Referencias para la lectura:
- Texto
actualizado al español latino.
- Ubicación
visual de vocablos claves resaltados en colores.
- Sinónimos
de palabras claves entre corchetes [color
bordó]
- Texto
entre comillas y asterisco «expresión»*
refiere a una frase en español equivalente a la frase hebrea de dicho texto.
- Subtitulado tradicional actualizado
Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original
del hebreo.
Para complementar su lectura considere el uso de un
diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para
el NT.
Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera
Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de
significados y conceptos.
JONÁS
Jonás huye de Jehová
(Jon 1:1) Vino palabra de
Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:
(Jon 1:2) Levántate y ve a
Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad
delante de mí.
(Jon 1:3) Y Jonás se levantó para huir de la presencia de
Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una
nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con
ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.
(Jon 1:4) Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar,
y hubo en el mar una tempestad tan grande que se
pensó que se partiría la nave.
(Jon 1:5) Y los marineros tuvieron miedo, y «cada uno»* clamaba a su
dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de
ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a
dormir.
(Jon 1:6) Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu
Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.
(Jon 1:7) Y dijeron «cada uno»* a
su compañero: Vengan y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién
nos ha venido este mal. Y echaron suertes,
y la suerte cayó sobre Jonás.
(Jon 1:8) Entonces le dijeron
ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y
de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?
(Jon 1:9) Y él les respondió:
Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.
(Jon 1:10) Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían
que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.
(Jon 1:11) Y le dijeron: ¿Qué
haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba
embraveciendo más y más.
(Jon 1:12) El les respondió:
Tómenme y échenme al mar, y el mar se les aquietará; porque yo sé que por mi
causa ha venido esta gran tempestad sobre ustedes.
(Jon 1:13) Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron,
porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.
(Jon 1:14) Entonces clamaron a
Jehová y dijeron: «Te rogamos»* ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre
nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como
has querido.
(Jon 1:15) Y tomaron a Jonás, y
lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.
(Jon 1:16) Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor,
y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron
votos.
(Jon 1:17) Pero Jehová tenía preparado
un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días
y tres noches.
Oración de Jonás
(Jon 2:1) Entonces oró Jonás a
Jehová su Dios desde el vientre del pez,
(Jon 2:2) y dijo: Invoqué en
mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste.
(Jon 2:3) Me echaste a lo
profundo, en medio de los mares, Y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus
olas pasaron sobre mí.
(Jon 2:4) Entonces dije:
Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo.
(Jon 2:5) Las aguas me
rodearon hasta el alma, me rodeó el abismo [profundidad]; El alga se enredó a mi cabeza.
(Jon 2:6) Descendí a los
cimientos de los montes; La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; Mas
tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.
(Jon 2:7) Cuando mi alma
desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo
templo.
(Jon 2:8) Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan.
(Jon 2:9) Mas yo con voz de
alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová.
(Jon 2:10) Y mandó Jehová al
pez, y vomitó a Jonás en tierra.
Nínive se arrepiente
(Jon 3:1) Vino palabra de
Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo:
(Jon 3:2) Levántate y ve a
Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré.
(Jon 3:3) Y se levantó Jonás, y fue
a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande «en extremo,»*
de tres días de camino.
(Jon 3:4) Y comenzó Jonás a
entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a
cuarenta días Nínive será destruida.
(Jon 3:5) Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y
proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio
desde el mayor hasta el menor de ellos.
(Jon 3:6) Y llegó la noticia
hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y
se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.
(Jon 3:7) E hizo proclamar y
anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y
animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni
beban agua;
(Jon 3:8) sino cúbranse de
cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase «cada uno»* de
su mal camino, de la rapiña [vergüenza, afrenta,
deshonor] que hay en sus manos.
(Jon 3:9) ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y
se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?
(Jon 3:10) Y vio Dios lo que
hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que
había dicho que les haría, y no lo hizo.
El enojo de Jonás
(Jon 4:1) Pero Jonás se apesadumbró
en extremo, y se enojó.
(Jon 4:2) Y oró a Jehová y
dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra?
Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente
y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes
del mal.
(Jon 4:3) Ahora pues, oh Jehová, «te
ruego»* que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.
(Jon 4:4) Y Jehová le dijo:
¿Haces tú bien en enojarte tanto?
(Jon 4:5) Y salió Jonás de la
ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y
se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué sucedería [acontecería] en la ciudad.
(Jon 4:6) Y preparó Jehová
Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre
su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la
calabacera.
(Jon 4:7) Pero al venir el alba del día siguiente, Dios
preparó un gusano, el cual hirió la calabacera,
y se secó.
(Jon 4:8) Y sucedió que al
salir el sol, preparó Dios un recio
viento solano, y el sol hirió a Jonás
en la cabeza, y se desmayaba, y «deseaba
la muerte,»*
diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida.
(Jon 4:9) Entonces dijo Dios a
Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo,
hasta la muerte.
(Jon 4:10) Y dijo Jehová:
Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste
crecer; que «en espacio de una noche»* nació, y «en espacio de otra noche»*
pereció.
(Jon 4:11) ¿Y no tendré yo
piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil
personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y
muchos animales?