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RVI: 2ª SAMUEL 11 - 18

Referencias para la lectura:

-       Texto actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Texto entre comillas y asterisco «expresión»* refiere a una frase en español equivalente a la frase hebrea de dicho texto.
-       Subtitulado tradicional actualizado

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del hebreo.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.

El adulterio de David y Betsabé
(2S 11:1) Sucedió al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus esclavos [siervos, sirvientes] y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén.

(2S 11:2) Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.

(2S 11:3) Envió David a averiguar [escudriñar, inquirir] por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.

(2S 11:4) Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.

(2S 11:5) Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta.

(2S 11:6) Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David.

(2S 11:7) Cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y por el estado de la guerra.

(2S 11:8) Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado regalo [presente] de la mesa real.

(2S 11:9) Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los esclavos [siervos, sirvientes] de su señor, y no descendió a su casa.

(2S 11:10) E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa?

(2S 11:11) Y Urías respondió a David: El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los esclavos [siervos, sirvientes] de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa.

(2S 11:12) Y David dijo a Urías: Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente.

(2S 11:13) Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los esclavos [siervos, sirvientes] de su señor; mas no descendió a su casa.

(2S 11:14) Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías.

(2S 11:15) Y escribió en la carta, diciendo: Pongan a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retírense de él, para que sea herido y muera.

(2S 11:16) Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes.

(2S 11:17) Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los esclavos [siervos, sirvientes] de David; y murió también Urías heteo.

(2S 11:18) Entonces envió Joab e hizo saber a David todos los asuntos de la guerra.

(2S 11:19) Y mandó al mensajero, diciendo: Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la guerra,

(2S 11:20) si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por qué se acercaron demasiado a la ciudad para combatir? ¿No sabían lo que suelen arrojar desde el muro?

(2S 11:21) ¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal? ¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda de molino, y murió en Tebes? ¿Por qué se acercaron tanto al muro? Entonces tú le dirás: También tu esclavo [siervo, sirviente] Urías heteo es muerto.

(2S 11:22) Fue el mensajero, y llegando, contó a David todo aquello a que Joab le había enviado.

(2S 11:23) Y dijo el mensajero a David: Prevalecieron contra nosotros los hombres que salieron contra nosotros al campo, bien que nosotros les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta;

(2S 11:24) pero los flecheros tiraron contra tus esclavos [siervos, sirvientes] desde el muro, y murieron algunos de los esclavos [siervos, sirvientes] del rey; y murió también tu esclavo [siervo, sirviente] Urías heteo.

(2S 11:25) Y David dijo al mensajero: Así dirás a Joab: No tengas pesar por esto, porque la espada consume, «ora a uno, ora a otro;»* refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la rindas. Y tú aliéntale.

(2S 11:26) Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido.

(2S 11:27) Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.

Natán amonesta a David
(2S 12:1) Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre.

(2S 12:2) El rico tenía numerosas ovejas y vacas;

(2S 12:3) pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija.

(2S 12:4) Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él.

(2S 12:5) Entonces se encendió el furor de David enteramente [en gran manera, grandemente] contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte.

(2S 12:6) Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.

(2S 12:7) Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,

(2S 12:8) y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido «mucho más

(2S 12:9) ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón.

(2S 12:10) Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me despreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.

(2S 12:11) Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol.

(2S 12:12) Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol.

(2S 12:13) Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.

(2S 12:14) Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.

(2S 12:15) Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente.

(2S 12:16) Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra.

(2S 12:17) Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan.

(2S 12:18) Y al séptimo día murió el niño; y temían los esclavos [siervos, sirvientes] de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto?

(2S 12:19) Mas David, viendo a sus esclavos [siervos, sirvientes] hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus esclavos [siervos, sirvientes]: ¿ Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto.

(2S 12:20) Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió.

(2S 12:21) Y le dijeron sus esclavos [siervos, sirvientes]: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan.

(2S 12:22) Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?

(2S 12:23) Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí.

(2S 12:24) Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová,

(2S 12:25) y envió un mensaje por «medio de»* Natán profeta; así llamó su nombre Jedidías, a causa de Jehová.

David captura Rabá
(1Cr 20:1-3)
(2S 12:26) Joab peleaba contra Rabá de los hijos de Amón, y tomó la ciudad real.

(2S 12:27) Entonces envió Joab mensajeros a David, diciendo: Yo he puesto sitio a Rabá, y he tomado la ciudad de las aguas.

