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El adulterio de David y Betsabé
(2S 11:1) Sucedió al año
siguiente, en el tiempo que salen los
reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus esclavos [siervos,
sirvientes] y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y
sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén.
(2S 11:2) Y sucedió un día, al
caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado
de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la
cual era muy hermosa.
(2S 11:3) Envió David a averiguar [escudriñar,
inquirir] por aquella mujer, y le
dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.
(2S 11:4) Y envió David
mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se
purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.
(2S 11:5) Y concibió la mujer,
y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta.
(2S 11:6) Entonces David envió
a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David.
(2S 11:7) Cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y
por el estado de la guerra.
(2S 11:8) Después dijo David a
Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del
rey, le fue enviado regalo [presente]
de la mesa real.
(2S 11:9) Mas Urías durmió a
la puerta de la casa del rey con todos los esclavos [siervos,
sirvientes] de su señor, y no descendió
a su casa.
(2S 11:10) E hicieron saber
esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías:
¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa?
(2S 11:11) Y Urías respondió a
David: El arca e Israel y Judá están
bajo tiendas, y mi señor Joab, y los esclavos
[siervos, sirvientes] de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa
para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa.
(2S 11:12) Y David dijo a
Urías: Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en
Jerusalén aquel día y el siguiente.
(2S 11:13) Y David lo convidó a
comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su
cama con los esclavos [siervos, sirvientes] de su señor; mas no
descendió a su casa.
(2S 11:14) Venida la mañana,
escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías.
(2S 11:15) Y escribió en la
carta, diciendo: Pongan a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y
retírense de él, para que sea herido y muera.
(2S 11:16) Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los
hombres más valientes.
(2S 11:17) Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra
Joab, y cayeron algunos del ejército de los esclavos [siervos,
sirvientes] de David; y murió también Urías heteo.
(2S 11:18) Entonces envió Joab
e hizo saber a David todos los asuntos de la guerra.
(2S 11:19) Y mandó al
mensajero, diciendo: Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la
guerra,
(2S 11:20) si el rey comenzare a enojarse, y
te dijere: ¿Por qué se acercaron demasiado a la ciudad para combatir? ¿No
sabían lo que suelen arrojar desde el muro?
(2S 11:21) ¿Quién hirió a
Abimelec hijo de Jerobaal? ¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda
de molino, y murió en Tebes? ¿Por qué se acercaron tanto al muro? Entonces tú
le dirás: También tu esclavo [siervo,
sirviente] Urías heteo es muerto.
(2S 11:22) Fue el mensajero, y
llegando, contó a David todo aquello a que Joab le había enviado.
(2S 11:23) Y dijo el mensajero
a David: Prevalecieron contra nosotros los hombres que salieron contra nosotros
al campo, bien que nosotros les hicimos retroceder hasta la entrada de la
puerta;
(2S 11:24) pero los flecheros tiraron
contra tus esclavos [siervos, sirvientes] desde el muro, y
murieron algunos de los esclavos [siervos,
sirvientes] del rey; y murió también tu esclavo [siervo, sirviente] Urías heteo.
(2S 11:25) Y David dijo al
mensajero: Así dirás a Joab: No tengas pesar por esto, porque la espada
consume, «ora a uno, ora a otro;»* refuerza tu
ataque contra la ciudad, hasta que la rindas. Y tú aliéntale.
(2S 11:26) Oyendo la mujer de
Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido.
(2S 11:27) Y pasado el luto,
envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo.
Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.
Natán amonesta a David
(2S 12:1) Jehová envió a Natán
a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno
rico, y el otro pobre.
(2S 12:2) El rico tenía
numerosas ovejas y vacas;
(2S 12:3) pero el pobre no tenía más que una sola corderita,
que él había comprado y criado, y que había
crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de
su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija.
(2S 12:4) Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no
quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para
guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel
hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él.
(2S 12:5) Entonces se encendió
el furor de David enteramente [en gran
manera, grandemente] contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de
muerte.
(2S 12:6) Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque
hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.
(2S 12:7) Entonces dijo Natán
a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí
por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,
(2S 12:8) y te di la casa de
tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel
y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido «mucho más.»
(2S 12:9) ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de
Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y
tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste
con la espada de los hijos de Amón.
(2S 12:10) Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me despreciaste, y tomaste
la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.
(2S 12:11) Así ha dicho Jehová:
He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres
delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a
la vista del sol.
(2S 12:12) Porque tú lo hiciste
en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol.
(2S 12:13) Entonces dijo David
a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido
tu pecado; no morirás.
(2S 12:14) Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido
ciertamente morirá.
(2S 12:15) Y Natán se volvió a
su casa. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y
enfermó gravemente.
(2S 12:16) Entonces David rogó
a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra.
(2S 12:17) Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a
él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso,
ni comió con ellos pan.
(2S 12:18) Y al séptimo día
murió el niño; y temían los esclavos [siervos, sirvientes] de David hacerle saber
que el niño había muerto, diciendo entre sí:
Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto
más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto?
