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Salomón traslada el arca al templo
(2Cr 5:2-14)
(1R 8:1) Entonces Salomón reunió
ante sí en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus,
y a los principales de las familias de los hijos de Israel, para traer el arca del pacto
[alianza, convenio, acuerdo] de Jehová de la
ciudad de David, la cual es Sion.
(1R 8:2) Y se reunieron con
el rey Salomón todos los varones de Israel en el mes
de Etanim, que es el mes séptimo,
en el día de la fiesta solemne.
(1R 8:3) Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los
sacerdotes tomaron el arca.
(1R 8:4) Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que
estaban en el tabernáculo, los cuales
llevaban los sacerdotes y levitas.
(1R 8:5) Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel
que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se
podían contar ni numerar.
(1R 8:6) Y los sacerdotes metieron el arca del pacto
[alianza,
convenio, acuerdo] de Jehová en su lugar, en el santuario de
la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.
(1R 8:7) Porque los querubines
tenían extendidas las alas sobre el lugar del arca,
y así cubrían los querubines
el arca y sus varas por encima.
(1R 8:8) Y sacaron las varas,
de modo que sus extremos se dejaban ver desde el lugar
santo, que está delante del lugar santísimo, pero no se dejaban
ver desde más afuera; y así quedaron hasta hoy.
(1R 8:9) En el arca
ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, donde Jehová hizo pacto [alianza, convenio,
acuerdo] con los hijos de Israel,
cuando salieron de la tierra de Egipto.
(1R 8:10) Y cuando los
sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.
(1R 8:11) Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por «causa
de»* la nube; porque la gloria de Jehová
había llenado la casa de Jehová.
Dedicación del templo
(2Cr 6:1; 7:10)
(1R 8:12) Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad.
(1R 8:13) Yo he edificado
casa por morada para ti, sitio en que tú habites para siempre.
(1R 8:14) Y volviendo el rey
su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de
Israel estaba de pie.
(1R 8:15) Y dijo: Bendito sea
Jehová, Dios de Israel, que habló a David mi padre lo que con su mano ha
cumplido, diciendo:
(1R 8:16) Desde el día que saqué
de Egipto a mi pueblo Israel, no he escogido ciudad de todas las tribus de
Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David
para que presidiese en mi pueblo Israel.
(1R 8:17) Y David mi padre tuvo
en su corazón edificar casa al nombre
de Jehová Dios de Israel.
(1R 8:18) Pero Jehová dijo a
David mi padre: Cuanto a haber tenido en tu corazón
edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener «tal deseo.»*
(1R 8:19) Pero tú no
edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a
mi nombre.
(1R 8:20) Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho;
porque yo me he levantado en lugar de David mi
padre, y me he sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he
edificado la casa al nombre de Jehová Dios de Israel.
(1R 8:21) Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual está el pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Jehová
que él hizo con nuestros padres cuando los sacó
de la tierra de Egipto.
(1R 8:22) Luego se puso
Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de
Israel, y extendiendo sus manos al cielo,
(1R 8:23) dijo: Jehová Dios de
Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que
guardas el pacto [alianza,
convenio, acuerdo] y la misericordia a tus esclavos [siervos,
sirvientes], los que andan delante de ti con todo su corazón;
(1R 8:24) que has cumplido a tu esclavo [siervo, sirviente] David mi padre lo que le
prometiste; lo dijiste con tu boca, y con tu
mano lo has cumplido, como sucede en este día.
(1R 8:25) Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu
esclavo [siervo, sirviente] David mi
padre lo que le prometiste, diciendo: No te faltará
varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos
guarden mi camino y vayan delante de mí como tú has andado delante de mí.
(1R 8:26) Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la
palabra que dijiste a tu esclavo [siervo, sirviente] David mi padre.
(1R 8:27) Pero ¿es verdad
que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos,
los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo
he edificado?
(1R 8:28) Con todo, tú atenderás a la oración de tu esclavo [siervo, sirviente], y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la
oración que tu esclavo [siervo,
sirviente] hace hoy delante de ti;
(1R 8:29) que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre
esta casa, sobre este lugar del cual has dicho:
Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu esclavo [siervo, sirviente] haga en este lugar.
(1R 8:30) Oye, pues, la
oración de tu esclavo [siervo, sirviente],
y de tu pueblo Israel; cuando oren en este
lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y
perdona.
(1R 8:31) Si alguno pecare
contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el
juramento delante de tu altar en esta casa;
(1R 8:32) tú oirás desde el
cielo y actuarás, y juzgarás a tus esclavos [siervos, sirvientes], condenando al impío [irreverente y sin ley] y haciendo recaer su
proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.
