mi angustia invoqué
a Jehová, Y clamé a mi Dios; El oyó mi voz desde su templo,
Y mi clamor llegó a sus oídos.
(2S 22:8) La tierra fue conmovida,
y tembló, Y se conmovieron los cimientos de los cielos; Se estremecieron,
porque se indignó él.
(2S 22:9) Humo subió de su
nariz, Y de su boca fuego consumidor; Carbones fueron por él encendidos.
(2S 22:10) E inclinó los
cielos, y descendió; Y había tinieblas debajo de sus pies.
(2S 22:11) Y cabalgó sobre un querubín, y voló; Voló sobre las alas del
viento.
(2S 22:12) Puso tinieblas por su escondedero alrededor de sí;
Oscuridad de aguas y densas nubes.
(2S 22:13) Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes.
(2S 22:14) Y tronó desde los cielos Jehová, Y el Altísimo dio
su voz;
(2S 22:15) Envió sus flechas [saetas], y los dispersó; Y lanzó relámpagos,
y los destruyó.
(2S 22:16) Entonces aparecieron
los torrentes de las aguas, Y quedaron al descubierto los cimientos del mundo; A la reprensión de Jehová, Por el
soplo del aliento de su nariz.
(2S 22:17) Envió desde lo alto
y me tomó; Me sacó de las muchas aguas.
(2S 22:18) Me libró de poderoso
enemigo, Y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo.
(2S 22:19) Me asaltaron en el
día de mi quebranto; Mas Jehová fue mi apoyo,
(2S 22:20) Y me sacó a lugar
espacioso; Me libró, porque se agradó de mí.
(2S 22:21) Jehová me ha premiado
conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
(2S 22:22) Porque yo he guardado los caminos de Jehová, Y no
me aparté impíamente de mi Dios.
(2S 22:23) Pues todos sus decretos estuvieron delante de mí, Y
no me he apartado de sus estatutos.
(2S 22:24) Fui recto para con
él, Y me he guardado de mi maldad;
(2S 22:25) Por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos delante
de su vista.
(2S 22:26) Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, Y recto para con el hombre íntegro.
(2S 22:27) Limpio te mostrarás para con el limpio, Y rígido
serás para con el perverso.
(2S 22:28) Porque tú salvas al
pueblo afligido, Mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos.
(2S 22:29) Tú eres mi lámpara,
oh Jehová; Mi Dios alumbrará mis tinieblas.
(2S 22:30) Contigo desbarataré
ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros.
(2S 22:31) En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es
a todos los que en él esperan.
(2S 22:32) Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué
roca hay fuera de nuestro Dios?
(2S 22:33) Dios es el que me ciñe de fuerza, Y «quien despeja»*
mi camino;
(2S 22:34) Quien hace mis pies
como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas;
(2S 22:35) Quien adiestra mis
manos para la batalla, De manera que se doble el arco de bronce con mis brazos.
(2S 22:36) Me diste asimismo el
escudo de tu salvación, Y tu benignidad
me ha engrandecido.
(2S 22:37) Tú ensanchaste mis
pasos debajo de mí, Y mis pies no han resbalado.
(2S 22:38) Perseguiré a mis
enemigos, y los destruiré, Y no volveré hasta acabarlos.
(2S 22:39) Los consumiré y los heriré,
de modo que no se levanten; Caerán debajo de mis pies.
(2S 22:40) Pues me ceñiste de
fuerzas para la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí,
(2S 22:41) Y has hecho que mis
enemigos me «vuelvan las espaldas,»* Para que yo destruyese a los que me aborrecen.
(2S 22:42) Clamaron, y no hubo
quien los salvase; Aun a Jehová, mas no les oyó.
(2S 22:43) Como polvo de la tierra los molí; Como lodo de las calles los pisé y los trituré.
(2S 22:44) Me has librado de
las contiendas del pueblo; Me guardaste para que fuese cabeza de naciones;
Pueblo que yo no conocía me servirá.
(2S 22:45) Los hijos de extraños se someterán a mí; «Al oír de mí,»*
me obedecerán.
(2S 22:46) Los extraños se debilitarán, Y saldrán temblando de sus encierros.
(2S 22:47) Viva Jehová, y bendita sea mi roca, Y engrandecido
sea el Dios de mi salvación.
(2S 22:48) El Dios que venga mis agravios, Y sujeta pueblos
debajo de mí;
(2S 22:49) El que me libra de enemigos, Y vergüenza [afrenta, deshonor] aun me exalta sobre los
que se levantan contra mí; Me libraste del varón violento.
(2S 22:50) Por tanto, yo te confesaré
entre las naciones, oh Jehová, Y cantaré a tu nombre.
(2S 22:51) El salva gloriosamente a su rey, Y usa de
misericordia para con su ungido, A David y a su descendencia
para siempre.
