Referencias para la lectura:
- Texto
actualizado al español latino.
- Ubicación
visual de vocablos claves resaltados en colores.
- Sinónimos
de palabras claves entre corchetes [color
bordó]
- Texto
entre comillas y asterisco «expresión»*
refiere a una frase en español equivalente a la frase hebrea de dicho texto.
- Subtitulado tradicional actualizado
Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original
del hebreo.
Para complementar su lectura considere el uso de un
diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para
el NT.
Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera
Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de
significados y conceptos.
Reformas religiosas de Asa
(1R 15:13-15)
(2Cr 15:1) Vino el Espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Obed,
(2Cr 15:2) y salió «al
encuentro de»* Asa, y le dijo: Óiganme, Asa y todo Judá y Benjamín: Jehová estará
con ustedes, si ustedes estuvieren con él; y si le buscaren, será hallado de
ustedes; mas si le dejaren, él también les dejará.
(2Cr 15:3) Muchos días
ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin ley;
(2Cr 15:4) pero cuando en su tribulación
se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron,
él fue hallado de ellos.
(2Cr 15:5) En aquellos tiempos
no hubo paz, ni para el que entraba ni para el que salía, sino muchas
aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras.
(2Cr 15:6) Y una gente destruía
a otra, y una ciudad a otra ciudad; porque Dios los turbó [atormentó,
agobió, alteró] con toda clase de
calamidades.
(2Cr 15:7) Pero esfuércense
ustedes, y no desfallezcan sus [de
ustedes] manos, pues hay recompensa
para su [de ustedes] obra.
(2Cr 15:8) Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta Azarías
hijo de Obed, cobró ánimo, y quitó los ídolos
abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él
había tomado en la parte montañosa de Efraín; y reparó el altar de Jehová que
estaba delante del pórtico de Jehová.
(2Cr 15:9) Después reunió a
todo Judá y Benjamín, y con ellos los forasteros de Efraín, de Manasés y de
Simeón; porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su
Dios estaba con él.
(2Cr 15:10) Se reunieron, pues, en Jerusalén, en el mes tercero
del año decimoquinto del reinado de Asa.
(2Cr 15:11) Y en aquel mismo día sacrificaron para Jehová, del botín que habían traído, setecientos
bueyes y siete mil ovejas.
(2Cr 15:12) Entonces «prometieron
solemnemente»* que buscarían a Jehová el
Dios de sus padres, de todo su corazón
y de toda su alma;
(2Cr 15:13) y que cualquiera que no buscase a Jehová el Dios de Israel, muriese, grande o
pequeño, hombre o mujer.
(2Cr 15:14) Y juraron a Jehová con gran voz y júbilo, al son de
trompetas y de bocinas.
(2Cr 15:15) Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos;
y Jehová les dio paz por todas partes.
(2Cr 15:16) Y aun a Maaca madre del rey Asa, él mismo la depuso de su dignidad, porque había hecho una imagen de Asera; y Asa destruyó la imagen, y la
desmenuzó, y la quemó junto al torrente de Cedrón.
(2Cr 15:17) Con todo esto, los lugares altos no eran quitados
de Israel, aunque el corazón de Asa fue
perfecto en todos sus días.
(2Cr 15:18) Y trajo a la casa de Dios lo que su padre había
dedicado, y lo que él había consagrado, plata, oro y utensilios.
(2Cr 15:19) Y no hubo más guerra
hasta los treinta y cinco años del reinado de Asa.
Alianza de Asa con Ben-adad
(1R 15:16-22)
(2Cr 16:1) En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa rey de Israel contra Judá, y fortificó a Ramá,
para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá.
(2Cr 16:2) Entonces sacó Asa la
plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real, y envió a
Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo:
(2Cr 16:3) Haya alianza entre tú
y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre; he aquí yo te he enviado plata y
oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel,
a fin de que se retire de mí.
(2Cr 16:4) Y consintió Ben-adad con el rey Asa, y envió los capitanes de sus ejércitos contra las ciudades de
Israel; y conquistaron Ijón, Dan, Abelmaim y las ciudades de aprovisionamiento
de Neftalí.
(2Cr 16:5) Oyendo esto Baasa, cesó de
edificar a Ramá, y abandonó su obra.
(2Cr 16:6) Entonces el rey Asa tomó
a todo Judá, y se llevaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa
edificaba, y con ellas edificó a Geba y a Mizpa.
(2Cr 16:7) En aquel tiempo
vino el vidente Hanani a Asa rey de Judá, y le
dijo: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová
tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos.
(2Cr 16:8) Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de
a caballo? Con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos.
(2Cr 16:9) Porque los ojos de Jehová contemplan toda la
tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para
con él. Locamente has hecho en esto; porque de
aquí en adelante habrá más guerra contra ti.
(2Cr 16:10) Entonces se enojó
Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque «se encolerizó grandemente»*
a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo.
Muerte de Asa
(1R 15:23-24)
(2Cr 16:11) Mas he aquí los hechos de Asa, primeros y últimos, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de
Israel.
(2Cr 16:12) En el año treinta y nueve de su reinado, Asa
enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos.
(2Cr 16:13) Y durmió Asa con sus
padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado.
(2Cr 16:14) Y lo sepultaron en
los sepulcros que él había hecho para sí en la ciudad de David; y lo pusieron
en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas especias aromáticas,
preparadas por expertos perfumistas; e hicieron un gran fuego en su honor.
Reinado de Josafat
(2Cr 17:1) Reinó en su lugar
Josafat su hijo, el cual se hizo fuerte contra Israel.
(2Cr 17:2) Puso ejércitos en
todas las ciudades fortificadas de Judá, y colocó gente de guarnición en tierra
de Judá, y asimismo en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado.
(2Cr 17:3) Y Jehová estuvo con
Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a
los baales,
(2Cr 17:4) sino que buscó al
Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos,
y no según las obras de Israel.
