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DANIEL
Daniel y sus compañeros en Babilonia
(Dn 1:1) En el año tercero del reinado de Joacim rey de
Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió.
(Dn 1:2) Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de
Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de
Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de
su dios.
(Dn 1:3) Y dijo el rey a
Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje
real de los príncipes,
(Dn 1:4) muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de
buen parecer, enseñados en toda sabiduría,
sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase
las letras y la lengua de los caldeos.
(Dn 1:5) Y les señaló el rey
ración para «cada día,»* de la provisión
de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.
(Dn 1:6) Entre éstos estaban
Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá.
(Dn 1:7) A éstos el jefe de
los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a
Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.
(Dn 1:8) Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la
porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al
jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.
(Dn 1:9) Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos;
(Dn 1:10) y dijo el jefe de
los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló su [de ustedes] comida y su [de ustedes] bebida; pues luego que él vea sus [de
ustedes] rostros más pálidos que los de los muchachos que son
semejantes a ustedes, condenaran para con el rey
mi cabeza.
(Dn 1:11) Entonces dijo Daniel
a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías,
Misael y Azarías:
(Dn 1:12) «Te ruego»* que hagas la prueba con tus esclavos [siervos, sirvientes] por diez días, y nos den
legumbres a comer, y agua a beber.
(Dn 1:13) Compara luego nuestros
rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida
del rey, y haz después con tus esclavos [siervos, sirvientes] según veas.
(Dn 1:14) Consintió, pues, con
ellos en esto, y probó con ellos diez días.
(Dn 1:15) Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los
otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey.
(Dn 1:16) Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la
comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.
(Dn 1:17) A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento
e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.
(Dn 1:18) Pasados, pues, los días al fin de los cuales había
dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de
Nabucodonosor.
(Dn 1:19) Y el rey habló con
ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías,
Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey.
(Dn 1:20) En todo asunto de sabiduría
e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos
que había en todo su reino.
(Dn 1:21) Y continuó Daniel
hasta el año primero del rey Ciro.
Daniel interpreta el sueño de
Nabucodonosor
(Dn 2:1) En el segundo año del reinado de Nabucodonosor,
tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño.
(Dn 2:2) Hizo llamar el rey a magos, astrólogos,
encantadores y caldeos, para que le
explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey.
(Dn 2:3) Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se
ha turbado [atormentado, agobiado, alterado]
por saber el sueño.
(Dn 2:4) Entonces hablaron
los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus esclavos [siervos,
sirvientes], y te mostraremos la interpretación.
(Dn 2:5) Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo
olvidé; si no me muestran el sueño y su
interpretación, serán hechos pedazos, y sus [de
ustedes] casas serán convertidas en muladares.
(Dn 2:6) Y si me mostraren el sueño y su interpretación, recibirán de mí dones y favores y gran honra. Díganme, pues, el
sueño y su interpretación.
(Dn 2:7) Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus esclavos [siervos,
sirvientes], y le mostraremos la interpretación.
(Dn 2:8) El rey respondió y dijo: Yo
conozco ciertamente que ustedes ponen dilaciones, porque ven que el asunto se
me ha ido.
(Dn 2:9) Si no me muestran el sueño, una sola sentencia hay para ustedes. Ciertamente preparan
respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el
tiempo. Díganme, pues, el sueño, para
que yo sepa que me pueden dar su interpretación.
(Dn 2:10) Los caldeos respondieron
delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el
asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa
semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo.
(Dn 2:11) Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y
no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con
la carne.
(Dn 2:12) Por esto el rey con ira
y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia.
(Dn 2:13) Y se publicó el
edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a
sus compañeros para matarlos.
(Dn 2:14) Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a
Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido
para matar a los sabios de Babilonia.
(Dn 2:15) Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la
causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente?
Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había.
(Dn 2:16) Y Daniel entró y
pidió al rey que le diese tiempo, y que
él mostraría la interpretación al rey.
(Dn 2:17) Luego se fue Daniel
a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus
compañeros,
(Dn 2:18) para que pidiesen misericordias del Dios del cielo
sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus
compañeros no pereciesen con los otros sabios de
Babilonia.
(Dn 2:19) Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel
al Dios del cielo.
(Dn 2:20) Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el
poder y la sabiduría.
(Dn 2:21) El muda los tiempos y las edades;
quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría
a los sabios, y la ciencia a los
entendidos.
(Dn 2:22) El revela lo
profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.
(Dn 2:23) A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te
alabo, porque me has dado sabiduría y
fuerza, y ahora me has revelado lo que te
pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.
(Dn 2:24) Después de esto fue
Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de
Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la
presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación.