(1R 8:33) Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus
enemigos por haber pecado contra ti, y se volvieren a ti y confesaren tu nombre, y oraren y te rogaren y suplicaren en esta
casa,
(1R 8:34) tú oirás en los
cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra
que diste a sus padres.
(1R 8:35) Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber
ellos pecado contra ti, y te rogaren en este
lugar y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres,
(1R 8:36) tú oirás en los
cielos, y perdonarás el pecado de tus esclavos
[siervos, sirvientes] y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que
vayan; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad [posesión territorial].
(1R 8:37) Si en la tierra hubiere
hambre, pestilencia, tizoncillo, añublo, langosta o pulgón; si sus enemigos los
sitiaren en la tierra en donde habiten; cualquier plaga o enfermedad que sea;
(1R 8:38) toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando «cualquiera»*
sintiere la plaga en su corazón, y extendiere sus manos a esta casa,
(1R 8:39) tú oirás en los
cielos, en el lugar de tu morada, y perdonarás, y actuarás, y darás a cada uno
conforme a sus caminos, cuyo corazón tú
conoces (porque sólo tú conoces el corazón
de todos los hijos de los hombres);
(1R 8:40) para que te teman
todos los días que vivan sobre la
superficie [faz] de la tierra
que tú diste a nuestros padres.
(1R 8:41) Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo
Israel, que viniere de lejanas tierras a causa
de tu nombre
(1R 8:42) (pues oirán de tu
gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido), y viniere a orar a
esta casa,
(1R 8:43) tú oirás en los
cielos, en el lugar de tu morada, y harás conforme a todo aquello por lo cual
el extranjero hubiere clamado a ti, para que todos los pueblos de la tierra
conozcan tu nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre
es invocado sobre esta casa que yo edifiqué.
(1R 8:44) Si tu pueblo saliere
en batalla contra sus enemigos por el camino que tú les mandes, y oraren a
Jehová con el rostro hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo
edifiqué a tu nombre,
(1R 8:45) tú oirás en los
cielos su oración y su súplica, y les harás justicia.
(1R 8:46) Si pecaren contra ti
(porque no hay hombre que no peque), y estuvieres airado contra ellos, y los
entregares delante del enemigo, para que los cautive y lleve a tierra enemiga,
sea lejos o cerca,
(1R 8:47) y «ellos
volvieren en sí»* en la tierra donde fueren
cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en
la tierra de los que los cautivaron, y dijeren: Pecamos, hemos hecho lo malo,
hemos cometido impiedad;
(1R 8:48) y si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hubieren llevado
cautivos, y oraren a ti con el rostro hacia su
tierra que tú diste a sus padres, y hacia la ciudad que tú elegiste y la casa
que yo he edificado a tu nombre,
(1R 8:49) tú oirás en los
cielos, en el lugar de tu morada, su oración y su súplica, y les harás
justicia.
(1R 8:50) Y perdonarás a tu
pueblo que había pecado contra ti, y todas sus infracciones con que se hayan
rebelado contra ti, y harás que tengan de ellos misericordia los que los
hubieren llevado cautivos;
(1R 8:51) porque ellos son tu
pueblo y tu heredad [posesión
territorial], el cual tú sacaste de
Egipto, de en medio del horno de hierro.
(1R 8:52) Estén, pues, atentos tus ojos a la oración de tu
esclavo [siervo, sirviente] y a la
plegaria de tu pueblo Israel, para oírlos en
todo aquello por lo cual te invocaren;
(1R 8:53) porque tú los
apartaste para ti como heredad [posesión
territorial] tuya de entre todos los pueblos de la tierra, como lo
dijiste por medio de Moisés tu esclavo [siervo, sirviente], cuando sacaste a nuestros
padres de Egipto, oh Señor Jehová .
(1R 8:54) Cuando acabó Salomón de hacer a
Jehová toda esta oración y súplica, se levantó de estar de rodillas delante del
altar de Jehová con sus manos extendidas al cielo;
(1R 8:55) y puesto en pie,
bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:
(1R 8:56) Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él
había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su
esclavo [siervo, sirviente],
ha faltado.
(1R 8:57) Esté con nosotros
Jehová nuestro Dios, como estuvo con nuestros padres, y no nos desampare ni nos
deje.
(1R 8:58) Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos
sus caminos, y guardemos sus mandamientos
y sus estatutos y sus decretos, los cuales mandó a nuestros padres.