(2S 12:19) Mas David, viendo a
sus esclavos [siervos, sirvientes] hablar entre sí,
entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus esclavos [siervos, sirvientes]: ¿ Ha muerto el niño? Y
ellos respondieron: Ha muerto.
(2S 12:20) Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y
se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa
de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y
comió.
(2S 12:21) Y le dijeron sus
esclavos [siervos,
sirvientes]: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún,
ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste
y comiste pan.
(2S 12:22) Y él respondió:
Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios
tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?
(2S 12:23) Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar?
¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no
volverá a mí.
(2S 12:24) Y consoló David a
Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un
hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová,
(2S 12:25) y envió un mensaje
por «medio de»*
Natán profeta;
así llamó su nombre Jedidías, a causa de Jehová.
David captura Rabá
(1Cr 20:1-3)
(2S 12:26) Joab peleaba contra
Rabá de los hijos de Amón, y tomó la ciudad real.
(2S 12:27) Entonces envió Joab
mensajeros a David, diciendo: Yo he puesto sitio a Rabá, y he tomado la ciudad
de las aguas.
(2S 12:28) Reúne, pues, ahora
al pueblo que queda, y acampa contra la ciudad y tómala, no sea que tome yo la
ciudad y sea llamada de mi nombre.
(2S 12:29) Y juntando David a
todo el pueblo, fue contra Rabá, y combatió contra ella, y la tomó.
(2S 12:30) Y quitó la corona de
la cabeza de su rey, la cual pesaba un talento de oro, y tenía piedras
preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Y sacó muy grande botín de la
ciudad.
(2S 12:31) Sacó además a la gente que estaba en ella, y los
puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además
los hizo trabajar en los hornos de ladrillos; y
lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con
todo el pueblo a Jerusalén.
Amnón y Tamar
(2S 13:1) Sucedió después de esto, que teniendo Absalón hijo
de David una hermana hermosa que se llamaba Tamar, se enamoró de ella Amnón hijo de David.
(2S 13:2) Y estaba Amnón angustiado hasta enfermarse por
Tamar su hermana, pues por ser ella virgen, «le parecía a»*
Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna.
(2S 13:3) Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab, hijo
de Simea, hermano de David; y Jonadab era hombre muy astuto.
(2S 13:4) Y éste le dijo: Hijo
del rey, ¿por qué de día en día vas enflaqueciendo así? ¿No me lo descubrirás a
mí? Y Amnón le respondió: Yo amo a Tamar la hermana de Absalón mi hermano.
(2S 13:5) Y Jonadab le dijo:
Acuéstate en tu cama, y finge que estás enfermo; y cuando tu padre viniere a
visitarte, dile: «Te ruego»* que venga mi hermana Tamar, para que me dé de
comer, y prepare delante de mí alguna vianda, para que al verla yo la coma de
su mano.
(2S 13:6) Se acostó, pues, Amnón, y fingió que estaba
enfermo; y vino el rey a visitarle. Y dijo Amnón
al rey: «Yo te ruego»* que venga mi
hermana Tamar, y haga delante de mí dos hojuelas, para que coma yo de su mano.
(2S 13:7) Y David envió a
Tamar a su casa, diciendo: Ve ahora a casa de Amnón tu hermano, y hazle de
comer.
(2S 13:8) Y fue Tamar a casa
de su hermano Amnón, el cual estaba acostado; y tomó harina, y amasó, e hizo
hojuelas delante de él y las coció.
(2S 13:9) Tomó luego la
sartén, y las sacó delante de él; mas él no quiso comer. Y dijo Amnón: Echen
fuera de aquí a todos. Y todos salieron de allí.
(2S 13:10) Entonces Amnón dijo
a Tamar: Trae la comida a la alcoba, para que yo coma de tu mano. Y tomando
Tamar las hojuelas que había preparado, las llevó a su hermano Amnón a la
alcoba.
(2S 13:11) Y cuando ella se las puso
delante para que comiese, asió de ella, y le dijo: Ven, hermana mía, acuéstate
conmigo.
(2S 13:12) Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas violencia; porque no se debe hacer así en
Israel. No hagas tal vileza.
(2S 13:13) Porque ¿adónde iría
yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los insensatos [irracionales, fatuos, necios] en Israel. «Te ruego»*
pues, ahora, que hables al rey, que él no me
negará a ti.
(2S 13:14) Mas él no la quiso
oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella.
(2S 13:15) Luego la aborreció
Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor
que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate, y vete.
(2S 13:16) Y ella le respondió:
No hay razón; mayor mal es este de arrojarme, que el que me has hecho. Mas él
no la quiso oír,
(2S 13:17) sino que llamando a
su criado que le servía, le dijo: Échame a ésta fuera de aquí, y cierra tras
ella la puerta.
(2S 13:18) Y llevaba ella un vestido de diversos colores,
traje que vestían las hijas vírgenes de los
reyes. Su criado, pues, la echó fuera, y cerró la puerta tras ella.
(2S 13:19) Entonces Tamar tomó
ceniza y la esparció sobre su cabeza, y rasgó la ropa de colores de que estaba
vestida, y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando.