(Dn 2:25) Entonces Arioc llevó
prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los
deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación.
(Dn 2:26) Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que
vi, y su interpretación?
(Dn 2:27) Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni
adivinos lo pueden revelar al rey.
(Dn 2:28) Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de suceder
[acontecer]
en los últimos [postreros, siguientes]
días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:
(Dn 2:29) Estando tú, oh rey, en tu
cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en
lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.
(Dn 2:30) Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría
que en todos los vivientes, sino para
que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.
(Dn 2:31) Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya
gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.
(Dn 2:32) La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre
y sus muslos, de bronce;
(Dn 2:33) sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de
hierro y en parte de barro cocido.
(Dn 2:34) Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada,
no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
(Dn 2:35) Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el
barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del
verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.
(Dn 2:36) Este es el sueño; también la interpretación de él
diremos en presencia del rey.
(Dn 2:37) Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del
cielo te ha dado reino, poder, fuerza y
majestad.
(Dn 2:38) Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias
del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el
dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.
(Dn 2:39) Y después de ti se levantará otro reino inferior al
tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.
(Dn 2:40) Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como
el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo.
(Dn 2:41) Y lo que viste de
los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de
hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro,
así como viste hierro mezclado con barro cocido.
(Dn 2:42) Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y
en parte de barro cocido, el reino será en parte
fuerte, y en parte frágil.
(Dn 2:43) Así como viste el
hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no
se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.
(Dn 2:44) Y en los días de estos reyes el Dios del cielo
levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos
reinos, pero él permanecerá para siempre,
(Dn 2:45) de la manera que viste que del monte fue cortada
una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la
plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de suceder [acontecer]
en lo por venir; y el sueño es verdadero,
y fiel su interpretación.
(Dn 2:46) Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que
le ofreciesen regalos [presentes]
e incienso.
(Dn 2:47) El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios
suyo [de ustedes] es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que
revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.
(Dn 2:48) Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador
de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de
Babilonia.
(Dn 2:49) Y Daniel solicitó
del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a
Sadrac, Mesac y Abednego; y Daniel estaba en la corte del rey.
Rescatados del horno de fuego
(Dn 3:1) El rey Nabucodonosor hizo
una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis
codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.
(Dn 3:2) Y envió el rey
Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes,
oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las
provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey
Nabucodonosor había levantado.
(Dn 3:3) Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados,
capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de
las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había
levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey
Nabucodonosor.
(Dn 3:4) Y el pregonero anunciaba en alta voz: Se manda a
ustedes, oh pueblos, naciones y lenguas,
(Dn 3:5) que al oír el son de
la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y
de todo instrumento de música, se postren y adoren la estatua de oro que el rey
Nabucodonosor ha levantado;
(Dn 3:6) y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un
horno de fuego ardiendo.
(Dn 3:7) Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la
bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de
todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron
y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.
(Dn 3:8) Por esto en aquel tiempo
algunos varones caldeos vinieron y acusaron
maliciosamente a los judíos.
(Dn 3:9) Hablaron y dijeron
al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.
(Dn 3:10) Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al
oír el son de la bocina, de la flauta, del
tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de
música, se postre y adore la estatua de oro;
(Dn 3:11) y el que no se postre
y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo.
(Dn 3:12) Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre
los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abednego; estos
varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la
estatua de oro que has levantado.
(Dn 3:13) Entonces Nabucodonosor dijo
con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abednego. Al instante fueron
traídos estos varones delante del rey.
(Dn 3:14) Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es cierto, Sadrac,
Mesac y Abednego, que ustedes no honran a mi dios, ni adoran la estatua de oro
que he levantado?
(Dn 3:15) Ahora, pues, ¿están dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril,
del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se
postren y adoren la estatua que he hecho? Porque si no la adoraren, en la misma
hora serán echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será
aquel que les libre de mis manos?
(Dn 3:16) Sadrac, Mesac y Abednego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que
te respondamos sobre este asunto.
(Dn 3:17) He aquí nuestro Dios a quien servimos puede
librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu
mano, oh rey, nos librará.
(Dn 3:18) Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus
dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has
levantado.
(Dn 3:19) Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra
Sadrac, Mesac y Abednego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de
lo acostumbrado.
(Dn 3:20) Y mandó a hombres
muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abednego,
para echarlos en el horno de fuego ardiendo.
(Dn 3:21) Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus
vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.
(Dn 3:22) Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían
calentado mucho, la llama del fuego mató a
aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed nego.
(Dn 3:23) Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abednego, cayeron
atados dentro del horno de fuego ardiendo.
(Dn 3:24) Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se
levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones
atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.