(1R 8:59) Y estas mis palabras con que he orado delante de
Jehová, estén cerca de Jehová nuestro Dios de
día y de noche, para que él proteja la causa de su esclavo [siervo, sirviente] y de su pueblo Israel, «cada cosa en su tiempo;»*
(1R 8:60) a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan
que Jehová es Dios, y que no hay otro.
(1R 8:61) Sea, pues, perfecto
su [de ustedes] corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de hoy.
(1R 8:62) Entonces el rey, y todo Israel con él, sacrificaron
víctimas delante de Jehová.
(1R 8:63) Y ofreció Salomón
sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová: veintidós mil bueyes y ciento
veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de
Jehová.
(1R 8:64) Aquel mismo día santificó el rey el medio del
atrio, el cual estaba delante de la casa de Jehová; porque ofreció allí los holocaustos, las ofrendas y la grosura de
los sacrificios de paz, por cuanto el altar de bronce que estaba delante de
Jehová era pequeño, y no cabían en él los holocaustos, las ofrendas y la
grosura de los sacrificios de paz.
(1R 8:65) En aquel tiempo
Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel, una
gran congregación, desde donde entran en Hamat hasta el río de Egipto, delante
de Jehová nuestro Dios, por siete días
y aun por otros siete días, esto es,
por catorce días.
(1R 8:66) Y al octavo día despidió al pueblo; y ellos,
bendiciendo al rey, se fueron a sus moradas alegres y gozosos de corazón, por todos los beneficios que Jehová
había hecho a David su esclavo [siervo, sirviente] y a su pueblo Israel.
Pacto de Dios con Salomón
(2Cr 7:11-22)
(1R 9:1) Cuando Salomón hubo acabado la
obra de la casa de Jehová, y la casa real, y todo lo que Salomón quiso hacer,
(1R 9:2) Jehová apareció a
Salomón la la segunda vez, como le había aparecido en Gabaón.
(1R 9:3) Y le dijo Jehová: Yo
he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado
esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en
ella estarán mis ojos y mi corazón
todos los días.
(1R 9:4) Y si tú anduvieres
delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad
de corazón y en rectitud [equidad, derecho], haciendo todas las cosas
que yo te he mandado, y guardando mis estatutos
y mis decretos,
(1R 9:5) yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para
siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel.
(1R 9:6) Mas si obstinadamente se apartaren de mí ustedes y sus [de
ustedes] hijos, y no cumplieren [guardaren,
conservaren] mis mandamientos
y mis estatutos que yo he puesto delante de ustedes, sino que fueren y
sirvieren a dioses ajenos, y los adoraren;
(1R 9:7) yo cortaré a Israel
de sobre la superficie [faz]
de la tierra que les he entregado; y esta casa
que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será
por proverbio y refrán a todos los pueblos;
(1R 9:8) y esta casa, que estaba en estima, cualquiera que
pase por ella se asombrará, y se burlará, y
dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa?
(1R 9:9) Y dirán: Por cuanto
dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y
echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha traído
Jehová sobre ellos todo este mal.
Otras actividades de Salomón
(2Cr 8:1-18)
(1R 9:10) Sucedió al cabo de
veinte años, cuando Salomón ya había edificado las
dos casas, la casa de Jehová y la casa real,
(1R 9:11) para las cuales Hiram rey de Tiro había traído a Salomón madera de cedro y de ciprés, y cuanto oro
quiso, que el rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades en tierra de Galilea .
(1R 9:12) Y salió Hiram de
Tiro para ver las ciudades que Salomón le había dado, y no «le gustaron.»*
(1R 9:13) Y dijo: ¿Qué
ciudades son estas que me has dado, hermano? Y les puso por nombre, la tierra
de Cabul, nombre que tiene hasta hoy.
(1R 9:14) E Hiram había enviado
al rey ciento veinte talentos de oro.
(1R 9:15) Esta es la razón de la leva que el rey Salomón
impuso para edificar la casa de Jehová, y su
propia casa, y Milo, y el muro de Jerusalén, y Hazor, Meguido y Gezer:
(1R 9:16) Faraón el rey de Egipto había subido y tomado a Gezer, y la quemó, y dio muerte a los
cananeos que habitaban la ciudad, y la dio en dote a su hija la mujer de
Salomón.