(2Cr 17:5) Jehová, por tanto, confirmó el reino en su mano, y
todo Judá dio a Josafat regalos [presentes]; y tuvo
riquezas y gloria en abundancia.
(2Cr 17:6) Y se animó su corazón en los caminos de Jehová, y quitó los
lugares altos y las imágenes de Asera de en medio de Judá.
(2Cr 17:7) Al tercer año de su reinado envió sus príncipes Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y
Micaías, para que enseñasen en las ciudades de Judá;
(2Cr 17:8) y con ellos a los levitas Semaías, Netanías,
Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías; y con ellos
a los sacerdotes Elisama y Joram.
(2Cr 17:9) Y enseñaron en Judá,
teniendo consigo el libro de la ley de Jehová, y recorrieron todas las ciudades
de Judá enseñando al pueblo.
(2Cr 17:10) Y cayó el pavor de
Jehová sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y
no osaron hacer guerra contra Josafat.
(2Cr 17:11) Y traían de los filisteos regalos [presentes] a Josafat, y tributos de plata.
Los árabes también le trajeron ganados, siete mil setecientos carneros y siete
mil setecientos machos cabríos.
(2Cr 17:12) Iba, pues, Josafat
engrandeciéndose mucho; y edificó en Judá fortalezas
y ciudades de aprovisionamiento.
(2Cr 17:13) Tuvo muchas
provisiones en las ciudades de Judá, y hombres de guerra muy valientes en
Jerusalén.
(2Cr 17:14) Y este es el número de ellos según sus casas
paternas: de los jefes de los millares de Judá, el general Adnas, y con él
trescientos mil hombres muy esforzados.
(2Cr 17:15) «Después de él,»* el jefe Johanán, y con él doscientos ochenta
mil.
(2Cr 17:16) «Tras éste,»* Amasías hijo de Zicri, el cual se había
ofrecido voluntariamente a Jehová, y con él
doscientos mil hombres valientes.
(2Cr 17:17) De Benjamín, Eliada, hombre muy valeroso, y con él
doscientos mil armados de arco y escudo.
(2Cr 17:18) «Tras éste,»* Jozabad, y con él ciento ochenta mil dispuestos
para la guerra.
(2Cr 17:19) Estos eran esclavos [siervos,
sirvientes] del rey, sin los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas en todo Judá.
Micaías profetiza la derrota de Acab
(1R 22:1-40)
(2Cr 18:1) Tenía, pues, Josafat
riquezas y gloria en abundancia; y contrajo parentesco con Acab.
(2Cr 18:2) Y después de algunos años descendió a Samaria para visitar a Acab; por lo que Acab mató
muchas ovejas y bueyes para él y para la gente que con él venía, y le persuadió
que fuese con él contra Ramot de Galaad.
(2Cr 18:3) Y dijo Acab rey de
Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad? Y
él respondió: «Yo soy como tú,»* y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la
guerra.
(2Cr 18:4) Además dijo Josafat
al rey de Israel: «Te ruego»* que consultes
hoy la palabra de Jehová.
(2Cr 18:5) Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas,
y les preguntó: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto?
Y ellos dijeron: Sube, porque Dios los entregará en mano del rey.
(2Cr 18:6) Pero Josafat dijo:
¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová,
para que por medio de él preguntemos?
(2Cr 18:7) El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí
un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino
«siempre»*
mal. Este es Micaías hijo de Imla. Y respondió
Josafat: No hable así el rey.
(2Cr 18:8) Entonces el rey de Israel llamó a un oficial, y le dijo: Haz venir luego a Micaías
hijo de Imla.
(2Cr 18:9) Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban
sentados «cada uno»*
en su trono, vestidos con sus ropas reales, en la plaza junto a la entrada de
la puerta de Samaria, y todos los profetas
profetizaban delante de ellos.
(2Cr 18:10) Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho cuernos de hierro, y decía: Así ha dicho Jehová: Con
estos acornearás a los sirios hasta destruirlos por completo.
(2Cr 18:11) De esta manera profetizaban también todos los profetas, diciendo: Sube contra Ramot de
Galaad, y serás prosperado; porque Jehová la entregará
en mano del rey.
(2Cr 18:12) Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló diciendo: He aquí las palabras de los
profetas «a una voz»* anuncian al rey
cosas buenas; «yo,»*
pues, «te ruego»*
que tu palabra sea como la de uno de ellos, que
hables bien.
(2Cr 18:13) Dijo Micaías: Vive
Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré. Y vino al rey.
(2Cr 18:14) Y el rey le dijo:
Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? El
respondió: Suban, y serán prosperados, pues serán entregados en sus [de ustedes] manos.
(2Cr 18:15) El rey le dijo:
¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el nombre de Jehová que no me hables sino
la verdad?
(2Cr 18:16) Entonces Micaías dijo:
He visto a todo Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor; y dijo
Jehová: Estos no tienen señor; vuélvase «cada
uno»* en paz a su casa.
(2Cr 18:17) Y el rey de Israel dijo
a Josafat: ¿No te había yo dicho que no me profetizaría bien, sino mal?
(2Cr 18:18) Entonces él dijo: Oigan,
pues, palabra de Jehová: Yo he visto a Jehová sentado en su trono, y todo el
ejército de los cielos estaba a su mano derecha y a su izquierda.
(2Cr 18:19) Y Jehová preguntó:
¿Quién inducirá a Acab rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?
Y uno decía así, y otro decía de otra manera.
(2Cr 18:20) Entonces salió un espíritu que se puso delante de Jehová y
dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué modo?
(2Cr 18:21) Y él dijo: Saldré y
seré espíritu de mentira en la boca de
todos sus profetas. Y Jehová dijo: Tú
le inducirás, y lo lograrás; anda y hazlo así.
(2Cr 18:22) Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de
mentira en la boca de estos tus profetas;
pues Jehová ha hablado el mal contra ti.
(2Cr 18:23) Entonces Sedequías hijo de Quenaana se le acercó y golpeó a Micaías en la mejilla, y dijo: ¿Por qué
camino se fue de mí el Espíritu de
Jehová para hablarte a ti?