(Dn 3:25) Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos,
que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.
(Dn 3:26) Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del
horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abednego, esclavos [siervos, sirvientes] del Dios Altísimo, salgan
y vengan. Entonces Sadrac, Mesac y Abednego salieron de en medio del fuego.
(Dn 3:27) Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los
capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego
no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos,
ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas,
y ni siquiera olor de fuego tenían.
(Dn 3:28) Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de
ellos, de Sadrac, Mesac y Abed nego, que envió
su ángel y libró a sus esclavos [siervos, sirvientes] que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y
entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
(Dn 3:29) Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o
lengua que dijere blasfemia contra el Dios de
Sadrac, Mesac y Abednego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar;
por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.
(Dn 3:30) Entonces el rey engrandeció
a Sadrac, Mesac y Abednego en la provincia de Babilonia.
La locura de Nabucodonosor
(Dn 4:1) Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y
lenguas que habitan [moran, residen]
en toda la tierra: Paz les sea multiplicada.
(Dn 4:2) Conviene que yo
declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo.
(Dn 4:3) ¡Cuán grandes son sus señales,
y cuán potentes sus maravillas! Su
reino, reino sempiterno, y su señorío
de generación en generación.
(Dn 4:4) Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y
floreciente en mi palacio.
(Dn 4:5) Vi un sueño que me
espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones
de mi cabeza me turbaron [atormentaron, agobiaron, alteraron].
(Dn 4:6) Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los
sabios de Babilonia, para que me mostrasen la
interpretación del sueño.
(Dn 4:7) Y vinieron magos,
astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me
pudieron mostrar su interpretación,
(Dn 4:8) hasta que entró
delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en
quien mora el espíritu de los dioses
santos. Conté delante de él el sueño, diciendo:
(Dn 4:9) Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que
hay en ti espíritu de los dioses
santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las
visiones de mi sueño que he visto, y su
interpretación.
(Dn 4:10) Estas fueron las visiones
de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me
parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande.
(Dn 4:11) Crecía este árbol, y
se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver
desde todos los confines de la tierra.
(Dn 4:12) Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y
había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias
del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él
toda carne.
(Dn 4:13) Vi en las visiones
de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo
descendía del cielo.
(Dn 4:14) Y clamaba fuertemente y decía así: Derriben el árbol, y corten sus ramas, quítenle el follaje, y
dispersen su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de
sus ramas.
(Dn 4:15) Mas la cepa de sus raíces dejaran en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre
la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea
su parte entre la hierba de la tierra.
(Dn 4:16) Su corazón
de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos.
(Dn 4:17) La sentencia es por decreto de los vigilantes, y
por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y
que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres.
(Dn 4:18) Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú,
pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él,
porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación;
mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu
de los dioses santos.
(Dn 4:19) Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó
atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban [atormentaban, agobiaban, alteraraban]. El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el
sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea
para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren.
(Dn 4:20) El árbol que viste,
que crecía y se hacía fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que se veía
desde todos los confines de la tierra,
(Dn 4:21) cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y
en que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del
campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo,
(Dn 4:22) tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha
llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra.
(Dn 4:23) Y en cuanto a lo que vio
el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía: Corten el árbol y
destrúyanlo; mas la cepa de sus raíces dejaran en la tierra, con atadura de
hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo,
y con las bestias del campo sea su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos;
(Dn 4:24) esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia
del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey:
(Dn 4:25) Que te echarán de entre los hombres, y con las
bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás
bañado; y siete tiempos pasarán sobre
ti, hasta que conozcas que el Altísimo
tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere.
(Dn 4:26) Y en cuanto a la
orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa
que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna.
(Dn 4:27) Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados
redime con justicia, y tus iniquidades [grandes maldades e injusticias] haciendo
misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de
tu tranquilidad.
(Dn 4:28) Todo esto vino sobre
el rey Nabucodonosor.
(Dn 4:29) Al cabo de doce meses,
paseando en el palacio real de Babilonia,
(Dn 4:30) habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con
la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?
(Dn 4:31) Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando
vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey
Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti;
(Dn 4:32) y de entre los hombres te arrojarán, y con las
bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y
siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los
hombres, y lo da a quien él quiere.
(Dn 4:33) En la misma hora se cumplió la palabra sobre
Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el
rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas
como las de las aves.
(Dn 4:34) Mas al fin del tiempo
yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi
razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo,
y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.
(Dn 4:35) Todos los habitantes de la tierra son considerados
como nada; y él hace según su voluntad
en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien
detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?
(Dn 4:36) En el mismo tiempo
mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi
reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis
consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue
añadida.
