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RVI: 2ª CORINTIOS

Referencias para la lectura:

-       Texto ajustado al Texto Mayoritario y actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Vocablos del Texto Mayoritario que forman parte del texto bíblico. Señaladas entre corchetes TM [color azul].
-       Variantes del Textus Receptus que no forman parte del Texto Mayoritario. Señaladas entre corchetes TR [color rojo]

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del griego koiné.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.

2ª a CORINTIOS

Saludos
(2Co 1:1) Pablo, apóstol de Jesús, el Cristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya:

(2Co 1:2) Gracia y paz a ustedes, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesús, el Cristo.

Aflicciones de Pablo
(2Co 1:3) Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,

(2Co 1:4) el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

(2Co 1:5) Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.

(2Co 1:6) Pero si somos atribulados, es para su [de ustedes] consolación y salvación; o si somos consolados, es para su [de ustedes] consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos [padecemos].

(2Co 1:7) Y nuestra esperanza respecto de ustedes es firme, puesto que sabemos que así como son compañeros en las aflicciones, también lo son en la consolación.

(2Co 1:8) Porque hermanos, no queremos que ignoren acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; puesto que fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida.

(2Co 1:9) Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;

(2Co 1:10) el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte;

(2Co 1:11) cooperando también ustedes a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.

El  porque de la visita de Pablo a Corinto
(2Co 1:12) Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con ustedes.

(2Co 1:13) Porque no les escribimos otras cosas de las que leen, o también entienden; y espero que hasta el fin las entenderán;

(2Co 1:14) como también en parte han entendido que somos su [de ustedes] gloria, así como también ustedes la nuestra, para el día del Señor Jesús.

(2Co 1:15) Con esta confianza quise ir primero a ustedes, para que tuviesen una segunda gracia,

(2Co 1:16) y por ustedes pasar a Macedonia, y desde Macedonia venir otra vez a ustedes, y ser encaminado por ustedes a Judea.

(2Co 1:17) Así que, al proponerme esto, ¿usé quizá de ligereza? ¿O lo que pienso hacer, lo pienso según la carne, para que haya en mí Sí y No?

(2Co 1:18) Mas, como Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no es Sí y No.

(2Co 1:19) Porque el Hijo de Dios, Jesús, el Cristo, que entre ustedes ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él;

(2Co 1:20) porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.

(2Co 1:21) Y el que nos confirma con ustedes en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,

(2Co 1:22) el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras [garantía] del Espíritu en nuestros corazones.

(2Co 1:23) Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con ustedes no he pasado todavía a Corinto.

(2Co 1:24) No que nos enseñoreemos de su [de ustedes] fe, sino que colaboramos para su [de ustedes] gozo; porque por la fe están firmes.

(2Co 2:1) Esto, por lo tanto, determiné para conmigo, no ir otra vez a ustedes con tristeza.

(2Co 2:2) Porque si yo les contristo, ¿quién «será» luego el que me alegre, «sino» aquel a quien yo contristé?

(2Co 2:3) Y esto mismo les escribí, para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en ustedes todos que mi gozo es el de todos ustedes.

(2Co 2:4) Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón les escribí con muchas lágrimas, no para que fuesen contristados, sino para que supiesen cuán grande es el amor que les tengo.

Pablo perdona al ofensor
(2Co 2:5) Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos ustedes.

(2Co 2:6) Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos;

(2Co 2:7) así que, al contrario, ustedes más bien deben perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza.

(2Co 2:8) Por lo cual les ruego que confirmen el amor para con él.

(2Co 2:9) Porque también para este fin les escribí, para tener la prueba de si ustedes son obedientes en todo.

(2Co 2:10) Y al que ustedes perdonan, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por ustedes lo he hecho en presencia de Cristo,

(2Co 2:11) para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; puesto que no ignoramos sus maquinaciones.

Ansiedad de Pablo en Troas
(2Co 2:12) Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor,

(2Co 2:13) no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.