(2S 12:28) Reúne, pues, ahora al pueblo que queda, y acampa contra la ciudad y tómala, no sea que tome yo la ciudad y sea llamada de mi nombre.

(2S 12:29) Y juntando David a todo el pueblo, fue contra Rabá, y combatió contra ella, y la tomó.

(2S 12:30) Y quitó la corona de la cabeza de su rey, la cual pesaba un talento de oro, y tenía piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Y sacó muy grande botín de la ciudad.

(2S 12:31) Sacó además a la gente que estaba en ella, y los puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además los hizo trabajar en los hornos de ladrillos; y lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén.

Amnón y Tamar
(2S 13:1) Sucedió después de esto, que teniendo Absalón hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Tamar, se enamoró de ella Amnón hijo de David.

(2S 13:2) Y estaba Amnón angustiado hasta enfermarse por Tamar su hermana, pues por ser ella virgen, «le parecía a»* Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna.

(2S 13:3) Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab, hijo de Simea, hermano de David; y Jonadab era hombre muy astuto.

(2S 13:4) Y éste le dijo: Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas enflaqueciendo así? ¿No me lo descubrirás a mí? Y Amnón le respondió: Yo amo a Tamar la hermana de Absalón mi hermano.

(2S 13:5) Y Jonadab le dijo: Acuéstate en tu cama, y finge que estás enfermo; y cuando tu padre viniere a visitarte, dile: «Te ruego»* que venga mi hermana Tamar, para que me dé de comer, y prepare delante de mí alguna vianda, para que al verla yo la coma de su mano.

(2S 13:6) Se acostó, pues, Amnón, y fingió que estaba enfermo; y vino el rey a visitarle. Y dijo Amnón al rey: «Yo te ruego»* que venga mi hermana Tamar, y haga delante de mí dos hojuelas, para que coma yo de su mano.

(2S 13:7) Y David envió a Tamar a su casa, diciendo: Ve ahora a casa de Amnón tu hermano, y hazle de comer.

(2S 13:8) Y fue Tamar a casa de su hermano Amnón, el cual estaba acostado; y tomó harina, y amasó, e hizo hojuelas delante de él y las coció.

(2S 13:9) Tomó luego la sartén, y las sacó delante de él; mas él no quiso comer. Y dijo Amnón: Echen fuera de aquí a todos. Y todos salieron de allí.

(2S 13:10) Entonces Amnón dijo a Tamar: Trae la comida a la alcoba, para que yo coma de tu mano. Y tomando Tamar las hojuelas que había preparado, las llevó a su hermano Amnón a la alcoba.

(2S 13:11) Y cuando ella se las puso delante para que comiese, asió de ella, y le dijo: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.

(2S 13:12) Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas violencia; porque no se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza.

(2S 13:13) Porque ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los insensatos [irracionales, fatuos, necios] en Israel. «Te ruego»* pues, ahora, que hables al rey, que él no me negará a ti.

(2S 13:14) Mas él no la quiso oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella.

(2S 13:15) Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate, y vete.

(2S 13:16) Y ella le respondió: No hay razón; mayor mal es este de arrojarme, que el que me has hecho. Mas él no la quiso oír,

(2S 13:17) sino que llamando a su criado que le servía, le dijo: Échame a ésta fuera de aquí, y cierra tras ella la puerta.

(2S 13:18) Y llevaba ella un vestido de diversos colores, traje que vestían las hijas vírgenes de los reyes. Su criado, pues, la echó fuera, y cerró la puerta tras ella.

(2S 13:19) Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, y rasgó la ropa de colores de que estaba vestida, y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando.

Venganza y huida de Absalón
(2S 13:20) Y le dijo su hermano Absalón: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no se angustie tu corazón por esto. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano.

(2S 13:21) Y luego que el rey David oyó todo esto, se enojó mucho.

(2S 13:22) Mas Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno; aunque Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a Tamar su hermana.

(2S 13:23) Sucedió «pasados»* dos años, que Absalón tenía esquiladores en Baalhazor, que está junto a Efraín; y convidó Absalón a todos los hijos del rey.

(2S 13:24) Y vino Absalón al rey, y dijo: He aquí, tu esclavo [siervo, sirviente] tiene ahora esquiladores; «yo ruego»* que venga el rey y sus esclavos [siervos, sirvientes] con tu esclavo [siervo, sirviente].