(Dn 4:37) Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y
glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que
andan con soberbia.
La escritura en la pared
(Dn 5:1) El rey Belsasar hizo
un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino.
(Dn 5:2) Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que
Nabucodonosor su padre había traído del templo de
Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus
concubinas.
(Dn 5:3) Entonces fueron traídos
los vasos de oro que habían traído del templo de
la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus
príncipes, sus mujeres y sus concubinas.
(Dn 5:4) Bebieron vino, y
alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de
piedra.
(Dn 5:5) En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante
del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la
mano que escribía.
(Dn 5:6) Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron [atormentaron, agobiaron, alteraron], y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la
una contra la otra.
(Dn 5:7) El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera
que lea esta escritura y me muestre su
interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su
cuello, y será el tercer señor en el reino.
(Dn 5:8) Entonces fueron introducidos todos los sabios del
rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación.
(Dn 5:9) Entonces el rey Belsasar se turbó [atormentó,
agobió, alteró] sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban
perplejos.
(Dn 5:10) La reina, por las palabras del rey y de sus
príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo:
Rey, vive para siempre; no te turben [atormenten, agobien, alteren] tus pensamientos, ni palidezca tu rostro.
(Dn 5:11) En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días
de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría,
como sabiduría de los dioses; al que el
rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos,
caldeos y adivinos,
(Dn 5:12) por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia
y entendimiento, para interpretar
sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey
puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora
a Daniel, y él te dará la interpretación.
(Dn 5:13) Entonces Daniel fue traído
delante del rey. Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de
la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?
(Dn 5:14) Yo he oído de ti que
el espíritu de los dioses santos está
en ti, y que en ti se halló luz, entendimiento
y mayor sabiduría.
(Dn 5:15) Y ahora fueron traídos
delante de mí sabios y astrólogos para
que leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido
mostrarme la interpretación del asunto.
(Dn 5:16) Yo, pues, he oído de
ti que puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si ahora puedes
leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura, y un
collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino.
(Dn 5:17) Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey:
Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación.
(Dn 5:18) El Altísimo
Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y
la majestad.
(Dn 5:19) Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y
temían delante de él. A quien quería mataba, y a quien quería daba vida;
engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba.
(Dn 5:20) Mas cuando su corazón
se ensoberbeció, y su espíritu se
endureció en su orgullo, fue depuesto del trono
de su reino, y despojado de su gloria.
(Dn 5:21) Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y
su mente se hizo semejante a la de las
bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer como a buey, y su cuerpo fue mojado
con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y
que pone sobre él al que le place.
(Dn 5:22) Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón,
sabiendo todo esto;
(Dn 5:23) sino que contra el Señor del cielo te has
ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los
vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebieron
vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de
bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al
Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste.
(Dn 5:24) Entonces de su presencia fue enviada la mano que
trazó esta escritura.
(Dn 5:25) Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL,
UPARSIN.
(Dn 5:26) Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó
Dios tu reino, y le ha puesto fin.
(Dn 5:27) TEKEL: Pesado has
sido en balanza, y fuiste hallado falto.
(Dn 5:28) PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y
a los persas.
(Dn 5:29) Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar
de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino.
(Dn 5:30) La misma noche fue muerto Belsasar rey de los
caldeos.
(Dn 5:31) Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y
dos años.
Daniel en el foso de los leones
(Dn 6:1) Pareció bien a Darío constituir sobre el reino
ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino.
(Dn 6:2) Y sobre ellos tres
gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen
cuenta, para que el rey no fuese perjudicado.
(Dn 6:3) Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y
gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo
sobre todo el reino.
(Dn 6:4) Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban
ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar
ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.
(Dn 6:5) Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si
no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.
(Dn 6:6) Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para
siempre vive!
(Dn 6:7) Todos los gobernadores del reino, magistrados,
sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por
consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el
espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de
ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.
(Dn 6:8) Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para
que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no
puede ser abrogada.
(Dn 6:9) Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la
prohibición.
(Dn 6:10) Cuando Daniel supo
que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de
su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba
y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes .
(Dn 6:11) Entonces se juntaron
aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.
(Dn 6:12) Fueron luego ante el
rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que
en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh
rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de
Persia, la cual no puede ser abrogada.
(Dn 6:13) Entonces respondieron
y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá,
no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres
veces al día hace su petición.
(Dn 6:14) Cuando el rey oyó
el asunto, le pesó enteramente [en gran manera,
grandemente], y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.
(Dn 6:15) Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de
Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser
abrogado.
(Dn 6:16) Entonces el rey mandó,
y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a
Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.
(Dn 6:17) Y fue traída una
piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y
con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se
alterase.