(1R 9:17) Restauró, pues,
Salomón a Gezer y a la baja Bethorón,
(1R 9:18) a Baalat, y a Tadmor en tierra del desierto;
(1R 9:19) asimismo todas las ciudades donde Salomón tenía provisiones, y las ciudades de los carros, y las
ciudades de la gente de a caballo, y todo lo que Salomón quiso edificar en
Jerusalén, en el Líbano, y en toda la tierra de su señorío.
(1R 9:20) A todos los pueblos que quedaron de los amorreos,
heteos, ferezeos, heveos y jebuseos, que no eran de los hijos de Israel;
(1R 9:21) a sus hijos que quedaron
en la tierra después de ellos, que los hijos de Israel no pudieron acabar, hizo
Salomón que sirviesen con tributo hasta hoy.
(1R 9:22) Mas a ninguno de los hijos de Israel impuso Salomón servicio, sino que eran hombres de guerra, o
sus criados, sus príncipes, sus capitanes, comandantes de sus carros, o su
gente de a caballo.
(1R 9:23) Y los que Salomón había hecho jefes y vigilantes
sobre las obras eran quinientos cincuenta, los cuales estaban sobre el pueblo
que trabajaba en aquella obra.
(1R 9:24) Y subió la hija de
Faraón de la ciudad de David a su casa que Salomón le había edificado; entonces
edificó él a Milo.
(1R 9:25) Y ofrecía Salomón
tres veces cada año holocaustos y sacrificios de paz sobre el altar que él
edificó a Jehová, y quemaba incienso sobre el que estaba delante de Jehová,
después que la casa fue terminada.
(1R 9:26) Hizo también el rey
Salomón naves en Ezión-geber, que está junto a Elot en la ribera del Mar Rojo,
en la tierra de Edom.
(1R 9:27) Y envió Hiram en ellas
a sus esclavos [siervos, sirvientes], marineros y diestros en
el mar, con los esclavos [siervos,
sirvientes] de Salomón,
(1R 9:28) los cuales fueron a Ofir y tomaron de allí oro,
cuatrocientos veinte talentos, y lo trajeron al rey Salomón.
La reina de Sabá visita a Salomón
(2Cr 9:1-12)
(1R 10:1) Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había
alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle
con preguntas difíciles.
(1R 10:2) Y vino a Jerusalén con un grupo [cuadrilla, séquito] muy grande, con camellos
cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando
vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.
(1R 10:3) Y Salomón le contestó
todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.
(1R 10:4) Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría
de Salomón, y la casa que había edificado,
(1R 10:5) asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de
sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus
maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en
la casa de Jehová, «se»* «quedó
asombrada.»
(1R 10:6) Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas
y de tu sabiduría;
(1R 10:7) pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis
ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad;
es mayor tu sabiduría y bien, que la
fama que yo había oído.
(1R 10:8) Dichosos [afortunados,
bienaventurados] tus hombres, dichosos estos tus esclavos [siervos, sirvientes], que están continuamente
delante de ti, y oyen tu sabiduría.
(1R 10:9) Jehová tu Dios sea
bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová
ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y
justicia.
(1R 10:10) Y dio ella al rey
ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca
vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón.
(1R 10:11) La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de
sándalo, y piedras preciosas.
(1R 10:12) Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las
casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante
madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy.
(1R 10:13) Y el rey Salomón dio
a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo
que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.
Riquezas y fama de Salomón
(2Cr 9:13-24)
(1R 10:14) El peso del oro que Salomón tenía de renta cada
año, era seiscientos sesenta y seis talentos de
oro;
(1R 10:15) sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación
de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la
tierra.
(1R 10:16) Hizo también el rey
Salomón doscientos escudos grandes de oro batido; seiscientos siclos de oro
gastó en cada escudo.
(1R 10:17) Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en
«cada uno de los cuales»* gastó tres
libras de oro; y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano.
(1R 10:18) Hizo también el rey
un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.
(1R 10:19) Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era
redonda por el respaldo; «y a uno y otro
lado»* tenía brazos cerca del asiento, junto
a los cuales estaban colocados dos leones.
(1R 10:20) Estaban también doce leones puestos allí sobre las
seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono
semejante.
(1R 10:21) Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de
oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro
fino; nada de plata, porque en tiempo
de Salomón no era apreciada.
(1R 10:22) Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de
Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la
flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
(1R 10:23) Así excedía el rey
Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.
(1R 10:24) Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón,
para oír la sabiduría que Dios había
puesto en su corazón.
(1R 10:25) Y «todos»* le llevaban «cada
año»* sus regalos [presentes]: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas,
especias aromáticas, caballos y mulos.