(2Co 2:14) Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta [da a conocer] en todo lugar el olor de su conocimiento.

(2Co 2:15) Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;

(2Co 2:16) a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?

(2Co 2:17) Puesto que no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.

Servidores de un Nuevo Pacto
(2Co 3:1) ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para ustedes, o de recomendación de ustedes?

(2Co 3:2) Nuestras cartas son ustedes, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres;

(2Co 3:3) siendo manifiesto [muestra, expuesto] que son carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.

(2Co 3:4) Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios;

(2Co 3:5) no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios,

(2Co 3:6) el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

(2Co 3:7) Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,

(2Co 3:8) ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?

(2Co 3:9) Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.

(2Co 3:10) Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente.

(2Co 3:11) Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.

(2Co 3:12) Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza;

(2Co 3:13) y no como Moisés, que ponía un velo sobre «su» rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido.

(2Co 3:14) Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, «cuando leen» el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.

(2Co 3:15) Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.

(2Co 3:16) Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.

(2Co 3:17) Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.

(2Co 3:18) Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

(2Co 4:1) Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos.

(2Co 4:2) Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.

(2Co 4:3) Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto;

(2Co 4:4) en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

(2Co 4:5) Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesús, el Cristo como Señor, y a nosotros como sus [de ustedes] esclavos por amor de Jesús.

(2Co 4:6) Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesús, el Cristo.

Viviendo por la fe
(2Co 4:7) Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,

(2Co 4:8) que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;

(2Co 4:9) perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;

(2Co 4:10) llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte del TM [Señor] Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste [muestre, de a conocer] en nuestros cuerpos.

(2Co 4:11) Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste [muestre, de a conocer] en nuestra carne mortal.

(2Co 4:12) De modo que la muerte actúa en nosotros, y en ustedes la vida.

(2Co 4:13) Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos,

(2Co 4:14) sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará TM [por medio de] Jesús, y nos presentará juntamente con ustedes.

(2Co 4:15) Porque todas estas cosas padecemos por amor a ustedes, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.

(2Co 4:16) Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.

(2Co 4:17) Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros «un cada vez más excelente» y eterno peso de gloria;

(2Co 4:18) no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

(2Co 5:1) Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.

(2Co 5:2) Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;

(2Co 5:3) «pues así» seremos hallados vestidos, y no desnudos.

(2Co 5:4) Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.

(2Co 5:5) Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras [garantía] del Espíritu.

(2Co 5:6) Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor

(2Co 5:7) (porque por fe andamos, no por vista);

(2Co 5:8) pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.

(2Co 5:9) Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.

(2Co 5:10) Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos [seamos mostrado] en presencia [delante, ante] el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

El ministerio de la reconciliación
(2Co 5:11) Conociendo, por lo tanto, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a sus [de ustedes] conciencias.

(2Co 5:12) No nos recomendamos, por lo tanto, otra vez a ustedes, sino les damos ocasión de gloriarse por nosotros, para que tengan con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.

(2Co 5:13) Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para ustedes.

(2Co 5:14) Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;

(2Co 5:15) y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

(2Co 5:16) De modo que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.

(2Co 5:17) De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

(2Co 5:18) Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo TM [por medio de Jesús] Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;

(2Co 5:19) que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

(2Co 5:20) Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; les rogamos en nombre de Cristo: Reconcíliense con Dios.

(2Co 5:21) Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

(2Co 6:1) Así, por lo tanto, nosotros, como colaboradores suyos, les exhortamos también a que no reciban en vano la gracia de Dios.

(2Co 6:2) Porque dice: En tiempo aceptable te he escuchado, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.

(2Co 6:3) No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado;

(2Co 6:4) antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias;

(2Co 6:5) en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos;

(2Co 6:6) en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero,

(2Co 6:7) en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra;

(2Co 6:8) por honra y por deshonra, por mala reputación y por buena reputación; como engañadores, pero veraces;

(2Co 6:9) como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos;

(2Co 6:10) como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo.

(2Co 6:11) Nuestra boca se ha abierto a ustedes, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado.