(Dn 6:18) Luego el rey se fue
a su palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos
delante de él, y se le fue el sueño.
(Dn 6:19) El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue
apresuradamente al foso de los leones.
(Dn 6:20) Y acercándose al foso llamó
a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, esclavo [siervo, sirviente] del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú
continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?
(Dn 6:21) Entonces Daniel respondió
al rey: Oh rey, vive para siempre.
(Dn 6:22) Mi Dios envió su
ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño,
porque ante él fui hallado inocente; y
aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.
(Dn 6:23) Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de
él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue
Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado
en su Dios.
(Dn 6:24) Y dio orden el rey,
y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados
en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían
llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron
todos sus huesos.
(Dn 6:25) Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan
en toda la tierra: Paz les sea multiplicada.
(Dn 6:26) De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo
el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y
su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin.
(Dn 6:27) El salva y libra, y hace señales y maravillas en
el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del «poder
de»* los leones.
(Dn 6:28) Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío
y durante el reinado de Ciro el persa.
Visión de las cuatro bestias
(Dn 7:1) En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones
de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo
principal del asunto.
(Dn 7:2) Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro
vientos del cielo combatían en el gran mar.
(Dn 7:3) Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la
otra, subían del mar.
(Dn 7:4) La primera era como león, y tenía alas de águila.
Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron
arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a
manera de hombre, y le fue dado corazón
de hombre.
(Dn 7:5) Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso,
la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres
costillas entre los dientes; y le fue dicho así:
Levántate, devora mucha carne.
(Dn 7:6) Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a
un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia
cuatro cabezas; y le fue dado dominio.
(Dn 7:7) Después de esto miraba
yo en las visiones de la noche, y he
aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y enteramente [en gran manera, grandemente] fuerte, la cual
tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras
hollaba con sus pies, y era muy diferente de
todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos.
(Dn 7:8) Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que
otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante
de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno
tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas.
(Dn 7:9) Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y
se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era
blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama
de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.
(Dn 7:10) Un río de fuego procedía y salía de delante de él;
millares de millares le servían, y millones de
millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron
abiertos.
(Dn 7:11) Yo entonces miraba a causa del sonido de las
grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba
hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser
quemado en el fuego.
(Dn 7:12) Habían también quitado a las otras bestias su
dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo.
(Dn 7:13) Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes
del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días,
y le hicieron acercarse delante de él.
(Dn 7:14) Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que
todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran;
su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será
destruido.
(Dn 7:15) Se me turbó [atormentó, agobió, alteró] el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo,
y las visiones de mi cabeza me
asombraron.
(Dn 7:16) Me acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté la verdad
acerca de todo esto. Y me habló, y me hizo conocer la interpretación de las
cosas.
(Dn 7:17) Estas cuatro grandes
bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.
(Dn 7:18) Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo,
eternamente y para siempre.
(Dn 7:19) Entonces tuve deseo
de saber la verdad acerca de la cuarta
bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa enteramente [en gran manera, grandemente], que tenía
dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras
hollaba con sus pies;
(Dn 7:20) asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su
cabeza, y del otro que le había salido, delante
del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba
grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros.
(Dn 7:21) Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los
santos, y los vencía,
(Dn 7:22) hasta que vino el
Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo,
y los santos recibieron el reino.
(Dn 7:23) Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en
la tierra, el cual será diferente de todos los
otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará.
(Dn 7:24) Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se
levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes
derribará.
(Dn 7:25) Y hablará palabras
contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar
los tiempos y la ley; y serán
entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.
(Dn 7:26) Pero se sentará el
Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin,
(Dn 7:27) y que el reino, y el dominio y la majestad de los
reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos
los dominios le servirán y obedecerán.
(Dn 7:28) Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí,
Daniel, mis pensamientos me
turbaron [atormentaron,
agobiaron, alteraron] y mi rostro se
demudó; pero guardé el asunto en mi corazón.
Visión del carnero y del macho cabrío
(Dn 8:1) En el año tercero del reinado del rey Belsasar me
apareció una visión
a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes.
(Dn 8:2) Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en Susa,
que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai.
(Dn 8:3) Alcé los ojos y
miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y
aunque los cuernos eran altos, uno era más alto que el otro; y el más alto
creció después.
(Dn 8:4) Vi que el carnero
hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia
podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía
conforme a su voluntad, y se
engrandecía.
(Dn 8:5) Mientras yo
consideraba esto, he aquí un macho cabrío venía del lado del poniente sobre la
superficie [faz] de toda la
tierra, sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre
sus ojos.