(2S 13:25) Y respondió el rey a Absalón: No, hijo mío, no vamos todos, para que no te seamos gravosos. Y aunque porfió con él, no quiso ir, mas le bendijo.

(2S 13:26) Entonces dijo Absalón: Pues si no, «te ruego»* que venga con nosotros Amnón mi hermano. Y el rey le respondió: ¿Para qué ha de ir contigo?

(2S 13:27) Pero como Absalón le importunaba, dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey.

(2S 13:28) Y Absalón había dado orden a sus criados, diciendo: «les ruego»* que miren cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino; y al decir yo: Hieran a Amnón, entonces mátenle, y no teman, pues yo se lo he mandado. Esfuércense, por lo tanto, y sean «valientes.»*

(2S 13:29) Y los criados de Absalón hicieron con Amnón como Absalón les había mandado. Entonces se levantaron todos los hijos del rey, y montaron «cada uno»* en su mula, y huyeron.

(2S 13:30) Estando ellos aún en el camino, llegó a David el rumor que decía: Absalón ha dado muerte a todos los hijos del rey, y ninguno de ellos ha quedado.

(2S 13:31) Entonces levantándose David, rasgó sus vestidos, y se echó en tierra, y todos sus criados que estaban junto a él también rasgaron sus vestidos.

(2S 13:32) Pero Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habló y dijo: No diga mi señor que han dado muerte a todos los jóvenes hijos del rey, pues sólo Amnón ha sido muerto; porque por «mandato de»* Absalón esto había sido determinado desde el día en que Amnón forzó a Tamar su hermana.

(2S 13:33) Por tanto, ahora no ponga mi señor el rey en su corazón ese rumor que dice: Todos los hijos del rey han sido muertos; porque sólo Amnón ha sido muerto.

(2S 13:34) Y Absalón huyó. Entre tanto, alzando sus ojos el joven que estaba de atalaya, miró, y he aquí mucha gente que venía por el camino a sus espaldas, del lado del monte.

(2S 13:35) Y dijo Jonadab al rey: He allí los hijos del rey que vienen; es así como tu esclavo [siervo, sirviente] ha dicho.

(2S 13:36) Cuando él acabó de hablar, he aquí los hijos del rey que vinieron, y alzando su voz lloraron. Y también el mismo rey y todos sus esclavos [siervos, sirvientes] lloraron con muy grandes lamentos.

(2S 13:37) Mas Absalón huyó y se fue a Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur. Y David lloraba por su hijo todos los días.

(2S 13:38) Así huyó Absalón y se fue a Gesur, y estuvo allá tres años.

(2S 13:39) Y el rey David deseaba ver a Absalón; pues ya estaba consolado acerca de Amnón, que había muerto.

Joab procura el regreso de Absalón
(2S 14:1) Conociendo Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón,

(2S 14:2) envió Joab a Tecoa, y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: «Yo te ruego»* que finjas estar de duelo, y te vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino preséntate como una mujer que «desde mucho tiempo»* está de duelo por algún muerto;

(2S 14:3) y entrarás al rey, y le hablarás de esta manera. Y puso Joab las palabras en su boca.

(2S 14:4) Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey!

(2S 14:5) El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo de hecho soy una mujer viuda y mi marido ha muerto.

(2S 14:6) Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separase, hirió el uno al otro, y lo mató.

(2S 14:7) Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra.

(2S 14:8) Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti.

(2S 14:9) Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa.

(2S 14:10) Y el rey dijo: Al que hablare contra ti, tráelo a mí, y no te tocará más.

(2S 14:11) Dijo ella entonces: «Te ruego,»* oh rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre «no»* aumente el daño, y no destruya a mi hijo. Y el respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en tierra.

(2S 14:12) Y la mujer dijo: «Te ruego»* que permitas que tu sierva hable una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla.

(2S 14:13) Entonces la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque hablando el rey esta palabra, se hace culpable él mismo, por cuanto el rey no hace volver a su desterrado.

(2S 14:14) Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni Dios quita la vida, sino que provee medios para no alejar de sí al desterrado.

(2S 14:15) Y el haber yo venido ahora para decir esto al rey mi señor, es porque el pueblo me atemorizó; y tu sierva dijo: Hablaré ahora al rey; quizá él hará lo que su sierva diga.