(2Cr 18:24) Y Micaías respondió: He aquí tú lo verás aquel día,
cuando entres de cámara en cámara para esconderte.
(2Cr 18:25) Entonces el rey de Israel dijo: Tomen a Micaías, y llévenlo a Amón gobernador de la
ciudad, y a Joás hijo del rey,
(2Cr 18:26) y díganles: El rey
ha dicho así: Pongan a éste en la cárcel, y susténtenle con pan de aflicción y
agua de angustia, hasta que yo vuelva en paz.
(2Cr 18:27) Y Micaías dijo: Si tú volvieres en paz, Jehová no
ha hablado por mí. Dijo además: Oigan, pueblos
todos.
(2Cr 18:28) Subieron, pues, el
rey de Israel, y Josafat rey de Judá, a Ramot de Galaad.
(2Cr 18:29) Y dijo el rey de
Israel a Josafat: Yo me disfrazaré para entrar en la batalla, pero tú vístete
tus ropas reales. Y se disfrazó el rey de Israel, y entró en la batalla.
(2Cr 18:30) Había el rey de Siria mandado a los capitanes de los carros que tenía consigo,
diciendo: No peleen con chico ni con grande, sino sólo con el rey de Israel.
(2Cr 18:31) Cuando los capitanes de los
carros vieron a Josafat, dijeron: Este es el rey de Israel. Y lo rodearon para
pelear; mas Josafat clamó, y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él;
(2Cr 18:32) pues viendo los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, desistieron de acosarle.
(2Cr 18:33) Mas disparando «uno»* el arco
a la ventura, hirió al rey de Israel entre las
junturas y el coselete. El entonces dijo al cochero: Vuelve las riendas, y
sácame del campo, porque estoy mal herido.
(2Cr 18:34) Y arreció la batalla
aquel día, por lo que estuvo el rey de Israel en pie en el carro enfrente de
los sirios hasta la tarde; y murió al ponerse el sol.
El profeta Jehú amonesta a Josafat
(2Cr 19:1) Josafat rey de Judá volvió en paz a su casa en Jerusalén.
(2Cr 19:2) Y «le salió al
encuentro»*
el vidente Jehú hijo de Hanani, y dijo al rey Josafat: ¿Al impío [irreverente y sin ley] das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la
presencia de Jehová ira contra ti por esto.
(2Cr 19:3) Pero se han hallado
en ti buenas cosas, por cuanto has quitado de la tierra las imágenes de Asera,
y has dispuesto tu corazón para buscar
a Dios.
Josafat nombra jueces
(2Cr 19:4) Habitó, pues,
Josafat en Jerusalén; pero daba vuelta y salía al pueblo, desde Beerseba hasta
el monte de Efraín, y los conducía a Jehová el Dios de sus padres.
(2Cr 19:5) Y puso jueces en
todas las ciudades fortificadas de Judá, «por
todos los lugares.»
(2Cr 19:6) Y dijo a los jueces:
Vean lo que hacen; porque no juzgan en lugar de hombre, sino en lugar de
Jehová, el cual está con ustedes cuando juzgan.
(2Cr 19:7) Sea, pues, con ustedes el temor de Jehová; vean lo
que hacen, porque con Jehová nuestro Dios no hay
injusticia, ni «acepción de personas,»* ni admisión de cohecho.
(2Cr 19:8) Puso también Josafat
en Jerusalén a algunos de los levitas y sacerdotes, y de los padres de familias
de Israel, para el juicio de Jehová y para las causas. Y volvieron a Jerusalén.
(2Cr 19:9) Y les mandó
diciendo: Procederán asimismo con temor de Jehová, con verdad, y con corazón íntegro.
(2Cr 19:10) En cualquier causa que viniere a ustedes de sus [de ustedes] hermanos que habitan en las
ciudades, «en causas de sangre,»*
entre ley y precepto, estatutos y decretos, les amonestaran que no pequen contra Jehová, para que no venga ira
sobre ustedes y sobre sus [de ustedes] hermanos. Haciendo así, no pecaran.
(2Cr 19:11) Y he aquí, el sacerdote Amarías «será el que les presida»*
en todo asunto de Jehová, y Zebadías hijo de Ismael, príncipe de la casa de
Judá, en todos los negocios del rey; también los levitas serán oficiales en
presencia de ustedes. Esfuércense, pues, para
hacerlo, y Jehová estará con el bueno.
Victoria sobre Moab y Amón
(2Cr 20:1) «Pasadas estas
cosas,»* sucedió que
los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra
Josafat a la guerra.
(2Cr 20:2) Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran
multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezontamar,
que es Engadi.
(2Cr 20:3) Entonces él tuvo temor;
y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a
todo Judá.
(2Cr 20:4) Y se reunieron los
de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá
vinieron a pedir ayuda a Jehová.
(2Cr 20:5) Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa
de Jehová, delante del atrio nuevo;
(2Cr 20:6) y dijo: Jehová Dios
de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre
todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que
no hay quien te resista?
(2Cr 20:7) Dios nuestro, ¿no
echaste tú los habitantes [moradores,
residentes] de esta tierra delante de tu
pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?
(2Cr 20:8) Y ellos han habitado
en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo:
(2Cr 20:9) Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo,
o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de
ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones
clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás.
(2Cr 20:10) Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y
los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste
que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de
ellos, y no los destruyese;
(2Cr 20:11) he aquí ellos nos
dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad [posesión territorial] que tú nos diste en posesión.
(2Cr 20:12) ¡Oh Dios nuestro! ¿ no los
juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que
viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.
(2Cr 20:13) Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con
sus niños y sus mujeres y sus hijos.