Salomón comercia con caballos y
carros
(2Cr 1:14-17; 9:25-28)
(1R 10:26) Y juntó Salomón
carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil
jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en
Jerusalén.
(1R 10:27) E hizo el rey que en
Jerusalén la plata llegara a ser como piedras, y los cedros como cabrahigos de
la Sefela en abundancia.
(1R 10:28) Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón;
porque la compañía de los mercaderes del rey compraba
caballos y lienzos.
(1R 10:29) Y venía y salía de
Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento
cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos,
y de Siria.
Apostasía y errores de Salomón
(1R 11:1) Pero el rey Salomón amó, además de la hija de
Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de
Edom, a las de Sidón, y a las heteas;
(1R 11:2) gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No se llegaran a ellas, ni
ellas se llegarán a ustedes; porque ciertamente harán inclinar sus [de ustedes] corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor .
(1R 11:3) Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas
concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón.
(1R 11:4) Y cuando Salomón era
ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón
tras dioses ajenos, y su corazón no era
perfecto con Jehová su Dios, como el corazón
de su padre David.
(1R 11:5) Porque Salomón siguió
a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas.
(1R 11:6) E hizo Salomón lo malo
ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su
padre.
(1R 11:7) Entonces edificó
Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está
enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón.
(1R 11:8) Así hizo para todas
sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a
sus dioses.
(1R 11:9) Y se enojó Jehová
contra Salomón, por cuanto su corazón
se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos
veces,
(1R 11:10) y le había mandado
acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le
mandó Jehová.
(1R 11:11) Y dijo Jehová a
Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto [alianza, convenio,
acuerdo] y mis estatutos que yo te
mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo.
(1R 11:12) Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo.
(1R 11:13) Pero no romperé todo
el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi esclavo [siervo, sirviente], y por amor a Jerusalén,
la cual yo he elegido.
(1R 11:14) Y Jehová suscitó un adversario a Salomón: Hadad
edomita, de sangre real, el cual estaba en Edom.
(1R 11:15) Porque cuando David
estaba en Edom, y subió Joab el general del ejército a enterrar los muertos, y
mató a todos los varones de Edom
(1R 11:16) (porque seis meses
habitó allí Joab, y todo Israel, hasta que hubo
acabado con todo el sexo masculino en Edom),
(1R 11:17) Hadad huyó, y con él
algunos varones edomitas de los esclavos [siervos, sirvientes] de su padre, y se fue a Egipto; era entonces Hadad muchacho
pequeño.
(1R 11:18) Y se levantaron de Madián, y vinieron a Parán; y
tomando consigo hombres de Parán, vinieron a
Egipto, a Faraón rey de Egipto, el cual les dio casa y les señaló alimentos, y
aun les dio tierra.
(1R 11:19) Y halló Hadad gran
favor delante de Faraón, el cual le dio por mujer la hermana de su esposa, la
hermana de la reina Tahpenes.
(1R 11:20) Y la hermana de Tahpenes le dio a luz su hijo Genubat, al cual destetó Tahpenes en casa de
Faraón; y estaba Genubat en casa de Faraón entre los hijos de Faraón.
(1R 11:21) Y oyendo Hadad en
Egipto que David había dormido con sus padres, y que era muerto Joab general
del ejército, Hadad dijo a Faraón: Déjame ir a mi tierra.
(1R 11:22) Faraón le respondió:
¿Por qué? ¿Qué te falta conmigo, que procuras irte a tu tierra? El respondió:
Nada; con todo, te ruego que me dejes ir.
(1R 11:23) Dios también levantó por adversario contra Salomón
a Rezón hijo de Eliada, el cual había huido de
su amo Hadadezer, rey de Soba.
(1R 11:24) Y había juntado
gente contra él, y se había hecho capitán de una compañía, cuando David deshizo
a los de Soba. Después fueron a Damasco y habitaron allí, y le hicieron rey en
Damasco.
(1R 11:25) Y fue adversario de
Israel todos los días de Salomón; y fue
otro mal con el de Hadad, porque aborreció a Israel, y reinó sobre Siria.
(1R 11:26) También Jeroboam hijo de Nabat, efrateo de Sereda,
esclavo [siervo, sirviente] de Salomón,
cuya madre se llamaba Zerúa, la cual era viuda, alzó su mano contra el rey.
(1R 11:27) La causa por la cual éste alzó su mano contra el
rey fue esta: Salomón, edificando a Milo, cerró
el portillo de la ciudad de David su padre.