Venganza y huida de Absalón
(2S 13:20) Y le dijo su hermano
Absalón: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu
hermano es; no se angustie tu corazón
por esto. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano.
(2S 13:21) Y luego que el rey David oyó todo esto, se enojó mucho.
(2S 13:22) Mas Absalón no habló
con Amnón ni malo ni bueno; aunque Absalón aborrecía a Amnón, porque había
forzado a Tamar su hermana.
(2S 13:23) Sucedió «pasados»* dos años, que Absalón tenía esquiladores
en Baalhazor, que está junto a Efraín; y convidó Absalón a todos los hijos del
rey.
(2S 13:24) Y vino Absalón al rey, y dijo: He aquí, tu esclavo [siervo, sirviente] tiene ahora esquiladores; «yo ruego»* que
venga el rey y sus esclavos [siervos,
sirvientes] con tu esclavo [siervo,
sirviente].
(2S 13:25) Y respondió el rey a
Absalón: No, hijo mío, no vamos todos, para que no te seamos gravosos. Y aunque
porfió con él, no quiso ir, mas le bendijo.
(2S 13:26) Entonces dijo
Absalón: Pues si no, «te ruego»* que venga con
nosotros Amnón mi hermano. Y el rey le respondió: ¿Para qué ha de ir contigo?
(2S 13:27) Pero como Absalón le importunaba, dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey.
(2S 13:28) Y Absalón había dado orden
a sus criados, diciendo: «les ruego»* que miren cuando
el corazón de Amnón esté alegre por el
vino; y al decir yo: Hieran a Amnón, entonces mátenle, y no teman, pues yo se lo he mandado. Esfuércense, por lo tanto, y sean «valientes.»*
(2S 13:29) Y los criados de Absalón hicieron con Amnón como Absalón les había mandado. Entonces se
levantaron todos los hijos del rey, y montaron «cada
uno»* en su mula, y huyeron.
(2S 13:30) Estando ellos aún en
el camino, llegó a David el rumor que decía: Absalón ha dado muerte a todos los
hijos del rey, y ninguno de ellos ha quedado.
(2S 13:31) Entonces levantándose David, rasgó sus vestidos, y se echó en tierra, y todos sus
criados que estaban junto a él también rasgaron sus vestidos.
(2S 13:32) Pero Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habló y dijo: No diga mi señor que han dado muerte a todos
los jóvenes hijos del rey, pues sólo Amnón ha sido muerto; porque por «mandato de»*
Absalón esto había sido determinado desde el día en que Amnón forzó a Tamar su
hermana.
(2S 13:33) Por tanto, ahora no ponga
mi señor el rey en su corazón ese rumor
que dice: Todos los hijos del rey han sido muertos; porque sólo Amnón ha sido
muerto.
(2S 13:34) Y Absalón huyó.
Entre tanto, alzando sus ojos el joven que estaba de atalaya, miró, y he aquí
mucha gente que venía por el camino a sus espaldas, del lado del monte.
(2S 13:35) Y dijo Jonadab al
rey: He allí los hijos del rey que vienen; es así como tu esclavo [siervo, sirviente] ha dicho.
(2S 13:36) Cuando él acabó de hablar, he
aquí los hijos del rey que vinieron, y alzando su voz lloraron. Y también el
mismo rey y todos sus esclavos [siervos,
sirvientes] lloraron con muy
grandes lamentos.
(2S 13:37) Mas Absalón huyó y
se fue a Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur. Y David lloraba por su hijo todos
los días.
(2S 13:38) Así huyó Absalón y
se fue a Gesur, y estuvo allá tres años.
(2S 13:39) Y el rey David deseaba
ver a Absalón; pues ya estaba consolado acerca de Amnón, que había muerto.
Joab procura el regreso de Absalón
(2S 14:1) Conociendo Joab hijo
de Sarvia que el corazón del rey se
inclinaba por Absalón,
(2S 14:2) envió Joab a Tecoa,
y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: «Yo
te ruego»* que finjas estar de duelo, y te
vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino preséntate como una mujer
que «desde mucho tiempo»* está de duelo por
algún muerto;
(2S 14:3) y entrarás al rey, y le
hablarás de esta manera. Y puso Joab las palabras en su boca.
(2S 14:4) Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y
postrándose en tierra sobre su rostro, hizo
reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey!
(2S 14:5) El rey le dijo: ¿Qué
tienes? Y ella respondió: Yo de hecho soy una mujer viuda y mi marido ha
muerto.
(2S 14:6) Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los
separase, hirió el uno al otro, y lo mató.
(2S 14:7) Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu
sierva, diciendo: Entrega al que mató a su
hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y
matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no
dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra.
(2S 14:8) Entonces el rey dijo
a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti.
(2S 14:9) Y la mujer de Tecoa dijo
al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas
el rey y su trono sean sin culpa.
(2S 14:10) Y el rey dijo: Al
que hablare contra ti, tráelo a mí, y no te tocará más.
(2S 14:11) Dijo ella entonces: «Te ruego,»* oh
rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, para que
el vengador de la sangre «no»* aumente
el daño, y no destruya a mi hijo. Y el
respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en
tierra.