(2Co 6:12) No están estrechos en nosotros, pero sí son estrechos en su [de ustedes] propio corazón.

(2Co 6:13) Por lo tanto, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensánchense también ustedes.

Somos Templo del Dios Viviente
(2Co 6:14) No se unan en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia [iniquidad, maldad grande, gran injusticia, perversidad extrema]? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?

(2Co 6:15) ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?

(2Co 6:16) ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque ustedes son el templo del Dios viviente, como Dios dijo : Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo.

(2Co 6:17) Por lo cual, Salgan de en medio de ellos, y apártense, dice el Señor, Y no toquen lo inmundo; Y yo les recibiré,

(2Co 6:18) Y seré para ustedes por Padre, Y ustedes me serán hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

(2Co 7:1) Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

El arrepentimiento de los Corintios regocija a Pablo
(2Co 7:2) Admítannos: a nadie hemos agraviado [ofendido en grave deshonra], a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado.

(2Co 7:3) No lo digo para condenarlos; puesto que ya he dicho  antes que están en nuestro corazón, para morir y para vivir juntamente.

(2Co 7:4) Mucha franqueza tengo con ustedes; mucho me glorío con respecto de ustedes; lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.

(2Co 7:5) Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores.

(2Co 7:6) Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito;

(2Co 7:7) y no sólo con su venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado en cuanto a ustedes, haciéndonos saber su [de ustedes] gran afecto, su [de ustedes] llanto, su [de ustedes] solicitud por mí, de modo que me regocijé aun más.

(2Co 7:8) Porque aunque les contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, les contristó.

(2Co 7:9) Ahora me gozo, no porque hayan sido contristados, sino porque fueron contristados para arrepentimiento; porque han sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padeciesen por nuestra parte.

(2Co 7:10) Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.

(2Co 7:11) Porque he aquí, esto mismo de que hayan sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en ustedes, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo se han mostrado limpios en el asunto.

(2Co 7:12) Así que, aunque les escribí, no fue por causa del que cometió el agravio [ofensa grave de deshonra], ni por causa del que lo padeció, sino para que se les hiciese manifiesta nuestra solicitud «que tenemos» por ustedes delante de Dios.

(2Co 7:13) Por esto hemos sido consolados en su [de ustedes] consolación; pero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, que haya sido confortado su espíritu por todos ustedes.

(2Co 7:14) Pues si de algo me he gloriado con él respecto de ustedes, no he sido avergonzado, sino que así como en todo les hemos hablado con verdad, también nuestro gloriarnos con Tito resultó verdad.

(2Co 7:15) Y su cariño para con ustedes es aun más abundante, cuando se acuerda de la obediencia de todos ustedes, de cómo lo recibieron con temor y temblor.

(2Co 7:16) Me gozo de que en todo tengo confianza en ustedes.

La colaboración para los santos
(2Co 8:1) Asimismo, hermanos, les hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;

(2Co 8:2) que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.

(2Co 8:3) Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y «aun más allá» de sus fuerzas,

(2Co 8:4) pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.

(2Co 8:5) Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;

(2Co 8:6) de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre ustedes esta obra de gracia.

(2Co 8:7) Por tanto, como en todo abundan, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en su [de ustedes] amor «para con» nosotros, abunden también en esta gracia.

(2Co 8:8) No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la sinceridad del amor de ustedes.

(2Co 8:9) Porque ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesús, el Cristo, que por amor a ustedes se hizo pobre, siendo rico, para que ustedes con su pobreza fuesen enriquecidos.

(2Co 8:10) Y en esto doy mi consejo; porque esto les conviene a ustedes, que comenzaron antes, no sólo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado.

(2Co 8:11) Ahora, por lo tanto, lleven también a cabo el hacerlo, para que como estuvieron prontos a querer, así también lo estén en cumplir conforme a lo que tengan.

(2Co 8:12) Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según «lo que» uno tiene, no según lo que no tiene.