(1R 11:28) Y este varón Jeroboam era valiente y esforzado; y
viendo Salomón al joven que era «hombre activo,»* le encomendó todo el cargo de la casa de José.
(1R 11:29) Sucedió, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de
Jerusalén, le encontró en el camino el profeta
Ahías silonita, y éste estaba cubierto
con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo.
(1R 11:30) Y tomando Ahías la
capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos,
(1R 11:31) y dijo a Jeroboam:
Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí
que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus;
(1R 11:32) y él tendrá una
tribu por amor a David mi esclavo [siervo,
sirviente], y por amor a Jerusalén, ciudad que yo he elegido de todas las tribus de Israel;
(1R 11:33) por cuanto me han dejado, y han adorado a Astoret
diosa de los sidonios, a Quemos dios de Moab, y a Moloc dios de los hijos de
Amón; y no han andado en mis caminos para hacer
lo recto delante de mis ojos, y mis estatutos y mis decretos, como hizo David
su padre.
(1R 11:34) Pero no quitaré nada
del reino de sus manos, sino que lo retendré por rey todos los días de su vida, por amor a David mi esclavo [siervo, sirviente], al cual yo elegí, y quien guardó mis mandamientos
y mis estatutos.
(1R 11:35) Pero quitaré el
reino de la mano de su hijo, y lo daré a ti, las diez tribus.
(1R 11:36) Y a su hijo daré una
tribu, para que mi esclavo [siervo,
sirviente] David tenga lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para
poner en ella mi nombre.
(1R 11:37) Yo, pues, te tomaré a ti, y tú reinarás en todas
las cosas que deseare tu alma, y serás rey sobre Israel.
(1R 11:38) Y si prestares oído
a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo
recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi esclavo [siervo, sirviente], yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a
David, y yo te entregaré a Israel.
(1R 11:39) Y yo afligiré a la
descendencia de David a causa de esto, mas no «para
siempre.»*
(1R 11:40) Por esto Salomón procuró matar a Jeroboam, pero
Jeroboam se levantó y huyó a Egipto, a Sisac rey de Egipto, y estuvo en Egipto
hasta la muerte de Salomón.
Muerte de Salomón
(2Cr 9:29-31)
(1R 11:41) Los demás hechos de Salomón, y todo lo que hizo, y su sabiduría,
¿no está escrito en el libro de los hechos de Salomón?
(1R 11:42) Los días
que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel
fueron cuarenta años.
(1R 11:43) Y durmió Salomón con
sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David; y reinó en su lugar
Roboam su hijo.
Rebelión de Israel
(2Cr 10:1; 11:4)
(1R 12:1) Roboam fue a Siquem,
porque todo Israel había venido a Siquem para hacerle rey.
(1R 12:2) Y sucedió que cuando
lo oyó Jeroboam hijo de Nabat, que aún estaba en Egipto, adonde había huido de
la presencia [de delante] del
rey Salomón, y habitaba en Egipto,
(1R 12:3) enviaron a llamarle.
Vino, pues, Jeroboam, y toda la congregación de Israel, y hablaron a Roboam,
diciendo:
(1R 12:4) Tu padre agravó
nuestro yugo, mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre, y
del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos.
(1R 12:5) Y él les dijo:
váyanse, y de aquí a tres días vuelvan
a mí. Y el pueblo se fue.
(1R 12:6) Entonces el rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado delante de Salomón
su padre cuando vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejan ustedes que responda a este
pueblo?
(1R 12:7) Y ellos le hablaron
diciendo: Si tú fueres hoy esclavo [siervo,
sirviente] de este pueblo y lo sirvieres,
y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán «para siempre.»*
(1R 12:8) Pero él dejó el
consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo de los jóvenes que se
habían criado con él, y estaban delante de él.
(1R 12:9) Y les dijo: ¿Cómo
aconsejan ustedes que respondamos a este pueblo, que me ha hablado diciendo:
Disminuye algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros?
(1R 12:10) Entonces los jóvenes que se habían criado con él le respondieron diciendo: Así hablarás a este pueblo que
te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos
algo; así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos
de mi padre.
(1R 12:11) Ahora, pues, mi
padre les cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a su [de ustedes] yugo; mi
padre les castigó con azotes, mas yo
les castigaré con escorpiones.
(1R 12:12) Al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a
Roboam, según el rey lo había mandado, diciendo:
Vuelvan a mí al tercer día.