(2Cr 20:14) Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de
Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el
cual vino el Espíritu
de Jehová en medio de la reunión;
(2Cr 20:15) y dijo: Oigan, Judá
todo, y ustedes habitantes [moradores,
residentes] de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová les dice así: No teman ni se amedrenten delante de esta
multitud tan grande, porque no es su [de
ustedes] la guerra, sino de Dios.
(2Cr 20:16) Mañana descenderán
contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaran
junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel.
(2Cr 20:17) No habrá para qué peleen ustedes en este caso;
párense, estén quietos, y observen la salvación
de Jehová con ustedes. Oh Judá y Jerusalén, no
teman ni desmayen; salgan mañana contra ellos, porque Jehová estará con
ustedes.
(2Cr 20:18) Entonces Josafat se inclinó
rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén se
postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová.
(2Cr 20:19) Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y
de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta
voz.
(2Cr 20:20) Y cuando se levantaron
por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat,
estando en pie, dijo: Óiganme, Judá y habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén. Crean en Jehová su [de
ustedes] Dios, y estarán seguros;
crean a sus profetas, y serán
prosperados.
(2Cr 20:21) Y habido consejo con
el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de
ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorifiquen
a Jehová, porque su misericordia es para siempre.
(2Cr 20:22) Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza,
Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y
del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se
mataron los unos a los otros.
(2Cr 20:23) Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y
destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, «cada cual»*
ayudó a la destrucción de su compañero.
(2Cr 20:24) Y luego que vino Judá a la torre del desierto,
miraron hacia la multitud, y he aquí yacían
ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado.
(2Cr 20:25) Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres
muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí,
tantos, que no los podían llevar; tres días
estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho.
(2Cr 20:26) Y al cuarto día se juntaron
en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el
nombre de aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy.
(2Cr 20:27) Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la
cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les
había dado gozo librándolos de sus enemigos.
(2Cr 20:28) Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y
trompetas, a la casa de Jehová.
(2Cr 20:29) Y el pavor de Dios cayó
sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había
peleado contra los enemigos de Israel.
(2Cr 20:30) Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes.
Resumen del reinado de Josafat
(1R 22:41-50)
(2Cr 20:31) Así reinó Josafat sobré Judá; de treinta y cinco años era cuando comenzó a reinar, y
reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre fue
Azuba, hija de Silhi.
(2Cr 20:32) Y anduvo en el
camino de Asa su padre, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová.
(2Cr 20:33) Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados; pues el pueblo aún no había enderezado su corazón al Dios de sus padres.
(2Cr 20:34) Los demás hechos de Josafat, primeros y últimos, he
aquí están escritos en las palabras de Jehú hijo de Hanani, del cual se hace
mención en el libro de los reyes de Israel.
(2Cr 20:35) «Pasadas estas
cosas,»* Josafat rey de Judá trabó amistad con Ocozías rey de Israel, el cual era dado a la
impiedad,
(2Cr 20:36) e hizo con él compañía
para construir naves que fuesen a Tarsis; y construyeron las naves en
Ezión-geber.
(2Cr 20:37) Entonces Eliezer hijo de Dodava, de Maresa,
profetizó contra Josafat, diciendo: Por cuanto
has hecho compañía con Ocozías, Jehová destruirá tus obras. Y las naves se
rompieron, y no pudieron ir a Tarsis.
Reinado de Joram de Judá
(2R 8:16-24)
(2Cr 21:1) Durmió Josafat con
sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Y reinó en su
lugar Joram su hijo,
(2Cr 21:2) quien tuvo por hermanos, hijos de Josafat, a
Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael, y Sefatías. Todos estos fueron
hijos de Josafat rey de Judá.
(2Cr 21:3) Y su padre les había
dado muchos regalos de oro y de plata, y cosas preciosas, y ciudades
fortificadas en Judá; pero había dado el reino a Joram, porque él era el primogénito.
(2Cr 21:4) Fue elevado, pues, Joram al reino de su padre; y
luego que se hizo fuerte, mató a espada a todos
sus hermanos, y también a algunos de los príncipes de Israel.
(2Cr 21:5) Cuando comenzó a reinar
era de treinta y dos años, y reinó ocho años en Jerusalén.
(2Cr 21:6) Y anduvo en el
camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Acab; porque tenía por
mujer a la hija de Acab, e hizo lo malo
ante los ojos de Jehová.
(2Cr 21:7) Mas Jehová no quiso destruir la casa de David, a
causa del pacto [alianza, convenio, acuerdo]
que había hecho con David, y porque le había
dicho que le daría lámpara a él y a sus hijos perpetuamente.
(2Cr 21:8) En los días
de éste se rebeló Edom contra «el dominio de»*
Judá, y pusieron rey sobre sí.
(2Cr 21:9) Entonces pasó Joram
con sus príncipes, y todos sus carros; y se levantó de noche, y derrotó a los
edomitas que le habían sitiado, y a todos los comandantes de sus carros.
(2Cr 21:10) No obstante, Edom se libertó del «dominio de»*
Judá, hasta hoy. También en el mismo tiempo
Libna se libertó de «su dominio,»* por cuanto él
había dejado a Jehová el Dios de sus padres.
(2Cr 21:11) Además de esto, hizo
lugares altos en los montes de Judá, e hizo que los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén fornicasen
tras ellos, y a ello impelió a Judá.
(2Cr 21:12) Y le llegó una carta
del profeta Elías, que decía: Jehová el Dios de David tu padre ha dicho
así: Por cuanto no has andado en los caminos de Josafat tu padre, ni en los
caminos de Asa rey de Judá,
(2Cr 21:13) sino que has andado
en el camino de los reyes de Israel, y has hecho que fornicase Judá y los habitantes [moradores, residentes] de Jerusalén, como fornicó la casa de Acab; y además has dado
muerte a tus hermanos, a la familia de tu padre, los cuales eran mejores que
tú;
(2Cr 21:14) he aquí Jehová herirá a tu pueblo de una gran
plaga, y a tus hijos y a tus mujeres, y a todo cuanto tienes;
(2Cr 21:15) y a ti con muchas
enfermedades, con enfermedad de tus intestinos, hasta que se te salgan a causa
de tu «persistente»* enfermedad.