(2S 14:16) Pues el rey oirá, para librar a su sierva de mano del hombre que me quiere destruir a mí y a mi hijo juntamente, de la heredad [posesión territorial] de Dios.

(2S 14:17) Tu sierva, pues, dice: Sea ahora de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Así Jehová tu Dios sea contigo.

(2S 14:18) Entonces David respondió y dijo a la mujer: «Yo te ruego»* que no me encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey.

(2S 14:19) Y el rey dijo: ¿No anda la mano de Joab contigo en todas estas cosas? La mujer respondió y dijo: Vive tu alma, rey señor mío, que no hay que apartarse a derecha ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado; porque tu esclavo [siervo, sirviente] Joab, él me mandó, y él puso en boca de tu sierva todas estas palabras.

(2S 14:20) Para mudar el aspecto de las cosas Joab tu esclavo [siervo, sirviente] ha hecho esto; pero mi señor es sabio conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra.

(2S 14:21) Entonces el rey dijo a Joab: He aquí yo hago esto; ve, y haz volver al joven Absalón.

(2S 14:22) Y Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu esclavo [siervo, sirviente] que he hallado gracia en tus ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su esclavo [siervo, sirviente] ha dicho.

(2S 14:23) Se levantó luego Joab y fue a Gesur, y trajo a Absalón a Jerusalén.

(2S 14:24) Mas el rey dijo: Váyase a su casa, y no vea mi rostro. Y volvió Absalón a su casa, y no vio el rostro del rey.

(2S 14:25) Y no había en todo Israel «ninguno»* tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto.

(2S 14:26) Cuando se cortaba el cabello (lo cual hacía al fin de «cada año,»* pues le causaba molestia, y por eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso real.

(2S 14:27) Y le nacieron a Absalón tres hijos, y una hija que se llamó Tamar, la cual era mujer de hermoso semblante.

(2S 14:28) Y estuvo Absalón «por espacio de»* dos años en Jerusalén, y no vio el rostro del rey.

(2S 14:29) Y mandó Absalón por Joab, para enviarlo al rey, pero él no quiso venir; y envió aun por segunda vez, y no quiso venir.

(2S 14:30) Entonces dijo a sus esclavos [siervos, sirvientes]: Vean, el campo de Joab está «junto»* al mío, y tiene allí cebada; vayan y préndanle fuego. Y los esclavos [siervos, sirvientes] de Absalón prendieron fuego al campo.

(2S 14:31) Entonces se levantó Joab y vino a casa de Absalón, y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus esclavos [siervos, sirvientes] a mi campo?

(2S 14:32) Y Absalón respondió a Joab: He aquí yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, con el fin de enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar aún allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado, máteme.

(2S 14:33) Vino, pues, Joab al rey, y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey, e inclinó su rostro a tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.

Absalón se subleva contra David
(2S 15:1) Sucedió después de esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que corriesen delante de él.

(2S 15:2) Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un «lado del»* camino junto a la puerta; y a «cualquiera»* que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu esclavo [siervo, sirviente] es de una de las tribus de Israel.

(2S 15:3) Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey.

(2S 15:4) Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!

(2S 15:5) Y [acontecía] que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.

(2S 15:6) De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel.

(2S 15:7) Al cabo de cuatro años, sucedió que Absalón dijo al rey: Yo «te ruego»* me permitas que vaya a Hebrón, a pagar mi voto que he prometido a Jehová.

(2S 15:8) Porque tu esclavo [siervo, sirviente] «hizo»* voto cuando estaba en Gesur en Siria, diciendo: Si Jehová me hiciere volver a Jerusalén, yo serviré a Jehová.

(2S 15:9) Y el rey le dijo: Ve en paz. Y él se levantó, y fue a Hebrón.

(2S 15:10) Entonces envió Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigan el sonido de la trompeta dirán: Absalón reina en Hebrón.

(2S 15:11) Y fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban en su sencillez, sin saber nada.

(2S 15:12) Y mientras Absalón ofrecía los sacrificios, llamó a Ahitofel gilonita, consejero de David, de su ciudad de Gilo. Y la conspiración se hizo poderosa, y aumentaba el pueblo que seguía a Absalón.

(2S 15:13) Y un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón.

(2S 15:14) Entonces David dijo a todos sus esclavos [siervos, sirvientes] que estaban con él en Jerusalén: Levántense y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalón; dense prisa a partir, no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada.