(Dn 8:6) Y vino hasta el carnero de dos cuernos, que yo
había visto en la ribera del río, y corrió
contra él con la furia de su fuerza.
(Dn 8:7) Y lo vi que llegó
junto al carnero, y se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus dos
cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para pararse delante de él; lo derribó,
por tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su «poder.»
(Dn 8:8) Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero
estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables
hacia los cuatro vientos del cielo.
(Dn 8:9) Y de uno de ellos
salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la
tierra gloriosa.
(Dn 8:10) Y se engrandeció
hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó.
(Dn 8:11) Aun se engrandeció
contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo
sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.
(Dn 8:12) Y a causa de la prevaricación [resolución legal injusta] le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó
por tierra la verdad, e hizo cuanto
quiso, y prosperó.
(Dn 8:13) Entonces oí a un
santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta
cuándo durará la visión del continuo
sacrificio, y la prevaricación [resolución
legal injusta] asoladora entregando el santuario y el ejército para
ser pisoteados?
(Dn 8:14) Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y
mañanas; luego el santuario será purificado.
(Dn 8:15) Y sucedió que
mientras yo Daniel consideraba la visión
y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de
hombre.
(Dn 8:16) Y oí una voz de
hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la
visión.
(Dn 8:17) Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su
venida me asombré, y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo
del fin.
(Dn 8:18) Mientras él hablaba
conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar
en pie.
(Dn 8:19) Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin.
(Dn 8:20) En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y
de Persia.
(Dn 8:21) El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno
grande que tenía entre sus ojos es el rey
primero.
(Dn 8:22) Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y
sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa
nación, aunque no con la fuerza de él.
(Dn 8:23) Y al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores
lleguen al colmo, se levantará un rey altivo de
rostro y entendido en enigmas.
(Dn 8:24) Y su poder se fortalecerá,
mas no con fuerza propia; y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará
arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos.
(Dn 8:25) Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se
levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado [despedazado],
aunque no por mano humana.
(Dn 8:26) La visión
de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días.
(Dn 8:27) Y yo Daniel quedé
quebrantado [despedazado], y
estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí,
atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.
Oración de Daniel por su pueblo
(Dn 9:1) En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la
nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos,
(Dn 9:2) en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de
los años de que habló Jehová al profeta
Jeremías, que habían de cumplirse las
desolaciones de Jerusalén en setenta años.
(Dn 9:3) Y volví mi rostro a
Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.
(Dn 9:4) Y oré a Jehová mi
Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido,
que guardas el pacto [alianza,
convenio, acuerdo] y la misericordia con los que te aman y guardan
tus mandamientos;
(Dn 9:5) hemos pecado, hemos cometido iniquidad [gran maldad e
injusticia], hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos
hemos apartado de tus mandamientos y de
tus ordenanzas.
(Dn 9:6) No hemos obedecido a
tus esclavos [siervos, sirvientes] los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros
padres y a todo el pueblo de la tierra.
(Dn 9:7) Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión
de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén, y todo
Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se
rebelaron contra ti.
(Dn 9:8) Oh Jehová, nuestra
es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de
nuestros padres; porque contra ti pecamos.
(Dn 9:9) De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y
el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado,
(Dn 9:10) y no obedecimos a la
voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes
que él puso delante de nosotros por «medio
de»* sus esclavos [siervos,
sirvientes] los profetas.
(Dn 9:11) Todo Israel traspasó
tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros
la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, esclavo [siervo, sirviente] de Dios; porque contra él
pecamos.
(Dn 9:12) Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos
gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo
del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén.
(Dn 9:13) Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo
este mal vino sobre nosotros; y no hemos
implorado «el favor de»* Jehová nuestro
Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad.
(Dn 9:14) Por tanto, Jehová veló
sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en
todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz.
(Dn 9:15) Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano
poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho
impíamente.
(Dn 9:16) Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor
de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros
pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el
oprobio de todos en derredor nuestro.
(Dn 9:17) Ahora pues, Dios nuestro,
oye la oración de tu esclavo [siervo,
sirviente], y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu
santuario asolado, por amor del Señor.
(Dn 9:18) Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la
ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos
ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.
(Dn 9:19) Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios
mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.
Profecía de las setenta semanas
(Dn 9:20) Aún estaba hablando
y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba
mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios;
(Dn 9:21) aún estaba hablando
en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza,
vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
(Dn 9:22) Y me hizo entender, y habló
conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.
(Dn 9:23) Al principio de tus
ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy
amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
(Dn 9:24) Setenta semanas
están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu
santa ciudad, para terminar la prevaricación [resolución
legal injusta], y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad [gran maldad e
injusticia], para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los
santos.