(2S 14:12) Y la mujer dijo: «Te ruego»* que
permitas que tu sierva hable una palabra a mi
señor el rey. Y él dijo: Habla.
(2S 14:13) Entonces la mujer dijo:
¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque
hablando el rey esta palabra, se hace culpable él mismo, por cuanto el rey no
hace volver a su desterrado.
(2S 14:14) Porque de cierto morimos,
y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni
Dios quita la vida, sino que provee medios para no alejar de sí al desterrado.
(2S 14:15) Y el haber yo venido ahora para decir esto al rey
mi señor, es porque el pueblo me atemorizó; y tu
sierva dijo: Hablaré ahora al rey; quizá él hará lo que su sierva diga.
(2S 14:16) Pues el rey oirá,
para librar a su sierva de mano del hombre que me quiere destruir a mí y a mi
hijo juntamente, de la heredad [posesión
territorial] de Dios.
(2S 14:17) Tu sierva, pues, dice:
Sea ahora de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor el rey
es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Así Jehová tu
Dios sea contigo.
(2S 14:18) Entonces David respondió y dijo a la mujer: «Yo
te ruego»* que no me
encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la mujer dijo: Hable mi señor el
rey.
(2S 14:19) Y el rey dijo: ¿No
anda la mano de Joab contigo en todas estas cosas? La mujer respondió y dijo:
Vive tu alma, rey señor mío, que no hay
que apartarse a derecha ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha
hablado; porque tu esclavo [siervo,
sirviente] Joab, él me mandó, y él
puso en boca de tu sierva todas estas palabras.
(2S 14:20) Para mudar el aspecto de las cosas Joab tu esclavo [siervo, sirviente] ha hecho esto; pero mi
señor es sabio conforme a la sabiduría
de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra.
(2S 14:21) Entonces el rey dijo
a Joab: He aquí yo hago esto; ve, y haz volver al joven Absalón.
(2S 14:22) Y Joab se postró en
tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que bendijo al rey, dijo:
Hoy ha entendido tu esclavo [siervo,
sirviente] que he hallado gracia en
tus ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su esclavo [siervo, sirviente] ha dicho.
(2S 14:23) Se levantó luego Joab y fue a Gesur, y trajo a
Absalón a Jerusalén.
(2S 14:24) Mas el rey dijo:
Váyase a su casa, y no vea mi rostro. Y volvió Absalón a su casa, y no vio el
rostro del rey.
(2S 14:25) Y no había en todo
Israel «ninguno»* tan alabado por su hermosura como Absalón;
desde la planta de su pie hasta su coronilla no había
en él defecto.
(2S 14:26) Cuando se cortaba el
cabello (lo cual hacía al fin de «cada
año,»* pues
le causaba molestia, y por eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza
doscientos siclos de peso real.
(2S 14:27) Y le nacieron a
Absalón tres hijos, y una hija que se llamó Tamar, la cual era mujer de hermoso
semblante.
(2S 14:28) Y estuvo Absalón «por espacio de»*
dos años en Jerusalén, y no vio el rostro
del rey.
(2S 14:29) Y mandó Absalón por
Joab, para enviarlo al rey, pero él no quiso venir; y envió aun por segunda
vez, y no quiso venir.
(2S 14:30) Entonces dijo a sus esclavos [siervos,
sirvientes]: Vean, el campo de Joab
está «junto»*
al mío, y tiene allí cebada; vayan y préndanle fuego. Y los esclavos [siervos, sirvientes] de Absalón prendieron
fuego al campo.
(2S 14:31) Entonces se levantó Joab y vino a casa de Absalón,
y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus esclavos [siervos,
sirvientes] a mi campo?
(2S 14:32) Y Absalón respondió a Joab: He aquí yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, con el fin de
enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar aún
allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado, máteme.
(2S 14:33) Vino, pues, Joab al rey, y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey, e
inclinó su rostro a tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.
Absalón se subleva contra David
(2S 15:1) Sucedió después de
esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que
corriesen delante de él.
(2S 15:2) Y se levantaba
Absalón de mañana, y se ponía a un «lado
del»* camino junto a la puerta; y a «cualquiera»*
que tenía pleito y venía al rey a juicio,
Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu esclavo [siervo, sirviente] es de una de las tribus de
Israel.
(2S 15:3) Entonces Absalón le
decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de
parte del rey.
(2S 15:4) Y decía Absalón:
¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que
tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!
(2S 15:5) Y [acontecía] que
cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo
tomaba, y lo besaba.
(2S 15:6) De esta manera hacía con todos los israelitas que
venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel.
(2S 15:7) Al cabo de cuatro años, sucedió que Absalón dijo al rey: Yo «te ruego»* me
permitas que vaya a Hebrón, a pagar mi voto que he prometido a Jehová.
(2S 15:8) Porque tu esclavo [siervo,
sirviente] «hizo»* voto cuando estaba
en Gesur en Siria, diciendo: Si Jehová me hiciere volver a Jerusalén, yo
serviré a Jehová.