(2S 15:15) Y los esclavos [siervos, sirvientes] del rey dijeron al rey: He aquí, tus «esclavos [siervos, sirvientes] están listos a»* todo lo que nuestro señor el rey decida.

(2S 15:16) El rey entonces salió, con toda su familia «detrás de él.»* Y dejó el rey diez mujeres concubinas, para que guardasen la casa.

(2S 15:17) Salió, pues, el rey con todo el pueblo que «le seguía,»* y se detuvieron en un lugar distante.

(2S 15:18) Y todos sus esclavos [siervos, sirvientes] pasaban a su lado, con todos los cereteos y peleteos; y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, iban delante del rey.

(2S 15:19) Y dijo el rey a Itai geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey; porque tú eres extranjero, y desterrado también de tu lugar.

(2S 15:20) Ayer viniste, ¿y he de hacer hoy que te muevas para ir con nosotros? En cuanto a mí, yo iré a donde pueda ir; tú vuélvete, y haz volver a tus hermanos; y Jehová te muestre amor permanente y fidelidad.

(2S 15:21) Y respondió Itai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu esclavo [siervo, sirviente].

(2S 15:22) Entonces David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa. Y pasó Itai geteo, y todos sus hombres, y toda su familia.

(2S 15:23) Y todo el país lloró en alta voz; pasó luego toda la gente el torrente de Cedrón; asimismo pasó el rey, y todo el pueblo pasó al camino que va al desierto.

(2S 15:24) Y he aquí, también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Dios; y asentaron el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo hubo acabado de salir de la ciudad.

(2S 15:25) Pero dijo el rey a Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad. Si yo hallare gracia ante los ojos de Jehová, él hará que vuelva, y me dejará verla y a su tabernáculo.

(2S 15:26) Y si dijere: No me complazco en ti; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere.

(2S 15:27) Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y con ustedes sus [de ustedes] dos hijos; Ahimaas tu hijo, y Jonatán hijo de Abiatar.

(2S 15:28) Vean, yo me detendré en los vados del desierto, hasta que venga respuesta de ustedes que me dé aviso.

(2S 15:29) Entonces Sadoc y Abiatar volvieron el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allá.

(2S 15:30) Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió «cada uno»* su cabeza, e iban llorando mientras subían.

(2S 15:31) Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel.

(2S 15:32) Cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai arquita que le salió al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su cabeza.

(2S 15:33) Y le dijo David: Si pasares conmigo, me serás carga.

(2S 15:34) Mas si volvieres a la ciudad, y dijeres a Absalón: Rey, yo seré tu esclavo [siervo, sirviente]; como hasta aquí he sido esclavo [siervo, sirviente] de tu padre, así seré ahora esclavo [siervo, sirviente] tuyo; entonces tú harás nulo el consejo de Ahitofel.

(2S 15:35) ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar.

(2S 15:36) Y he aquí que están con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonatán el de Abiatar; «por medio de»* ellos me enviaran aviso de todo lo que oyeren.

(2S 15:37) Así vino Husai amigo de David a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén.

(2S 16:1) Cuando David pasó un poco más allá de la cumbre del monte, he aquí Siba el criado de Mefiboset, que salía a recibirle con un par de asnos enalbardados, y sobre ellos doscientos panes, cien racimos de pasas, cien panes de higos secos, y un cuero de vino.

(2S 16:2) Y dijo el rey a Siba: ¿Qué es esto? Y Siba respondió: Los asnos son para que monte la familia del rey, los panes y las pasas para que coman los criados, y el vino para que beban los que se cansen en el desierto.

(2S 16:3) Y dijo el rey: ¿Dónde está el hijo de tu señor? Y Siba respondió al rey: He aquí él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho: Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.

(2S 16:4) Entonces el rey dijo a Siba: He aquí, sea tuyo todo lo que tiene Mefiboset. Y respondió Siba inclinándose: Rey señor mío, halle yo gracia delante de ti.

(2S 16:5) Y vino el rey David hasta Bahurim; y he aquí salía uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei hijo de Gera; y salía maldiciendo,

(2S 16:6) y arrojando piedras contra David, y contra todos los esclavos [siervos, sirvientes] del rey David; y todo el pueblo y todos los hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda.