(2Cr 21:16) Entonces Jehová despertó contra Joram «la ira de»*
los filisteos y de los árabes que estaban «junto
a»* los etíopes;
(2Cr 21:17) y subieron contra
Judá, e invadieron la tierra, y tomaron todos los bienes que hallaron en la
casa del rey, y a sus hijos y a sus mujeres; y no le quedó más hijo sino
solamente Joacaz el menor de sus hijos.
(2Cr 21:18) Después de todo esto, Jehová lo hirió con una enfermedad incurable en los intestinos.
(2Cr 21:19) Y sucedió «que al pasar muchos días,»* al fin, al cabo de dos años,
los intestinos se le salieron por la enfermedad, muriendo así de enfermedad muy penosa. Y no encendieron fuego
en su honor, como lo habían hecho con sus padres.
(2Cr 21:20) Cuando comenzó a reinar
era de treinta y dos años, y reinó en Jerusalén ocho años; y murió sin que lo desearan más. Y lo sepultaron en la ciudad
de David, pero no en los sepulcros de los reyes.
Reinado de Ocozías de Judá
(2R 8:25-29)
(2Cr 22:1) Los habitantes de Jerusalén hicieron rey en lugar
de Joram a Ocozías su hijo menor; porque una
banda armada que había venido con los árabes al campamento, había matado a
todos los mayores, por lo cual reinó Ocozías, hijo de Joram rey de Judá.
(2Cr 22:2) Cuando Ocozías comenzó a reinar era de cuarenta y dos años, y reinó
un año en Jerusalén. El nombre de su madre fue Atalía, hija de Omri.
(2Cr 22:3) También él anduvo en
los caminos de la casa de Acab, pues su madre le aconsejaba a que actuase
impíamente.
(2Cr 22:4) Hizo, pues, lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de
Acab; porque después de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su
perdición.
(2Cr 22:5) Y él anduvo en los consejos de ellos, y fue a la guerra con Joram hijo de Acab, rey de Israel,
contra Hazael rey de Siria, a Ramot de Galaad, donde los sirios hirieron a
Joram.
(2Cr 22:6) Y volvió para curarse en Jezreel de las heridas que
le habían hecho en Ramot, peleando contra Hazael
rey de Siria. Y descendió Ocozías hijo de Joram, rey de Judá, para visitar a
Joram hijo de Acab en Jezreel, porque allí estaba enfermo.
Jehú mata a Ocozías
(2R 9:27-29)
(2Cr 22:7) Pero esto venía de
Dios, para que Ocozías fuese destruido viniendo a Joram; porque habiendo
venido, salió con Joram contra Jehú hijo de Nimsi, al cual Jehová había ungido para que exterminara la familia de Acab.
(2Cr 22:8) Y haciendo juicio Jehú contra la casa de Acab,
halló a los príncipes de Judá, y a los hijos de
los hermanos de Ocozías, que servían a Ocozías, y los mató.
(2Cr 22:9) Y buscando a
Ocozías, el cual se había escondido en Samaria, lo hallaron y lo trajeron a
Jehú, y le mataron; y le dieron sepultura, porque dijeron: Es hijo de Josafat,
quien de todo su corazón buscó a
Jehová. Y la casa de Ocozías no tenía fuerzas para poder retener el reino.
Atalía usurpa el trono
(2R 11:1-21)
(2Cr 22:10) Entonces Atalía madre de Ocozías, viendo que su hijo era muerto, se levantó y exterminó toda
la descendencia real de la casa de Judá.
(2Cr 22:11) Pero Josabet, hija del rey, tomó a Joás hijo de Ocozías, y escondiéndolo de entre los
demás hijos del rey, a los cuales mataban, le guardó a él y a su ama en uno de
los aposentos. Así lo escondió Josabet, hija del rey Joram, mujer del sacerdote
Joiada (porque ella era hermana de Ocozías), de la presencia [de delante] de Atalía, y no lo mataron.
(2Cr 22:12) Y estuvo con ellos
escondido en la casa de Dios seis años. Entre tanto, Atalía reinaba en
el país.
(2Cr 23:1) En el séptimo año se animó
Joiada, y tomó consigo en alianza a los jefes de centenas Azarías hijo de
Jeroham, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maasías hijo de Adaía, y
Elisafat hijo de Zicri,
(2Cr 23:2) los cuales recorrieron el país de Judá, y reunieron
a los levitas de todas las ciudades de Judá y a los príncipes de las familias
de Israel, y vinieron a Jerusalén.
(2Cr 23:3) Y toda la multitud hizo
pacto [alianza, convenio,
acuerdo] con el rey en la casa de Dios. Y Joiada les dijo: He aquí
el hijo del rey, el cual reinará, como Jehová ha dicho
respecto a los hijos de David.
(2Cr 23:4) Ahora hagan esto: una tercera parte de ustedes, los
que entran el día de reposo, estarán de porteros con los sacerdotes y los
levitas.
(2Cr 23:5) Otra tercera parte, a la casa del rey; y la otra
tercera parte, a la puerta del Cimiento; y todo el pueblo estará en los patios
de la casa de Jehová.
(2Cr 23:6) Y ninguno entre en la casa de Jehová, sino los
sacerdotes y levitas que ministran; éstos
entrarán, porque están consagrados; y todo el pueblo hará guardia delante de
Jehová.
(2Cr 23:7) Y los levitas rodearán
al rey por todas partes, y «cada uno»* tendrá sus armas en la mano; cualquiera que
entre en la casa, que muera; y estarán con el
rey cuando entre y cuando salga.
(2Cr 23:8) Y los levitas y todo Judá lo hicieron todo como lo había mandado el sacerdote Joiada; y
tomó «cada jefe»* a los suyos, los que entraban el día de reposo,
y los que salían el día de reposo; porque el sacerdote Joiada no dio licencia a las compañías.