(Dn 9:25) Sabe, pues, y
entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén
hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el
muro en tiempos angustiosos.
(Dn 9:26) Y después de las sesenta y dos semanas se quitará
la vida al Mesías, mas no por sí; y el
pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su
fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
(Dn 9:27) Y por otra semana confirmará el pacto [alianza,
convenio, acuerdo] con muchos; a la mitad de la semana hará cesar
el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones
vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado
se derrame sobre el desolador.
Visión de Daniel junto al río
(Dn 10:1) En el año tercero de Ciro rey de Persia fue
revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y
la palabra era verdadera, y el
conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.
(Dn 10:2) En aquellos días yo
Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas.
(Dn 10:3) No comí manjar
delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que
se cumplieron las tres semanas.
(Dn 10:4) Y el día veinticuatro
del mes primero
estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.
(Dn 10:5) Y alcé mis ojos y
miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz.
(Dn 10:6) Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía
un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como
de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de
una multitud.
(Dn 10:7) Y sólo yo, Daniel,
vi aquella visión, y no la vieron los
hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y
huyeron y se escondieron.
(Dn 10:8) Quedé, pues, yo
solo, y vi esta gran visión, y no quedó
fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor
alguno.
(Dn 10:9) Pero oí el sonido de
sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un
profundo sueño, con mi rostro en tierra.
(Dn 10:10) Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese
sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
(Dn 10:11) Y me dijo: Daniel,
varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie;
porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en
pie temblando.
(Dn 10:12) Entonces me dijo:
Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la
presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo
he venido.
(Dn 10:13) Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso
durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes,
vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes
de Persia.
(Dn 10:14) He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los últimos [postreros, siguientes] días; porque la visión es para esos días.
(Dn 10:15) Mientras me decía
estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido.
(Dn 10:16) Pero he aquí, uno con semejanza
de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí
mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me
queda fuerza.
(Dn 10:17) ¿Cómo, pues, podrá
el esclavo [siervo, sirviente]
de mi señor hablar con mi señor? Porque al
instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.
(Dn 10:18) Y aquel que tenía semejanza
de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció,
(Dn 10:19) y me dijo: Muy
amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me
hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has
fortalecido.
(Dn 10:20) El me dijo: ¿Sabes
por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el
príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.
(Dn 10:21) Pero yo te declararé
lo que está escrito en el libro de la verdad;
y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel su [de ustedes] príncipe.
(Dn 11:1) Y yo mismo, en el
año primero de Darío el medo, estuve para animarlo y fortalecerlo.
Los reyes del norte y del sur
(Dn 11:2) Y ahora yo te mostraré
la verdad. He aquí que aún habrá tres
reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y
al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de
Grecia.
(Dn 11:3) Se levantará luego un rey valiente, el cual
dominará con gran poder y hará su voluntad.
(Dn 11:4) Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado [despedazado] y
repartido hacia los cuatro vientos del cielo; no a sus descendientes, ni según
el dominio con que él dominó; porque su reino será arrancado, y será para otros
fuera de ellos.
(Dn 11:5) Y se hará fuerte el
rey del sur; mas uno de sus príncipes será más fuerte que él, y se hará
poderoso; su dominio será grande.
(Dn 11:6) Al cabo de años harán
alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey
del norte para hacer la paz. Pero ella no podrá retener la fuerza de su brazo,
ni permanecerá él, ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían
traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo.
(Dn 11:7) Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá con ejército contra el rey
del norte, y entrará en la fortaleza, y
hará en ellos a su arbitrio, y predominará.
(Dn 11:8) Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas
y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y por años se mantendrá él contra el rey
del norte.
(Dn 11:9) Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a
su tierra.
(Dn 11:10) Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá
apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la
guerra hasta su fortaleza.
(Dn 11:11) Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en
campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano.
(Dn 11:12) Y al llevarse él la
multitud, se elevará su corazón, y
derribará a muchos millares; mas no prevalecerá.
(Dn 11:13) Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de
algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército
y con muchas riquezas.
(Dn 11:14) En aquellos tiempos
se levantarán muchos contra el rey del sur; y hombres turbulentos de tu pueblo
se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán.
(Dn 11:15) Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas
del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas
para resistir.
(Dn 11:16) Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda
enfrentar; y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder.
(Dn 11:17) Afirmará luego su rostro para venir con el poder de
todo su reino; y hará con aquél convenios, y le
dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito.
(Dn 11:18) Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun
hará volver sobre él su oprobio.
(Dn 11:19) Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado.