(1R 12:13) Y el rey respondió
al pueblo duramente, dejando el consejo que los ancianos le habían dado;
(1R 12:14) y les habló conforme
al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó su [de ustedes] yugo, pero yo añadiré a su [de
ustedes] yugo; mi padre les castigó con azotes, mas yo les castigaré con escorpiones.
(1R 12:15) Y no oyó el rey al
pueblo; porque era designio de Jehová
para confirmar la palabra que Jehová había hablado «por medio de»*
Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat.
(1R 12:16) Cuando todo el pueblo vio
que el rey no les había oído, le respondió estas palabras, diciendo: ¿Qué parte
tenemos nosotros con David? No tenemos heredad [posesión territorial] en el hijo de Isaí.
¡Israel, a tus tiendas! ¡Provee ahora en tu
casa, David! Entonces Israel se fue a sus tiendas.
(1R 12:17) Pero reinó Roboam
sobre los hijos de Israel que moraban en las ciudades de Judá.
(1R 12:18) Y el rey Roboam envió
a Adoram, que estaba sobre los tributos; pero lo apedreó todo Israel, y murió.
Entonces el rey Roboam se apresuró a subirse en un carro y huir a Jerusalén.
(1R 12:19) Así se apartó Israel
de la casa de David hasta hoy.
(1R 12:20) Y sucedió que oyendo
todo Israel que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarle a la congregación, y
le hicieron rey sobre todo Israel, sin quedar tribu alguna que siguiese la casa
de David, sino sólo la tribu de Judá.
(1R 12:21) Y cuando Roboam vino a Jerusalén, reunió a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín,
ciento ochenta mil «hombres,
guerreros»* escogidos, con el fin de hacer
guerra a la casa de Israel, y hacer volver el reino a Roboam hijo de Salomón.
(1R 12:22) Pero vino palabra de
Jehová a Semaías varón de Dios, diciendo:
(1R 12:23) Habla a Roboam hijo
de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y de Benjamín, y a los demás
del pueblo, diciendo:
(1R 12:24) Así ha dicho Jehová:
No vayan, ni peleen contra sus [de
ustedes] hermanos los hijos de Israel; vuelvan «cada uno»* a
su casa, porque esto lo he hecho yo. Y ellos
oyeron la palabra de Dios, y volvieron y se fueron, conforme a la palabra de
Jehová.
El pecado de Jeroboam
(1R 12:25) Entonces reedificó
Jeroboam a Siquem en el monte de Efraín, y habitó en ella; y saliendo de allí,
reedificó a Penuel.
(1R 12:26) Y dijo Jeroboam en
su corazón: Ahora se volverá el reino a
la casa de David,
(1R 12:27) si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la
casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón
de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y
se volverán a Roboam rey de Judá.
(1R 12:28) Y habiendo tenido consejo,
hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante han subido a
Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la
tierra de Egipto.
(1R 12:29) Y puso uno en Betel, y el otro en Dan.
(1R 12:30) Y esto fue causa de
pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan.
(1R 12:31) Hizo también casas
sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de
los hijos de Leví.
(1R 12:32) Entonces instituyó
Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme
a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así
hizo en Betel, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó
también en Betel sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado.
(1R 12:33) Sacrificó, pues,
sobre el altar que él había hecho en Betel, a los quince
días del mes
octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar
para quemar incienso.
Un profeta de Judá amonesta a
Jeroboam
(1R 13:1) He aquí que un varón de Dios por palabra de Jehová
vino de Judá a Betel; y estando Jeroboam junto al altar para quemar incienso,
(1R 13:2) aquél clamó contra el altar por palabra de Jehová y
dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de David nacerá
un hijo llamado Josías, el cual sacrificará
sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y
sobre ti quemarán huesos de hombres.
(1R 13:3) Y aquel mismo día dio una señal, diciendo: Esta es la señal
de que Jehová ha hablado: he aquí que el altar
se quebrará, y la ceniza que sobre él está se derramará.
(1R 13:4) Cuando el rey Jeroboam oyó la
palabra del varón de Dios, que había clamado contra el altar de Betel,
extendiendo su mano desde el altar, dijo: ¡Préndanle! Mas la mano que había
extendido contra él, se le secó, y no la pudo enderezar.
(1R 13:5) Y el altar se rompió,
y se derramó la ceniza del altar, conforme a la señal
que el varón de Dios había dado por palabra de Jehová.
(1R 13:6) Entonces respondiendo
el rey, dijo al varón de Dios: «Te
pido»* que ruegues
ante la presencia de Jehová tu Dios, y ores por mí, para que mi mano me sea
restaurada. Y el varón de Dios oró a Jehová, y la mano del rey se le restauró,
y quedó como «era antes.»