Ultimas palabras de David
(2S 23:1) Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, Dijo aquel varón que fue
levantado en alto, El ungido del Dios de Jacob, El dulce
cantor de Israel:
(2S 23:2) El Espíritu
de Jehová ha hablado por mí, Y su palabra ha estado en mi lengua.
(2S 23:3) El Dios de Israel ha dicho, Me habló la Roca de
Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, Que gobierne en el temor
de Dios.
(2S 23:4) Será como la luz de la mañana, Como el resplandor
del sol en una mañana sin nubes, Como
la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.
(2S 23:5) No es así mi casa para con Dios; Sin embargo, él ha
hecho conmigo pacto [alianza, convenio, acuerdo]
perpetuo, Ordenado en todas las cosas, y será guardado, Aunque todavía no haga
él florecer Toda mi salvación y mi
deseo.
(2S 23:6) Mas los impíos [irreverentes
y sin ley] serán todos ellos como espinos arrancados, Los cuales
nadie toma con la mano;
(2S 23:7) Sino que el que quiere tocarlos Se arma de hierro y
de asta de lanza, Y son del todo quemados en su lugar.
Los valientes de David
(1Cr 11:10-47)
(2S 23:8) Estos son los nombres de los valientes que «tuvo»* David:
Josebbasebet el tacmonita, principal de los capitanes; éste era Adino el
eznita, que mató a ochocientos hombres en una ocasión.
(2S 23:9) Después de éste, Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, uno
de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron a los filisteos
que se habían reunido allí para la batalla, y se habían alejado los hombres de
Israel.
(2S 23:10) Este se levantó e hirió
a los filisteos hasta que su mano se cansó, y quedó pegada su mano a la espada.
Aquel día Jehová dio una gran victoria, y se volvió el pueblo detrás de él tan
sólo para recoger el botín.
(2S 23:11) Después de éste fue Sama hijo de Age, ararita. Los
filisteos se habían reunido en Lehi, donde había
un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había huido delante de los
filisteos.
(2S 23:12) El entonces se paró en medio de aquel terreno y lo
defendió, y mató a los filisteos; y Jehová dio una gran victoria.
(2S 23:13) Y tres de los treinta jefes descendieron y vinieron en tiempo
de la siega a David en la cueva de Adulam; y el campamento de los filisteos
estaba en el valle de Refaim.
(2S 23:14) David entonces estaba en el lugar fuerte, y había
en Belén una guarnición de los filisteos.
(2S 23:15) Y David dijo con
vehemencia: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a
la puerta!
(2S 23:16) Entonces los tres valientes irrumpieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua
del pozo de Belén que estaba junto a la puerta; y tomaron, y la trajeron a
David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, diciendo:
(2S 23:17) Lejos sea de mí, oh Jehová, que yo haga esto. ¿ He
de beber yo la sangre de los varones
que fueron con peligro de su vida? Y no quiso beberla. Los tres valientes
hicieron esto.
(2S 23:18) Y Abisai hermano de Joab, hijo de Sarvia, fue el principal de los treinta. Este alzó su lanza
contra trescientos, a los cuales mató, y «ganó»* renombre con los tres.
(2S 23:19) El era el más renombrado de los treinta, y llegó a ser su jefe; mas no «igualó»* a los tres primeros.
(2S 23:20) Después, Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón
esforzado, grande en proezas, de Cabseel. Este
mató a dos leones de Moab; y él mismo descendió y mató a un león en medio de un
foso «cuando»*
estaba nevando.
(2S 23:21) También mató él a un
egipcio, hombre de gran estatura; y tenía el egipcio una lanza en su mano, pero
descendió contra él con un palo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y
lo mató con su propia lanza.
(2S 23:22) Esto hizo Benaía
hijo de Joiada, y ganó renombre con los tres valientes.
(2S 23:23) Fue renombrado entre los treinta, pero no igualó a
los tres primeros. Y lo puso David como jefe de su guardia personal.
(2S 23:24) Asael hermano de Joab fue de los treinta; Elhanán
hijo de Dodo de Belén,
(2S 23:25) Sama harodita, Elica harodita,
(2S 23:26) Heles paltita, Ira hijo de Iques, tecoíta,
(2S 23:27) Abiezer anatotita, Mebunai husatita,
(2S 23:28) Salmón ahohíta, Maharai netofatita,
(2S 23:29) Heleb hijo de Baana, netofatita, Itai hijo de
Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín,
(2S 23:30) Benaía piratonita, Hidai del arroyo de Gaas,
(2S 23:31) Abialbón arbatita, Azmavet barhumita,
(2S 23:32) Eliaba saalbonita, Jonatán de los hijos de Jasén,
(2S 23:33) Sama ararita, Ahíam hijo de Sarar, ararita,
(2S 23:34) Elifelet hijo de Ahasbai, hijo de Maaca, Eliam hijo
de Ahitofel, gilonita,
(2S 23:35) Hezrai carmelita, Paarai arbita,
(2S 23:36) Igal hijo de Natán, de Soba, Bani gadita,
(2S 23:37) Selec amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab
hijo de Sarvia,
(2S 23:38) Ira itrita, Gareb itrita,
(2S 23:39) Urías heteo; treinta y siete por todos.