(2S 15:9) Y el rey le dijo: Ve
en paz. Y él se levantó, y fue a Hebrón.
(2S 15:10) Entonces envió
Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigan el
sonido de la trompeta dirán: Absalón reina en Hebrón.
(2S 15:11) Y fueron con Absalón
doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban en su
sencillez, sin saber nada.
(2S 15:12) Y mientras Absalón ofrecía los sacrificios, llamó a
Ahitofel gilonita, consejero de David, de su ciudad de Gilo. Y la conspiración se hizo poderosa, y
aumentaba el pueblo que seguía a Absalón.
(2S 15:13) Y un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón.
(2S 15:14) Entonces David dijo
a todos sus esclavos [siervos, sirvientes] que estaban con él en
Jerusalén: Levántense y huyamos, porque no
podremos escapar delante de Absalón; dense prisa a partir, no sea que
apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad
a filo de espada.
(2S 15:15) Y los esclavos [siervos,
sirvientes] del rey dijeron al rey:
He aquí, tus «esclavos [siervos, sirvientes] están listos a»* todo lo que nuestro señor el rey decida.
(2S 15:16) El rey entonces salió,
con toda su familia «detrás de él.»* Y dejó el rey
diez mujeres concubinas, para que guardasen la casa.
(2S 15:17) Salió, pues, el rey
con todo el pueblo que «le seguía,»* y se detuvieron en un lugar distante.
(2S 15:18) Y todos sus esclavos [siervos,
sirvientes] pasaban a su lado, con todos los cereteos y peleteos; y
todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, iban
delante del rey.
(2S 15:19) Y dijo el rey a Itai
geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey;
porque tú eres extranjero, y desterrado también de tu lugar.
(2S 15:20) Ayer viniste, ¿y he de hacer hoy que te muevas para
ir con nosotros? En cuanto a mí, yo iré a donde
pueda ir; tú vuélvete, y haz volver a tus hermanos; y Jehová te muestre amor
permanente y fidelidad.
(2S 15:21) Y respondió Itai al
rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que o para muerte o para
vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu esclavo [siervo, sirviente].
(2S 15:22) Entonces David dijo
a Itai: Ven, pues, y pasa. Y pasó Itai geteo, y todos sus hombres, y toda su
familia.
(2S 15:23) Y todo el país lloró en alta voz; pasó luego toda
la gente el torrente de Cedrón; asimismo pasó el rey, y todo el pueblo pasó al
camino que va al desierto.
(2S 15:24) Y he aquí, también iba Sadoc, y con él todos los
levitas que llevaban el arca del pacto [alianza, convenio, acuerdo] de Dios; y
asentaron el arca
del pacto [alianza, convenio,
acuerdo] de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo hubo
acabado de salir de la ciudad.
(2S 15:25) Pero dijo el rey a
Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la
ciudad. Si yo hallare gracia ante los ojos de Jehová, él hará que vuelva, y me
dejará verla y a su tabernáculo.
(2S 15:26) Y si dijere: No me
complazco en ti; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere.
(2S 15:27) Dijo además el rey
al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y con
ustedes sus [de ustedes] dos hijos; Ahimaas tu hijo, y Jonatán hijo de
Abiatar.
(2S 15:28) Vean, yo me detendré
en los vados del desierto, hasta que venga respuesta de ustedes que me dé
aviso.
(2S 15:29) Entonces Sadoc y Abiatar volvieron el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allá.
(2S 15:30) Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió
llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el
pueblo que tenía consigo cubrió «cada uno»* su
cabeza, e iban llorando mientras subían.
(2S 15:31) Y dieron aviso a David,
diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron
con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de
Ahitofel.
(2S 15:32) Cuando David llegó a la cumbre del monte para
adorar allí a Dios, he aquí Husai arquita que le salió al encuentro, rasgados
sus vestidos, y tierra sobre su cabeza.
(2S 15:33) Y le dijo David: Si
pasares conmigo, me serás carga.
(2S 15:34) Mas si volvieres a la ciudad, y dijeres a Absalón: Rey, yo seré tu esclavo [siervo, sirviente]; como hasta aquí he sido
esclavo [siervo, sirviente] de tu padre, así seré ahora esclavo [siervo, sirviente] tuyo; entonces tú harás nulo el consejo de Ahitofel.
(2S 15:35) ¿No estarán allí contigo
los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del
rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar.
(2S 15:36) Y he aquí que están con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonatán el de
Abiatar; «por medio de»* ellos me enviaran aviso de todo lo que oyeren.
(2S 15:37) Así vino Husai amigo de David a la ciudad; y
Absalón entró en Jerusalén.
(2S 16:1) Cuando David pasó un
poco más allá de la cumbre del monte, he aquí Siba el criado de Mefiboset, que
salía a recibirle con un par de asnos enalbardados, y sobre ellos doscientos
panes, cien racimos de pasas, cien panes de higos secos, y un cuero de vino.
(2S 16:2) Y dijo el rey a
Siba: ¿Qué es esto? Y Siba respondió: Los asnos son para que monte la familia
del rey, los panes y las pasas para que coman los criados, y el vino para que
beban los que se cansen en el desierto.