(2S 16:7) Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y «perverso!»*

(2S 16:8) Jehová te ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú has reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón; y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque eres hombre sanguinario.

(2S 16:9) Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey? «Te ruego»* que me dejes pasar, y le quitaré la cabeza.

(2S 16:10) Y el rey respondió: ¿Qué «tengo»* yo con ustedes, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?

(2S 16:11) Y dijo David a Abisai y a todos sus esclavos [siervos, sirvientes]: He aquí, mi hijo que ha salido de mis entrañas, acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín? Déjenle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho.

(2S 16:12) Quizá mirará Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.

(2S 16:13) Y mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de él, y esparciendo polvo.

(2S 16:14) Y el rey y todo el pueblo que con él estaba, llegaron fatigados, y descansaron allí.

(2S 16:15) Y Absalón y toda la gente suya, los hombres de Israel, entraron en Jerusalén, y con él Ahitofel.

(2S 16:16) Sucedió luego, que cuando Husai arquita, amigo de David, vino al encuentro de Absalón, dijo Husai: ¡Viva el rey, viva el rey!

(2S 16:17) Y Absalón dijo a Husai: ¿Es este tu agradecimiento para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu amigo?

(2S 16:18) Y Husai respondió a Absalón: No, sino que de aquel que eligiere Jehová y este pueblo y todos los varones de Israel, de aquél seré yo, y con él me quedaré.

(2S 16:19) ¿Y a quién había yo de servir ? ¿No es a su hijo? Como he servido delante de tu padre, así seré delante de ti.

(2S 16:20) Entonces dijo Absalón a Ahitofel: Den su [de ustedes] consejo sobre lo que debemos hacer.

(2S 16:21) Y Ahitofel dijo a Absalón: Llégate a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre, y así se fortalecerán las manos de todos los que están contigo.

(2S 16:22) Entonces pusieron para Absalón una tienda sobre el terrado, y se llegó Absalón a las concubinas de su padre, ante los ojos de todo Israel.

(2S 16:23) Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con David como con Absalón.

Concejos de Ahitofel y de Husai
(2S 17:1) Entonces Ahitofel dijo a Absalón: Yo escogeré ahora doce mil hombres, y me levantaré y seguiré a David esta noche,

(2S 17:2) y caeré sobre él mientras está cansado y débil de manos; lo atemorizaré, y todo el pueblo que está con él huirá, y mataré al rey solo.

(2S 17:3) Así haré volver a ti todo el pueblo (pues tú buscas solamente la vida de un hombre); y cuando ellos hayan vuelto, todo el pueblo estará en paz.

(2S 17:4) Este consejo pareció bien a Absalón y a todos los ancianos de Israel.

(2S 17:5) Y dijo Absalón: Llamen también ahora a Husai arquita, para que «asimismo»* oigamos «lo que él dirá

(2S 17:6) Cuando Husai vino a Absalón, le habló Absalón, diciendo: Así ha dicho Ahitofel; ¿seguiremos su consejo, o no? Di tú.

(2S 17:7) Entonces Husai dijo a Absalón: El consejo que ha dado esta vez Ahitofel no es bueno.

(2S 17:8) Y añadió Husai: Tú sabes que tu padre y los suyos son hombres valientes, y que están con amargura de ánimo, como la osa en el campo cuando le han quitado sus cachorros. Además, tu padre es hombre de guerra, y no pasará la noche con el pueblo.

(2S 17:9) He aquí él estará ahora escondido en alguna cueva, o en otro lugar; y si al principio cayeren algunos de los tuyos, quienquiera que lo oyere dirá: El pueblo que sigue a Absalón ha sido derrotado.

(2S 17:10) Y aun el hombre valiente, cuyo corazón sea como corazón de león, desmayará por completo; porque todo Israel sabe que tu padre es hombre valiente, y que los que están con él son esforzados.

(2S 17:11) Aconsejo, pues, que todo Israel se junte a ti, desde Dan hasta Beerseba, en multitud como la arena que está a la orilla del mar, y que tú en persona vayas a la batalla.

(2S 17:12) Entonces le acometeremos en cualquier lugar en donde se hallare, y caeremos sobre él como cuando el rocío cae sobre la tierra, y ni uno dejaremos de él y de todos los que están con él.

(2S 17:13) Y si se refugiare en alguna ciudad, todos los de Israel llevarán sogas a aquella ciudad, y la arrastraremos hasta el arroyo, hasta que no se encuentre allí ni una piedra.