(2Cr 23:9) Dio también el
sacerdote Joiada a los jefes de centenas las lanzas, los paveses y los escudos
que habían sido del rey David, y que estaban en la casa de Dios;
(2Cr 23:10) y puso en orden a
todo el pueblo, teniendo «cada uno»* su espada en la mano, desde el rincón derecho
del templo hasta el izquierdo, hacia el altar y
la casa, alrededor del rey por todas partes.
(2Cr 23:11) Entonces sacaron al
hijo del rey, y le pusieron la corona y el testimonio, y lo proclamaron rey; y
Joiada y sus hijos lo ungieron, diciendo luego: ¡Viva el rey!
(2Cr 23:12) Cuando Atalía oyó el
estruendo de la gente que corría, y de los que aclamaban al rey, vino al pueblo
a la casa de Jehová;
(2Cr 23:13) y mirando, vio al
rey que estaba junto a su columna a la entrada, y los príncipes y los
trompeteros junto al rey, y que todo el pueblo de la tierra mostraba alegría, y
sonaba bocinas, y los cantores con instrumentos de música dirigían la alabanza.
Entonces Atalía rasgó sus vestidos, y dijo: ¡Traición! ¡Traición!
(2Cr 23:14) Pero el sacerdote Joiada mandó que salieran los jefes de centenas del ejército, y les dijo:
Sáquenla «fuera»* del recinto, y al que la siguiere, mátenlo a filo de espada; porque el sacerdote había mandado
que no la matasen en la casa de Jehová.
(2Cr 23:15) Ellos, pues, le echaron mano, y luego que ella hubo
pasado la entrada de la puerta de los caballos de la casa del rey, allí la
mataron.
(2Cr 23:16) Y Joiada hizo pacto [alianza, convenio,
acuerdo] entre sí y todo el pueblo y el rey, que serían pueblo de Jehová.
(2Cr 23:17) Después de esto entró todo el pueblo en el templo de Baal, y lo derribaron, y
también sus altares; e hicieron pedazos sus imágenes, y mataron delante de los
altares a Matán, sacerdote de Baal.
(2Cr 23:18) Luego ordenó Joiada los oficios en la casa de
Jehová, bajo la mano de los sacerdotes y levitas, según David los había
distribuido en la casa de Jehová, para ofrecer a
Jehová los holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés, con gozo y con
cánticos, conforme a «la disposición
de»* David.
(2Cr 23:19) Puso también
porteros a las puertas de la casa de Jehová, para que por ninguna vía entrase
ningún inmundo.
(2Cr 23:20) Llamó después a los
jefes de centenas, y a los principales, a los que gobernaban el pueblo y a todo
el pueblo de la tierra, para conducir al rey desde la casa de Jehová; y cuando
llegaron a la mitad de la puerta mayor de la casa del rey, sentaron al rey
sobre el trono del reino.
(2Cr 23:21) Y se regocijó todo
el pueblo del país; y la ciudad estuvo tranquila, después que mataron a Atalía
a filo de espada.
Reinado de Joás de Judá
(2R 12:1-21)
(2Cr 24:1) De siete años era Joás
cuando comenzó a reinar, y cuarenta años reinó
en Jerusalén. El nombre de su madre fue Sibia, de Beerseba.
(2Cr 24:2) E hizo Joás lo recto ante los ojos de Jehová todos los días de Joiada el sacerdote.
(2Cr 24:3) Y Joiada tomó para
él dos mujeres; y engendró hijos e hijas.
(2Cr 24:4) Después de esto, sucedió que Joás «decidió»* restaurar la casa de Jehová.
(2Cr 24:5) Y reunió a los
sacerdotes y los levitas, y les dijo: Salgan por las ciudades de Judá, y
recojan dinero de todo Israel, para que «cada
año»* sea reparada la casa de su [ustedes] Dios;
y ustedes pongan diligencia en el asunto. Pero los levitas no pusieron
diligencia.
(2Cr 24:6) Por lo cual el rey llamó al sumo sacerdote Joiada y
le dijo: ¿Por qué no has procurado que los
levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés esclavo [siervo, sirviente] de Jehová impuso a la
congregación de Israel para el tabernáculo
del testimonio?
(2Cr 24:7) Porque la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los
ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Jehová.
(2Cr 24:8) Mandó, pues, el rey
que hiciesen un arca, la cual pusieron
fuera, a la puerta de la casa de Jehová;
(2Cr 24:9) e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que
trajesen a Jehová la ofrenda que Moisés esclavo [siervo,
sirviente] de Dios había impuesto a Israel en el desierto.
(2Cr 24:10) Y todos los jefes y todo el pueblo se gozaron, y trajeron ofrendas, y las echaron en el arca hasta llenarla.
(2Cr 24:11) Y cuando venía el tiempo para llevar el arca al secretario del rey por mano de los levitas, cuando
veían que había mucho dinero, venía el escriba del rey, y el que estaba puesto
por el sumo sacerdote, y llevaban el arca,
y la vaciaban, y la volvían a su lugar. Así lo hacían de día en día, y recogían
mucho dinero,
(2Cr 24:12) y el rey y Joiada lo daban
a los que hacían el trabajo del servicio de la casa de Jehová; y tomaban
canteros y carpinteros que reparasen la casa de Jehová, y artífices en hierro y
bronce para componer la casa.
(2Cr 24:13) Hacían, pues, los
artesanos la obra, y por sus manos la obra fue restaurada, y restituyeron la
casa de Dios a su antigua condición, y la consolidaron.
(2Cr 24:14) Y cuando terminaron, trajeron al rey y a Joiada lo
que quedaba del dinero, e hicieron de él
utensilios para la casa de Jehová, utensilios para el servicio, morteros,
cucharas, vasos de oro y de plata. Y sacrificaban holocaustos continuamente en
la casa de Jehová todos los días de
Joiada.
(2Cr 24:15) Mas Joiada envejeció,
y murió lleno de días; de ciento
treinta años era cuando murió.