(2S 16:3) Y dijo el rey: ¿Dónde está el hijo de tu señor? Y
Siba respondió al rey: He aquí él se ha quedado
en Jerusalén, porque ha dicho: Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de
mi padre.
(2S 16:4) Entonces el rey dijo
a Siba: He aquí, sea tuyo todo lo que tiene Mefiboset. Y respondió Siba
inclinándose: Rey señor mío, halle yo gracia delante de ti.
(2S 16:5) Y vino el rey David hasta Bahurim; y he aquí salía
uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei hijo de Gera; y
salía maldiciendo,
(2S 16:6) y arrojando piedras
contra David, y contra todos los esclavos [siervos, sirvientes] del rey David; y todo el
pueblo y todos los hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda.
(2S 16:7) Y decía Simei,
maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y «perverso!»*
(2S 16:8) Jehová te ha dado el
pago de toda la sangre de la casa de
Saúl, en lugar del cual tú has reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano
de tu hijo Absalón; y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque eres hombre
sanguinario.
(2S 16:9) Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor
el rey? «Te ruego»* que me dejes pasar, y le quitaré la cabeza.
(2S 16:10) Y el rey respondió:
¿Qué «tengo»*
yo con ustedes, hijos de Sarvia? Si él así maldice,
es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por
qué lo haces así?
(2S 16:11) Y dijo David a
Abisai y a todos sus esclavos [siervos, sirvientes]: He aquí, mi hijo que ha
salido de mis entrañas, acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín?
Déjenle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho.
(2S 16:12) Quizá mirará Jehová
mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.
(2S 16:13) Y mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte
delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de él, y
esparciendo polvo.
(2S 16:14) Y el rey y todo el pueblo que con él estaba,
llegaron fatigados, y descansaron allí.
(2S 16:15) Y Absalón y toda la gente suya, los hombres de
Israel, entraron en Jerusalén, y con él Ahitofel.
(2S 16:16) Sucedió luego, que
cuando Husai arquita, amigo de David, vino al encuentro de Absalón, dijo Husai:
¡Viva el rey, viva el rey!
(2S 16:17) Y Absalón dijo a
Husai: ¿Es este tu agradecimiento para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu
amigo?
(2S 16:18) Y Husai respondió a
Absalón: No, sino que de aquel que eligiere Jehová y este pueblo y todos los
varones de Israel, de aquél seré yo, y con él me quedaré.
(2S 16:19) ¿Y a quién había yo
de servir ? ¿No es a su hijo? Como he servido delante de tu padre, así seré
delante de ti.
(2S 16:20) Entonces dijo
Absalón a Ahitofel: Den su [de ustedes]
consejo sobre lo que debemos hacer.
(2S 16:21) Y Ahitofel dijo a
Absalón: Llégate a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la
casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre,
y así se fortalecerán las manos de todos los que están contigo.
(2S 16:22) Entonces pusieron
para Absalón una tienda sobre el terrado, y se llegó Absalón a las concubinas
de su padre, ante los ojos de todo Israel.
(2S 16:23) Y el consejo que daba
Ahitofel en aquellos días, era como si
se consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con
David como con Absalón.
Concejos de Ahitofel y de Husai
(2S 17:1) Entonces Ahitofel dijo
a Absalón: Yo escogeré ahora doce mil hombres, y me levantaré y seguiré a David
esta noche,
(2S 17:2) y caeré sobre él
mientras está cansado y débil de manos; lo atemorizaré, y todo el pueblo que
está con él huirá, y mataré al rey solo.
(2S 17:3) Así haré volver a ti
todo el pueblo (pues tú buscas solamente la vida de un hombre); y cuando ellos
hayan vuelto, todo el pueblo estará en paz.
(2S 17:4) Este consejo pareció bien a Absalón y a todos los
ancianos de Israel.
(2S 17:5) Y dijo Absalón:
Llamen también ahora a Husai arquita, para que «asimismo»* oigamos «lo que él dirá.»
(2S 17:6) Cuando Husai vino a Absalón, le habló Absalón, diciendo: Así ha dicho Ahitofel;
¿seguiremos su consejo, o no? Di tú.
(2S 17:7) Entonces Husai dijo
a Absalón: El consejo que ha dado esta vez Ahitofel no es bueno.
(2S 17:8) Y añadió Husai: Tú
sabes que tu padre y los suyos son hombres valientes, y que están con amargura
de ánimo, como la osa en el campo cuando le han quitado sus cachorros. Además,
tu padre es hombre de guerra, y no pasará la noche con el pueblo.
(2S 17:9) He aquí él estará
ahora escondido en alguna cueva, o en otro lugar; y si al principio cayeren
algunos de los tuyos, quienquiera que lo oyere dirá: El pueblo que sigue a
Absalón ha sido derrotado.
(2S 17:10) Y aun el hombre
valiente, cuyo corazón sea como corazón de león, desmayará por completo;
porque todo Israel sabe que tu padre es hombre valiente, y que los que están
con él son esforzados.