(2S 17:14) Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. Porque Jehová había ordenado que el acertado consejo de Ahitofel se frustrara, para que Jehová hiciese venir el mal sobre Absalón.

(2S 17:15) Dijo luego Husai a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: Así y así aconsejó Ahitofel a Absalón y a los ancianos de Israel; y de esta manera aconsejé yo.

(2S 17:16) Por tanto, envíen inmediatamente y den aviso a David, diciendo: No te quedes esta noche en los vados del desierto, sino pasa luego el Jordán, para que no sea destruido el rey y todo el pueblo que con él está.

(2S 17:17) Y Jonatán y Ahimaas estaban junto a la fuente de Rogel, y fue una criada y les avisó, porque ellos no podían mostrarse viniendo a la ciudad; y ellos fueron y se lo hicieron saber al rey David.

(2S 17:18) Pero fueron vistos por un joven, el cual lo hizo saber a Absalón; sin embargo, los dos se dieron prisa a caminar, y llegaron a casa de un hombre en Bahurim, que tenía en su patio un pozo, dentro del cual se metieron.

(2S 17:19) Y tomando la mujer de la casa una manta, la extendió sobre la boca del pozo, y tendió sobre ella el grano molido [trillado]; y nada se supo del asunto.

(2S 17:20) Llegando luego los criados de Absalón a la casa de la mujer, le dijeron: ¿Dónde están Ahimaas y Jonatán? Y la mujer les respondió: Ya han pasado el vado de las aguas. Y como ellos los buscaron y no los hallaron, volvieron a Jerusalén.

(2S 17:21) Y después que se hubieron ido, aquéllos salieron del pozo y se fueron, y dieron aviso al rey David, diciéndole: Levántense y dense prisa a pasar las aguas, porque Ahitofel ha dado tal consejo contra ustedes.

(2S 17:22) Entonces David se levantó, y todo el pueblo que con él estaba, y pasaron el Jordán antes que amaneciese; ni siquiera faltó uno que no pasase el Jordán.

(2S 17:23) Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.

(2S 17:24) Y David llegó a Mahanaim; y Absalón pasó el Jordán con toda la gente de Israel.

(2S 17:25) Y Absalón nombró a Amasa jefe del ejército en lugar de Joab. Amasa era hijo de un varón de Israel llamado Itra, el cual se había llegado a Abigail hija de Nahas, hermana de Sarvia madre de Joab.

(2S 17:26) Y acampó Israel con Absalón en tierra de Galaad.

(2S 17:27) Luego que David llegó a Mahanaim, Sobi hijo de Nahas, de Rabá de los hijos de Amón, Maquir hijo de Amiel, de Lodebar, y Barzilai galaadita de Rogelim,

(2S 17:28) trajeron a David y al pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados,

(2S 17:29) miel, manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen; porque decían: El pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto.

Muerte de Absalón
(2S 18:1) David, pues, pasó revista al pueblo que tenía consigo, y puso sobre ellos jefes de millares y jefes de centenas.

(2S 18:2) Y envió David al pueblo, una tercera parte bajo el mando de Joab, una tercera parte bajo el mando de Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, y una tercera parte al mando de Itai geteo. Y dijo el rey al pueblo: Yo también saldré con ustedes.

(2S 18:3) Mas el pueblo dijo: No saldrás; porque si nosotros huyéremos, no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; mas tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros. Será, pues, mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad.

(2S 18:4) Entonces el rey les dijo: Yo haré lo que bien les parezca. Y se puso el rey a la entrada de la puerta, mientras salía todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil.

(2S 18:5) Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: Traten benignamente por amor de mí al joven Absalón. Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón a todos los capitanes.

(2S 18:6) Salió, pues, el pueblo al campo contra Israel, y se libró la batalla en el bosque de Efraín.

(2S 18:7) Y allí cayó el pueblo de Israel delante de los esclavos [siervos, sirvientes] de David, y se hizo allí en aquel día una gran matanza de veinte mil hombres.

(2S 18:8) Y la batalla se extendió por todo el país; y fueron más los que destruyó el bosque aquel día, que los que destruyó la espada.

(2S 18:9) Y se encontró Absalón con los esclavos [siervos, sirvientes] de David; e iba Absalón sobre un mulo, y el mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina, y Absalón quedó suspendido entre el cielo y la tierra; y el mulo en que iba pasó delante.