(2Co 8:13) Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para ustedes estrechez,

(2Co 8:14) sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia suya [de ustedes] supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad suya [de ustedes], para que haya igualdad,

(2Co 8:15) como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos.

(2Co 8:16) Pero gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por ustedes.

(2Co 8:17) Pues de hecho recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a ustedes.

(2Co 8:18) Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias;

(2Co 8:19) y no «sólo esto,» sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar su [de ustedes] buena voluntad;

(2Co 8:20) evitando que nadie nos censure en cuanto a esta liberalidad que administramos,

(2Co 8:21) procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres.

(2Co 8:22) Enviamos también con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces en muchas cosas, y ahora mucho más diligente por la mucha confianza «que tiene» en ustedes.

(2Co 8:23) En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con ustedes; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo.

(2Co 8:24) Muestren, por lo tanto, para con ellos ante las iglesias la prueba de su [de ustedes] amor, y de nuestro gloriarnos respecto de ustedes.

(2Co 9:1) Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo les escriba;

(2Co 9:2) puesto que conozco su [de ustedes] buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y «su [de ustedes]» celo ha estimulado a la mayoría.

(2Co 9:3) Pero he enviado a los hermanos, para que nuestro gloriarnos de ustedes no sea vano en esta parte; para que como lo he dicho, estén preparados;

(2Co 9:4) no sea que si vinieren conmigo algunos macedonios, y les hallaren desprevenidos, nos avergoncemos nosotros, por no decir ustedes, de esta nuestra confianza.

(2Co 9:5) Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a ustedes y preparasen primero su [de ustedes] generosidad antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra.

(2Co 9:6) Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.

(2Co 9:7) Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

(2Co 9:8) Y poderoso es Dios para hacer que abunde en ustedes toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abunden para toda buena obra;

(2Co 9:9) como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre.

(2Co 9:10) Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará su [de ustedes] sementera, y aumentará los frutos de su [de ustedes] justicia,

(2Co 9:11) para que estén enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

(2Co 9:12) Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios;

(2Co 9:13) pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesan al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de su [de ustedes] contribución para ellos y para todos;

(2Co 9:14) asimismo en la oración de ellos por ustedes, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en ustedes.

(2Co 9:15) ¡Gracias a Dios por su don inefable!

Pablo defiende su servicio
(2Co 10:1) Yo Pablo les ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre ustedes, mas ausente soy osado para con ustedes;

(2Co 10:2) ruego, por lo tanto, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne.

(2Co 10:3) Puesto que aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;

(2Co 10:4) porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,

(2Co 10:5) derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,

(2Co 10:6) y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando su [de ustedes] obediencia sea perfecta.

(2Co 10:7) Miran las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo.

(2Co 10:8) Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para su [de ustedes] destrucción, no me avergonzaré;

(2Co 10:9) para que no parezca como que les quiero amedrentar por cartas.

(2Co 10:10) Porque de hecho, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable.

(2Co 10:11) Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes.

(2Co 10:12) Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos.

(2Co 10:13) Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida, para llegar también hasta ustedes.

(2Co 10:14) Porque no nos hemos extralimitado, como si no llegásemos hasta ustedes, puesto que fuimos los primeros en llegar hasta ustedes con el evangelio de Cristo.

(2Co 10:15) No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca su [de ustedes] fe seremos muy engrandecidos entre ustedes, conforme a nuestra regla;

(2Co 10:16) y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de ustedes, sin entrar en la obra de otro para gloriarnos en lo que ya estaba preparado.

(2Co 10:17) Mas el que se gloría, gloríese en el Señor;

(2Co 10:18) porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien «Dios» alaba.

(2Co 11:1) ¡Ojalá me tolerasen un poco de locura! Sí, tolérenme.

(2Co 11:2) Porque les celo con celo de Dios; puesto que les he desposado con un solo esposo, para presentarlos como una virgen pura a Cristo.

(2Co 11:3) Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, sus [de ustedes] sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.