(2Cr 24:16) Y lo sepultaron en
la ciudad de David con los reyes, por cuanto había hecho bien con Israel, y
para con Dios, y con su casa.
(2Cr 24:17) Muerto Joiada, vinieron los príncipes de Judá y
ofrecieron obediencia al rey; y el rey los oyó.
(2Cr 24:18) Y desampararon la
casa de Jehová el Dios de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a
las imágenes esculpidas. Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén
por este su pecado.
(2Cr 24:19) Y les envió profetas para que los volviesen a Jehová, los
cuales les amonestaron; mas ellos no los escucharon.
(2Cr 24:20) Entonces el Espíritu
de Dios vino sobre Zacarías
hijo del sacerdote Joiada; y puesto en pie, donde estaba más alto que el
pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantan los mandamientos de Jehová? No les vendrá bien
por ello; porque por haber dejado a Jehová, él también les abandonará.
(2Cr 24:21) Pero ellos hicieron conspiración contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta
matarlo, en el patio de la casa de Jehová.
(2Cr 24:22) Así el rey Joás no se acordó de la misericordia que Joiada padre de Zacarías había hecho con
él, antes mató a su hijo, quien dijo al morir: Jehová lo vea y lo demande.
(2Cr 24:23) A la vuelta del año subió contra
él el ejército de Siria; y vinieron a Judá y a Jerusalén, y destruyeron en el
pueblo a todos los principales de él, y enviaron todo el botín al rey a
Damasco.
(2Cr 24:24) Porque aunque el ejército de Siria había venido con
poca gente, Jehová entregó en sus manos un ejército muy numeroso, por cuanto
habían dejado a Jehová el Dios de sus padres.
Así ejecutaron juicios contra Joás.
(2Cr 24:25) Y cuando se fueron los sirios, lo dejaron agobiado por sus dolencias; y conspiraron
contra él sus esclavos [siervos, sirvientes] a causa de la sangre de los hijos de Joiada el sacerdote, y
lo hirieron en su cama, y murió. Y lo sepultaron
en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.
(2Cr 24:26) Los que conspiraron contra él fueron Zabad
hijo de Simeat amonita, y Jozabad hijo de Simrit moabita.
(2Cr 24:27) En cuanto a los hijos de
Joás, y la multiplicación que hizo de las rentas, y la restauración de la casa
de Jehová, he aquí está escrito en la historia del libro de los reyes. Y reinó
en su lugar Amasías su hijo.
Reinado de Amasías
(2R 14:1-22)
(2Cr 25:1) De veinticinco años era
Amasías cuando comenzó a reinar, y veintinueve años reinó en
Jerusalén; el nombre de su madre fue Joadán, de
Jerusalén.
(2Cr 25:2) Hizo él lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no
de perfecto corazón.
(2Cr 25:3) Y luego que fue confirmado
en el reino, mató a los esclavos [siervos, sirvientes] que habían matado al rey
su padre.
(2Cr 25:4) Pero no mató a los
hijos de ellos, según lo que está escrito en la ley, en el libro de Moisés,
donde Jehová mandó diciendo: No morirán los padres por los hijos, ni los hijos
por los padres; mas «cada uno»* morirá por su
pecado.
(2Cr 25:5) Reunió luego Amasías
a Judá, y con arreglo a las familias les puso jefes de millares y de centenas
sobre todo Judá y Benjamín. Después puso en lista a todos los de veinte años arriba, y fueron hallados trescientos mil escogidos para salir
a la guerra, que tenían lanza y escudo.
(2Cr 25:6) Y de Israel tomó a sueldo
por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes.
(2Cr 25:7) Mas un varón de Dios vino a él y le dijo: Rey, no
vaya contigo el ejército de Israel; porque
Jehová no está con Israel, ni con todos los hijos de Efraín.
(2Cr 25:8) Pero si vas así, si lo haces, y te esfuerzas para pelear, Dios te hará caer delante
de los enemigos; porque en Dios está el poder, o para ayudar, o para derribar.
(2Cr 25:9) Y Amasías dijo al
varón de Dios: ¿Qué, pues, se hará de los cien talentos que he dado al ejército
de Israel? Y el varón de Dios respondió: Jehová puede darte mucho más que esto.
(2Cr 25:10) Entonces Amasías apartó
el ejército de la gente que había venido a él de Efraín, para que se fuesen a
sus casas; y «ellos se enojaron»* grandemente contra Judá, y volvieron a sus
casas «encolerizados.»*
(2Cr 25:11) Esforzándose
entonces Amasías, sacó a su pueblo, y vino al Valle de la Sal, y mató de los
hijos de Seir diez mil.
(2Cr 25:12) Y los hijos de Judá tomaron
vivos a otros diez mil, los cuales llevaron a la cumbre de un peñasco, y de
allí los despeñaron, y todos se hicieron pedazos.
(2Cr 25:13) Mas los del ejército que Amasías había despedido,
para que no fuesen con él a la guerra, invadieron
las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bethorón, y mataron a tres mil de
ellos, y tomaron gran despojo.
(2Cr 25:14) Volviendo luego Amasías de la
matanza de los edomitas, trajo también consigo los dioses de los hijos de Seir,
y los puso ante sí por dioses, y los adoró, y les quemó incienso.
(2Cr 25:15) Por esto se encendió la ira de Jehová contra
Amasías, y envió a él un profeta, que le dijo: ¿Por qué has buscado los dioses de otra
nación, que no libraron a su pueblo de tus manos?
(2Cr 25:16) Y hablándole el profeta
estas cosas, él le respondió: ¿ Te han puesto a ti por consejero del rey?
Déjate de eso. ¿Por qué quieres que te maten? Y
cuando terminó de hablar, el profeta
dijo luego: Yo sé que Dios ha decretado destruirte, porque has hecho esto, y no
obedeciste mi consejo.