(2S 17:11) Aconsejo, pues, que
todo Israel se junte a ti, desde Dan hasta Beerseba, en multitud como la arena
que está a la orilla del mar, y que tú en persona vayas a la batalla.
(2S 17:12) Entonces le
acometeremos en cualquier lugar en donde se hallare, y caeremos sobre él como
cuando el rocío cae sobre la tierra, y ni uno dejaremos de él y de todos los
que están con él.
(2S 17:13) Y si se refugiare en alguna ciudad, todos los de
Israel llevarán sogas a aquella ciudad, y la
arrastraremos hasta el arroyo, hasta que no se encuentre allí ni una piedra.
(2S 17:14) Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo
de Ahitofel. Porque Jehová había ordenado que el acertado consejo de Ahitofel
se frustrara, para que Jehová hiciese venir el mal sobre Absalón.
(2S 17:15) Dijo luego Husai a
los sacerdotes Sadoc y Abiatar: Así y así aconsejó Ahitofel a Absalón y a los
ancianos de Israel; y de esta manera aconsejé yo.
(2S 17:16) Por tanto, envíen inmediatamente y den aviso a
David, diciendo: No te quedes esta noche en los vados del desierto, sino pasa
luego el Jordán, para que no sea destruido el rey y todo el pueblo que con él está.
(2S 17:17) Y Jonatán y Ahimaas estaban junto a la fuente de
Rogel, y fue una criada y les avisó, porque ellos no podían mostrarse viniendo
a la ciudad; y ellos fueron y se lo hicieron saber al rey David.
(2S 17:18) Pero fueron vistos
por un joven, el cual lo hizo saber a Absalón; sin embargo, los dos se dieron
prisa a caminar, y llegaron a casa de un hombre en Bahurim, que tenía en su
patio un pozo, dentro del cual se metieron.
(2S 17:19) Y tomando la mujer
de la casa una manta, la extendió sobre la boca del pozo, y tendió sobre ella
el grano molido [trillado]; y
nada se supo del asunto.
(2S 17:20) Llegando luego los criados de Absalón a la casa de
la mujer, le dijeron: ¿Dónde están Ahimaas y
Jonatán? Y la mujer les respondió: Ya han pasado el vado de las aguas. Y como
ellos los buscaron y no los hallaron, volvieron a Jerusalén.
(2S 17:21) Y después que se hubieron ido, aquéllos salieron
del pozo y se fueron, y dieron aviso al rey David, diciéndole: Levántense y dense prisa a pasar las aguas, porque
Ahitofel ha dado tal consejo contra ustedes.
(2S 17:22) Entonces David se levantó, y todo el pueblo que con
él estaba, y pasaron el Jordán antes que
amaneciese; ni siquiera faltó uno que no pasase el Jordán.
(2S 17:23) Pero Ahitofel, viendo
que no se había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a
su casa a su ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así
murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.
(2S 17:24) Y David llegó a Mahanaim; y Absalón pasó el Jordán con toda la gente de Israel.
(2S 17:25) Y Absalón nombró a Amasa jefe del ejército en lugar
de Joab. Amasa era hijo de un varón de Israel llamado
Itra, el cual se había llegado a Abigail hija de Nahas, hermana de Sarvia madre
de Joab.
(2S 17:26) Y acampó Israel con
Absalón en tierra de Galaad.
(2S 17:27) Luego que David llegó a Mahanaim, Sobi hijo de
Nahas, de Rabá de los hijos de Amón, Maquir hijo de Amiel, de Lodebar, y
Barzilai galaadita de Rogelim,
(2S 17:28) trajeron a David y al pueblo que estaba con él,
camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas,
lentejas, garbanzos tostados,
(2S 17:29) miel, manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que
comiesen; porque decían: El pueblo está
hambriento y cansado y sediento en el desierto.
Muerte de Absalón
(2S 18:1) David, pues, pasó revista
al pueblo que tenía consigo, y puso sobre ellos jefes de millares y jefes de
centenas.
(2S 18:2) Y envió David al
pueblo, una tercera parte bajo el mando de Joab, una tercera parte bajo el
mando de Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, y una tercera parte al mando
de Itai geteo. Y dijo el rey al pueblo: Yo también saldré con ustedes.
(2S 18:3) Mas el pueblo dijo:
No saldrás; porque si nosotros huyéremos, no harán caso de nosotros; y aunque
la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; mas tú ahora vales tanto
como diez mil de nosotros. Será, pues, mejor que tú nos des ayuda desde la
ciudad.
(2S 18:4) Entonces el rey les
dijo: Yo haré lo que bien les parezca. Y se puso el rey a la entrada de la
puerta, mientras salía todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil.
(2S 18:5) Y el rey mandó a
Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: Traten benignamente por amor de mí al joven
Absalón. Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón a todos
los capitanes.
(2S 18:6) Salió, pues, el
pueblo al campo contra Israel, y se libró la batalla en el bosque de Efraín.
(2S 18:7) Y allí cayó el
pueblo de Israel delante de los esclavos [siervos, sirvientes] de David, y se hizo allí en aquel día una gran matanza de veinte mil
hombres.