(1R 13:7) Y el rey dijo al
varón de Dios: Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un regalo [presente].
(1R 13:8) Pero el varón de Dios dijo
al rey: Aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan
ni bebería agua en este lugar.
(1R 13:9) Porque así me está ordenado
por palabra de Jehová, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por
el camino que fueres.
(1R 13:10) Regresó, pues, por
otro camino, y no volvió por el camino por donde había venido a Betel.
(1R 13:11) Moraba entonces en Betel un viejo profeta, al cual
vino su hijo y le contó todo lo que el varón de
Dios había hecho aquel día en Betel; le contaron también a su padre las
palabras que había hablado al rey.
(1R 13:12) Y su padre les dijo:
¿Por qué camino se fue? Y sus hijos le mostraron el camino por donde había
regresado el varón de Dios que había venido de Judá.
(1R 13:13) Y él dijo a sus
hijos: Ensíllenme el asno. Y ellos le ensillaron el asno, y él lo montó.
(1R 13:14) Y yendo tras el
varón de Dios, le halló sentado debajo de una encina, y le dijo: ¿Eres tú el
varón de Dios que vino de Judá? El dijo: Yo soy.
(1R 13:15) Entonces le dijo:
Ven conmigo a casa, y come pan.
(1R 13:16) Mas él respondió: No
podré volver contigo, ni iré contigo, ni tampoco comeré pan ni beberé agua
contigo en este lugar.
(1R 13:17) Porque por palabra de Dios «me
ha sido dicho:»*
No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el camino por donde fueres.
(1R 13:18) Y el otro le dijo,
mintiéndole: Yo también soy profeta
como tú, y un ángel me ha hablado por palabra de Jehová, diciendo: Tráele
contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua.
(1R 13:19) Entonces volvió con él, y comió pan en su casa, y bebió agua.
(1R 13:20) Y sucedió que
estando ellos en la mesa, vino palabra de Jehová al profeta que le había hecho volver.
(1R 13:21) Y clamó al varón de
Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto has sido
rebelde «al mandato de»* Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te había
prescrito,
(1R 13:22) sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no
comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus
padres.
(1R 13:23) Cuando había comido
pan y bebido, el que le había hecho volver le ensilló el asno.
(1R 13:24) Y yéndose, le topó
un león en el camino, y le mató; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el
asno junto a él, y el león también junto al cuerpo.
(1R 13:25) Y he aquí unos que pasaban, y vieron el cuerpo que estaba echado en el camino, y el león
que estaba junto al cuerpo; y vinieron y lo dijeron en la ciudad donde el viejo
profeta habitaba.
(1R 13:26) Oyéndolo el profeta que le había hecho volver del camino,
dijo: El varón de Dios es, que fue rebelde «al
mandato de»* Jehová; por tanto, Jehová le ha entregado al león, que le ha quebrantado [despedazado] y matado, conforme a la palabra de Jehová que él le dijo.
(1R 13:27) Y habló a sus hijos,
y les dijo: Ensíllenme un asno. Y ellos se lo ensillaron.
(1R 13:28) Y él fue, y halló el
cuerpo tendido en el camino, y el asno y el león que estaban junto al cuerpo;
el león no había comido el cuerpo, ni dañado al asno.
(1R 13:29) Entonces tomó el profeta el cuerpo del varón de Dios, y lo
puso sobre el asno y se lo llevó. Y el profeta
viejo vino a la ciudad, para endecharle y enterrarle.
(1R 13:30) Y puso el cuerpo en
su sepulcro; y le endecharon, diciendo: ¡Ay, hermano mío!
(1R 13:31) Y después que le
hubieron enterrado, habló a sus hijos, diciendo: Cuando yo muera, entiérrenme
en el sepulcro en que está sepultado el varón de Dios; pongan mis huesos junto a los suyos.
(1R 13:32) Porque sin duda vendrá
lo que él dijo a voces por palabra de Jehová contra el altar que está en Betel,
y contra todas las casas de los lugares altos que están en las ciudades de
Samaria.
(1R 13:33) Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino, sino que volvió a hacer sacerdotes de los
lugares altos de entre el pueblo, y a quien quería «lo consagraba»*
para que fuese de los sacerdotes de los lugares altos.
(1R 13:34) Y esto fue causa de
pecado a la casa de Jeroboam, por lo cual fue cortada y raída de sobre la
superficie [faz] de la tierra.