(2S 18:10) Viéndolo uno, avisó a Joab, diciendo: He aquí que he visto a Absalón colgado de una encina.

(2S 18:11) Y Joab respondió al hombre que le daba la nueva: Y viéndolo tú, ¿por qué no le mataste luego allí echándole a tierra? Me hubiera placido darte diez siclos de plata, y un talabarte.

(2S 18:12) El hombre dijo a Joab: Aunque me pesaras mil siclos de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; porque «nosotros oímos»* cuando el rey te mandó a ti y a Abisai y a Itai, diciendo: Vean que ninguno toque al joven Absalón.

(2S 18:13) «Por otra parte,»* habría yo hecho traición contra mi vida, pues «que»* al rey nada se le esconde, y tú mismo estarías en contra.

(2S 18:14) Y respondió Joab: No malgastaré mi tiempo contigo. Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, quien estaba aún vivo en medio de la encina.

(2S 18:15) Y diez jóvenes escuderos de Joab rodearon e hirieron a Absalón, y acabaron de matarle.

(2S 18:16) Entonces Joab tocó la trompeta, y el pueblo se volvió de seguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo.

(2S 18:17) Tomando después a Absalón, le echaron en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un montón muy grande de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda.

(2S 18:18) Y en vida, Absalón había tomado y erigido una columna, la cual está en el valle del rey; porque había dicho: «Yo»* no «tengo»* hijo que conserve la memoria de mi nombre. Y llamó aquella columna por su nombre, y así se ha llamado Columna de Absalón, hasta hoy.

(2S 18:19) Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: ¿Correré ahora, y daré al rey las nuevas de que Jehová ha defendido su causa de la mano de sus enemigos?

(2S 18:20) Respondió Joab: Hoy no llevarás las nuevas; las llevarás otro día; no darás hoy la nueva, porque el hijo del rey ha muerto.

(2S 18:21) Y Joab dijo a un etíope: Ve tú, y di al rey lo que has visto. Y el etíope hizo reverencia ante Joab, y corrió.

(2S 18:22) Entonces Ahimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab: Sea como fuere, yo correré ahora tras el etíope. Y Joab dijo: Hijo mío, ¿para qué has de correr tú, si no recibirás premio por las nuevas?

(2S 18:23) Mas él respondió: «Sea como fuere,»* yo correré. Entonces le dijo: Corre. Corrió, pues, Ahimaas por el camino de la llanura, y pasó delante del etíope.

(2S 18:24) Y David estaba sentado entre las dos puertas; y el atalaya había ido al terrado sobre la puerta en el muro, y alzando sus ojos, miró, y vio a uno que corría solo.

(2S 18:25) El atalaya dio luego voces, y lo hizo saber al rey. Y el rey dijo: Si «viene solo,»* buenas nuevas trae. En tanto que él venía acercándose,

(2S 18:26) vio el atalaya a otro que corría; y dio voces el atalaya al portero, diciendo: He aquí otro hombre que corre solo. Y el rey dijo: Este también es mensajero.

(2S 18:27) Y el atalaya volvió a decir: Me parece el correr del primero como el correr de Ahimaas hijo de Sadoc. Y respondió el rey: Ese es hombre de bien, y viene con buenas nuevas.

(2S 18:28) Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó a tierra delante del rey, y dijo: Bendito sea Jehová Dios tuyo, que ha entregado a los hombres que habían levantado sus manos contra mi señor el rey.

(2S 18:29) Y el rey dijo: ¿El joven Absalón «está bien?»* Y Ahimaas respondió: Vi yo un gran alboroto cuando envió Joab al esclavo [siervo, sirviente] del rey y a mí tu esclavo [siervo, sirviente]; mas no sé qué era.

(2S 18:30) Y el rey dijo: Pasa, y ponte allí. Y él pasó, y se quedó de pie.

(2S 18:31) Luego vino el etíope, y dijo: Reciba nuevas mi señor el rey, que hoy Jehová ha defendido tu causa de la mano de todos los que se habían levantado contra ti.

(2S 18:32) El rey entonces dijo al etíope: ¿El joven Absalón «está bien?»* Y el etíope respondió: Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levanten contra ti para mal.

(2S 18:33) Entonces el rey se turbó [atormentó, agobió, alteró], y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!

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