(2S 18:8) Y la batalla se
extendió por todo el país; y fueron más los que destruyó el bosque aquel día,
que los que destruyó la espada.
(2S 18:9) Y se encontró Absalón con los esclavos [siervos, sirvientes] de David; e iba Absalón
sobre un mulo, y el mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran
encina, y se le enredó la cabeza en la encina, y Absalón quedó suspendido entre
el cielo y la tierra; y el mulo en que iba pasó delante.
(2S 18:10) Viéndolo uno, avisó
a Joab, diciendo: He aquí que he visto a Absalón colgado de una encina.
(2S 18:11) Y Joab respondió al
hombre que le daba la nueva: Y viéndolo tú, ¿por qué no le mataste luego allí
echándole a tierra? Me hubiera placido darte diez siclos de plata, y un
talabarte.
(2S 18:12) El hombre dijo a Joab:
Aunque me pesaras mil siclos de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo
del rey; porque «nosotros oímos»* cuando el rey te mandó
a ti y a Abisai y a Itai, diciendo: Vean que ninguno toque al joven Absalón.
(2S 18:13) «Por otra parte,»* habría yo hecho traición contra mi vida, pues «que»* al rey nada se le esconde, y tú mismo estarías en contra.
(2S 18:14) Y respondió Joab: No
malgastaré mi tiempo contigo. Y tomando
tres dardos en su mano, los clavó en el corazón
de Absalón, quien estaba aún vivo en medio de la encina.
(2S 18:15) Y diez jóvenes escuderos de Joab rodearon e hirieron a Absalón, y acabaron de matarle.
(2S 18:16) Entonces Joab tocó
la trompeta, y el pueblo se volvió de seguir a Israel, porque Joab detuvo al
pueblo.
(2S 18:17) Tomando después a
Absalón, le echaron en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un
montón muy grande de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda.
(2S 18:18) Y en vida, Absalón había tomado y erigido una columna, la cual está en el valle del
rey; porque había dicho: «Yo»* no «tengo»* hijo
que conserve la memoria de mi nombre. Y llamó aquella columna por su nombre, y así se ha llamado Columna de Absalón, hasta
hoy.
(2S 18:19) Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: ¿Correré ahora, y daré al rey las nuevas de que Jehová ha
defendido su causa de la mano de sus enemigos?
(2S 18:20) Respondió Joab: Hoy
no llevarás las nuevas; las llevarás otro día; no darás hoy la nueva, porque el
hijo del rey ha muerto.
(2S 18:21) Y Joab dijo a un
etíope: Ve tú, y di al rey lo que has visto. Y el etíope hizo reverencia ante
Joab, y corrió.
(2S 18:22) Entonces Ahimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab: Sea como fuere, yo correré
ahora tras el etíope. Y Joab dijo: Hijo mío, ¿para qué has de correr tú, si no
recibirás premio por las nuevas?
(2S 18:23) Mas él respondió: «Sea
como fuere,»* yo correré. Entonces le dijo: Corre. Corrió, pues, Ahimaas por el
camino de la llanura, y pasó delante del etíope.
(2S 18:24) Y David estaba sentado entre las dos puertas; y el
atalaya había ido al terrado sobre la puerta en
el muro, y alzando sus ojos, miró, y vio a uno que corría solo.
(2S 18:25) El atalaya dio luego voces,
y lo hizo saber al rey. Y el rey dijo: Si «viene
solo,»* buenas nuevas trae. En tanto que él
venía acercándose,
(2S 18:26) vio el atalaya a
otro que corría; y dio voces el atalaya al portero, diciendo: He aquí otro
hombre que corre solo. Y el rey dijo: Este también es mensajero.
(2S 18:27) Y el atalaya volvió a decir: Me parece el correr del primero como el correr de Ahimaas hijo de
Sadoc. Y respondió el rey: Ese es hombre de bien, y viene con buenas nuevas.
(2S 18:28) Entonces Ahimaas
dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó a tierra delante del rey, y dijo:
Bendito sea Jehová Dios tuyo, que ha entregado a los hombres que habían
levantado sus manos contra mi señor el rey.
(2S 18:29) Y el rey dijo: ¿El
joven Absalón «está bien?»* Y Ahimaas respondió:
Vi yo un gran alboroto cuando envió Joab al esclavo [siervo, sirviente] del rey y a mí tu esclavo [siervo, sirviente]; mas no sé qué era.
(2S 18:30) Y el rey dijo: Pasa,
y ponte allí. Y él pasó, y se quedó de pie.
(2S 18:31) Luego vino el etíope, y dijo: Reciba nuevas mi señor el rey, que hoy Jehová ha defendido
tu causa de la mano de todos los que se habían levantado contra ti.
(2S 18:32) El rey entonces dijo
al etíope: ¿El joven Absalón «está
bien?»* Y el etíope respondió: Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el
rey, y todos los que se levanten contra ti para mal.
(2S 18:33) Entonces el rey se turbó [atormentó, agobió, alteró], y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo,
decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que
muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!