(Dn 11:20) Y se levantará en su
lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero
en pocos días será quebrantado [despedazado], aunque no en ira, ni en batalla.
(Dn 11:21) Y le sucederá en su
lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá
sin aviso y tomará el reino con halagos.
(Dn 11:22) Las fuerzas enemigas serán
barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos,
junto con el príncipe del pacto [alianza,
convenio, acuerdo].
(Dn 11:23) Y después del pacto
[alianza,
convenio, acuerdo] con él, engañará y subirá, y saldrá vencedor con poca gente.
(Dn 11:24) Estando la provincia en paz y en abundancia,
entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni
los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados,
y contra las fortalezas formará sus designios; y esto por un tiempo.
(Dn 11:25) Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey
del sur con gran ejército; y el rey del sur se empeñará
en la guerra con grande y muy fuerte ejército; mas no prevalecerá, porque le
harán traición.
(Dn 11:26) Aun los que coman de sus manjares le quebrantarán; y su ejército será destruido, y caerán muchos
muertos.
(Dn 11:27) El corazón
de estos dos reyes será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentira; mas no servirá de nada, porque el plazo aún
no habrá llegado.
(Dn 11:28) Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón será contra el pacto [alianza, convenio, acuerdo] santo;
hará su voluntad, y volverá a su
tierra.
(Dn 11:29) Al tiempo
señalado volverá al sur; mas no será la postrera
venida como la primera.
(Dn 11:30) Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se
contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto [alianza, convenio,
acuerdo] santo, y hará según su voluntad;
volverá, pues, y se entenderá con los que abandonen el santo pacto [alianza, convenio, acuerdo].
(Dn 11:31) Y se levantarán de
su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza,
y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación [cosa repugnante] devastadora [destructora, desoladora].
(Dn 11:32) Con lisonjas seducirá
a los violadores del pacto [alianza,
convenio, acuerdo]; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.
(Dn 11:33) Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por
algunos días caerán a espada y a fuego, en
cautividad y despojo.
(Dn 11:34) Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas.
(Dn 11:35) También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos,
hasta el tiempo determinado; porque aun
para esto hay plazo.
(Dn 11:36) Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se
engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea
consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá.
(Dn 11:37) Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de
las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá.
(Dn 11:38) Mas honrará en su
lugar al dios de las fortalezas, dios
que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas
y con cosas de gran precio.
(Dn 11:39) Con un dios ajeno se hará
de las fortalezas más inexpugnables [no
conquistables], y colmará de honores
a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra.
(Dn 11:40) Pero al cabo del tiempo
el rey del sur contenderá con él; y el rey del
norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a
caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará.
(Dn 11:41) Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias
caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y
Moab, y la mayoría de los hijos de Amón.
(Dn 11:42) Extenderá su mano
contra las tierras, y no escapará el país de Egipto.
(Dn 11:43) Y se apoderará de
los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de
Libia y de Etiopía le seguirán.
(Dn 11:44) Pero noticias del oriente y del norte lo
atemorizarán, y saldrá con gran ira para
destruir y matar a muchos.
(Dn 11:45) Y plantará las
tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará
a su fin, y no tendrá quien le ayude.
El tiempo del fin
(Dn 12:1) En aquel tiempo
se levantará Miguel, el gran príncipe que está
de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo
de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los
que se hallen escritos en el libro.
(Dn 12:2) Y muchos de los que duermen en el polvo de la
tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y
confusión perpetua.
(Dn 12:3) Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan
la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
(Dn 12:4) Pero tú, Daniel,
cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo
del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia
se aumentará.
(Dn 12:5) Y yo Daniel miré, y
he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al
otro lado del río.
(Dn 12:6) Y dijo uno al varón
vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de
estas maravillas?
(Dn 12:7) Y oí al varón
vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y
su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos,
y la mitad de un tiempo. Y cuando se
acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán
cumplidas.
(Dn 12:8) Y yo oí, mas no
entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
(Dn 12:9) El respondió: Anda,
Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
(Dn 12:10) Muchos serán limpios,
y emblanquecidos y purificados; los impíos [irreverentes
y sin ley] procederán impíamente, y
ninguno de los impíos [irreverentes y sin
ley] entenderá, pero los entendidos comprenderán.
(Dn 12:11) Y desde el tiempo
que sea quitado el continuo sacrificio hasta la
abominación [cosa repugnante]
devastadora [destructora, desoladora],
habrá mil doscientos noventa días.
(Dn 12:12) Dichoso [afortunado,
bienaventurado] el que espere, y llegue
a mil trescientos treinta y cinco días.
(Dn 12:13) Y tú irás hasta el
fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad [posesión] al fin de los días.