David censa al pueblo
(1Cr 21:1-27)
(2S 24:1) Volvió a encenderse
la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve,
haz un censo de Israel y de Judá.
(2S 24:2) Y dijo el rey a
Joab, general del ejército que estaba con él: Recorre ahora todas las tribus de
Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa
el número de la gente.
(2S 24:3) Joab respondió al
rey: Añada Jehová tu Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi
señor el rey; mas ¿por qué se complace en esto mi señor el rey?
(2S 24:4) Pero la palabra del rey prevaleció sobre Joab y sobre los capitanes del ejército. Salió,
pues, Joab, con los capitanes del ejército, de la presencia [de delante] del rey, para hacer el censo del
pueblo de Israel.
(2S 24:5) Y pasando el Jordán
acamparon en Aroer, al sur de la ciudad que está en medio del valle de Gad y
junto a Jazer.
(2S 24:6) Después fueron a Galaad y a la tierra baja de
Hodsi; y de allí a Danjaán y a los alrededores de Sidón.
(2S 24:7) Fueron luego a la fortaleza
de Tiro, y a todas las ciudades de los heveos y de los cananeos, y salieron al Neguev de Judá en Beerseba.
(2S 24:8) Después que hubieron recorrido toda la tierra,
volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses
y veinte días.
(2S 24:9) Y Joab dio el censo
del pueblo al rey; y fueron los de Israel ochocientos mil hombres fuertes que
sacaban espada, y los de Judá quinientos mil hombres.
(2S 24:10) Después que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado gravemente por
haber hecho esto; mas ahora, oh Jehová, «te
ruego»* que quites el pecado de tu esclavo [siervo,
sirviente], porque yo he hecho muy neciamente.
(2S 24:11) Y por la mañana, cuando David se hubo levantado,
vino palabra de Jehová al profeta Gad,
vidente de David, diciendo:
(2S 24:12) Ve y di a David: Así
ha dicho Jehová: Tres cosas te ofrezco; tú escogerás una de ellas, para que yo
la haga.
(2S 24:13) Vino, pues, Gad a David, y se lo hizo saber, y le dijo: ¿Quieres que te vengan
siete años de hambre en tu tierra ? ¿o que huyas
tres meses delante de tus enemigos y
que ellos te persigan ? ¿ o que tres días
haya peste en tu tierra? Piensa ahora, y mira qué responderé al que me ha
enviado.
(2S 24:14) Entonces David dijo
a Gad: En grande angustia «estoy;»* caigamos ahora
en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en
manos de hombres.
(2S 24:15) Y Jehová envió la
peste sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo
señalado; y murieron del pueblo, desde Dan hasta Beerseba, setenta mil hombres.
(2S 24:16) Y cuando el ángel extendió
su mano sobre Jerusalén para destruirla, Jehová se arrepintió de aquel mal, y
dijo al ángel que destruía al pueblo: Basta ahora; detén tu mano. Y el ángel de
Jehová estaba junto a la era de Arauna jebuseo.
(2S 24:17) Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que
destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? «Te
ruego»* que tu mano se vuelva contra mí, y
contra la casa de mi padre.
(2S 24:18) Y Gad vino a David aquel día, y le dijo: Sube, y levanta un altar a Jehová en «la era de»*
Arauna jebuseo.
(2S 24:19) Subió David,
conforme al dicho de Gad, según había mandado Jehová;
(2S 24:20) y Arauna miró, y vio
al rey y a sus esclavos [siervos, sirvientes] que venían hacia él.
Saliendo entonces Arauna, se inclinó delante del
rey, rostro a tierra.
(2S 24:21) Y Arauna dijo: ¿Por
qué viene mi señor el rey a su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti la
era, a fin de edificar un altar a Jehová, para que cese la mortandad del pueblo.
(2S 24:22) Y Arauna dijo a
David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien «le pareciere;»*
he aquí bueyes para el holocausto, y los trillos
y los yugos de los bueyes para leña.
(2S 24:23) Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Luego dijo Arauna al rey: Jehová tu Dios te
sea propicio.
(2S 24:24) Y el rey dijo a
Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios
holocaustos que «no me cuesten nada.»* Entonces David compró
la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.
(2S 24:25) Y edificó allí David
un altar a Jehová, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz; y Jehová oyó las
súplicas de la tierra, y cesó la plaga en Israel.