(2Cr 25:17) Y Amasías rey de Judá, después de tomar consejo,
envió a decir a Joás hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel: Ven, y «veámonos
cara a cara.»
(2Cr 25:18) Entonces Joás rey de Israel envió a decir a Amasías rey de Judá: El cardo que estaba en
el Líbano envió al cedro que estaba en el Líbano, diciendo: Da tu hija a mi
hijo por mujer. Y he aquí que las fieras que estaban en el Líbano pasaron, y
hollaron el cardo.
(2Cr 25:19) Tú dices: He aquí he derrotado a Edom; y tu corazón se enaltece para gloriarte. Quédate ahora en tu casa. ¿Para qué provocas un mal en que
puedas caer tú y Judá contigo?
(2Cr 25:20) Mas Amasías no quiso oír;
porque era la voluntad de Dios, que los quería entregar en manos de sus
enemigos, por cuanto habían buscado los dioses de Edom.
(2Cr 25:21) Subió, pues, Joás
rey de Israel, y «se vieron cara a
cara»* él y
Amasías rey de Judá en la batalla de Bet-semes, la cual es de Judá.
(2Cr 25:22) Pero cayó Judá
delante de Israel, y huyó «cada uno»* a su casa.
(2Cr 25:23) Y Joás rey de Israel apresó
en Bet-semes a Amasías rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz, y lo llevó a
Jerusalén; y derribó el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la
puerta del ángulo, un tramo de cuatrocientos codos.
(2Cr 25:24) Asimismo tomó todo el oro y la plata, y todos los
utensilios que se hallaron en la casa de Dios en casa de Obededom, y los
tesoros de la casa del rey, y los hijos de los nobles; después volvió a
Samaria.
(2Cr 25:25) Y vivió Amasías hijo
de Joás, rey de Judá, quince años después de la muerte de Joás hijo
de Joacaz, rey de Israel.
(2Cr 25:26) Los demás hechos de Amasías, primeros y últimos,
¿no están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel?
(2Cr 25:27) Desde el tiempo
en que Amasías se apartó de Jehová, empezaron a conspirar contra él en Jerusalén; y habiendo él huido a Laquis,
enviaron tras él a Laquis, y allá lo mataron;
(2Cr 25:28) y lo trajeron en
caballos, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de Judá.
Reinado de Uzías
(2R 15:1-7)
(2Cr 26:1) Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Uzías, el cual tenía dieciséis años de edad, y lo pusieron
por rey en lugar de Amasías su padre.
(2Cr 26:2) Uzías edificó a
Elot, y la restituyó a Judá después que el rey Amasías durmió con sus padres.
(2Cr 26:3) De dieciséis años era Uzías
cuando comenzó a reinar, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Jecolías, de
Jerusalén.
(2Cr 26:4) E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a
todas las cosas que había hecho Amasías su padre.
(2Cr 26:5) Y persistió en
buscar a Dios en los días de Zacarías,
entendido en visiones de Dios; y en
estos días en que buscó a Jehová, él le
prosperó.
(2Cr 26:6) Y salió y peleó
contra los filisteos, y rompió el muro de Gat, y el muro de Jabnia, y el muro
de Asdod; y edificó ciudades en Asdod, y en la tierra de los filisteos.
(2Cr 26:7) Dios le dio ayuda contra los filisteos, y contra
los árabes que habitaban en Gur baal, y contra los amonitas.
(2Cr 26:8) Y dieron los
amonitas regalos [presentes] a
Uzías, y se divulgó su fama hasta la frontera de
Egipto; porque se había hecho altamente poderoso.
(2Cr 26:9) Edificó también
Uzías torres en Jerusalén, junto a la puerta del ángulo, y junto a la puerta
del valle, y junto a las esquinas; y las fortificó.
(2Cr 26:10) Asimismo edificó
torres en el desierto, y abrió muchas cisternas; porque tuvo muchos ganados,
así en la Sefela como en las vegas, y viñas y labranzas, así en los montes como
en los llanos fértiles; porque era amigo de la agricultura.
(2Cr 26:11) Tuvo también Uzías
un ejército de guerreros, los cuales salían a la guerra en divisiones, de
acuerdo con la lista hecha por mano de Jeiel escriba, y de Maasías gobernador,
y de Hananías, uno de los jefes del rey.
(2Cr 26:12) Todo el número de los jefes de familia, valientes y
esforzados, era dos mil seiscientos.
(2Cr 26:13) Y bajo la mano de éstos estaba el ejército de
guerra, de trescientos siete mil quinientos guerreros poderosos y fuertes, para
ayudar al rey contra los enemigos.
(2Cr 26:14) Y Uzías preparó para
todo el ejército escudos, lanzas, yelmos, coseletes, arcos, y hondas para tirar
piedras.
(2Cr 26:15) E hizo en Jerusalén
máquinas inventadas por ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los
baluartes, para arrojar flechas [saetas]
y grandes piedras. Y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado
maravillosamente, hasta hacerse poderoso.
(2Cr 26:16) Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se
rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso.
(2Cr 26:17) Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él
ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes.
(2Cr 26:18) Y se pusieron contra
el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar
incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados
para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para
gloria delante de Jehová Dios.
(2Cr 26:19) Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario
para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la
lepra le brotó en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de Jehová,
junto al altar del incienso.
(2Cr 26:20) Y le miró el sumo
sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su
frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él también se dio
prisa a salir, porque Jehová lo había herido.
(2Cr 26:21) Así el rey Uzías fue
leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por
lo cual fue excluido de la casa de Jehová; y Jotam su hijo tuvo cargo de la
casa real, gobernando al pueblo de la tierra.
(2Cr 26:22) Los demás hechos de Uzías, primeros y últimos, fueron
escritos por el profeta
Isaías, hijo de Amoz.
(2Cr 26:23) Y durmió Uzías con
sus padres, y lo sepultaron con sus padres en el campo de los sepulcros reales;
porque dijeron: Leproso es. Y reinó Jotam su hijo en lugar suyo.