(2Co 11:4) Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que les hemos predicado, o si reciben otro espíritu que el que han recibido, u otro evangelio que el que han aceptado, bien lo toleran;

(2Co 11:5) y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles.

(2Co 11:6) Pues aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y por todo se lo hemos demostrado.

(2Co 11:7) ¿Pequé yo humillándome a mí mismo, para que ustedes fuesen enaltecidos, por cuanto les he predicado el evangelio de Dios de balde?

(2Co 11:8) He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para servirles a ustedes.

(2Co 11:9) Y cuando estaba entre ustedes y tuve necesidad, a ninguno fui carga, puesto que lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de serles gravoso.

(2Co 11:10) Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me impedirá esta mi gloria en las regiones de Acaya.

(2Co 11:11) ¿Por  qué? ¿Porque no les amo? Dios lo sabe.

(2Co 11:12) Mas lo que hago, lo haré aún, para quitar la ocasión a aquellos que la desean, a fin de que en aquello en que se glorían, sean hallados semejantes a nosotros.

(2Co 11:13) Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.

(2Co 11:14) Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.

(2Co 11:15) Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.

Padecimientos de Pablo como apóstol
(2Co 11:16) Otra vez digo: Que nadie me tenga por loco; o «de otra manera,» recíbanme como a loco, para que yo también me gloríe un poquito.

(2Co 11:17) Lo que hablo, no lo hablo según el Señor, sino como en locura, con esta confianza de gloriarme.

(2Co 11:18) Puesto que muchos se glorían según la carne, también yo me gloriaré;

(2Co 11:19) porque de buena gana toleran a los necios [ignorantes, imprudentes, irracionales], siendo ustedes cuerdos.

(2Co 11:20) Pues toleran si alguno les esclaviza, si alguno les devora, si alguno toma lo de ustedes, si alguno se enaltece, si alguno les da de bofetadas.

(2Co 11:21) Para vergüenza mía lo digo, «para eso» fuimos demasiado débiles. Pero en lo que otro tenga osadía (hablo con locura), también yo tengo osadía.

(2Co 11:22) ¿Son hebreos? Yo también. ¿Son Israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? También yo.

(2Co 11:23) ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.

(2Co 11:24) De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.

(2Co 11:25) Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;

(2Co 11:26) en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;

(2Co 11:27) en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;

(2Co 11:28) y «además» de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

(2Co 11:29) ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?

(2Co 11:30) Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad.

(2Co 11:31) El Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento.

(2Co 11:32) En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme;

(2Co 11:33) y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos.

El aguijón en la carne
(2Co 12:1) Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.

(2Co 12:2) Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

(2Co 12:3) Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),

(2Co 12:4) que fue arrebatado al paraíso, donde oyó declaraciones inefables que no le es dado al hombre expresar.

(2Co 12:5) De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades.

(2Co 12:6) Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí.

(2Co 12:7) Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;

(2Co 12:8) respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.

(2Co 12:9) Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

(2Co 12:10) Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

(2Co 12:11) Me he hecho un necio [ignorante, imprudente, irracional] al gloriarme; ustedes me obligaron a ello, puesto que yo debía ser alabado por ustedes; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy.

(2Co 12:12) Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre ustedes en toda paciencia, por señales, maravillas [prodigios, cosas extraordinarias] y milagros.

(2Co 12:13) Porque ¿en qué han sido menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no les he sido carga? ¡Perdónenme este agravio!

Pablo anuncia su tercera visita
(2Co 12:14) He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a ustedes; y no les seré gravoso, porque no busco lo de ustedes, sino a ustedes, puesto que no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.

(2Co 12:15) Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de sus [de ustedes] almas, aunque amándoles más, sea amado menos.

(2Co 12:16) Pero admitiendo esto, que yo no les he sido carga, sino que como soy astuto, les prendí por engaño,

(2Co 12:17) ¿acaso les he engañado por alguno de los que he enviado a ustedes?

(2Co 12:18) Rogué a Tito, y envié con él al hermano. ¿Les engañó acaso Tito? ¿No hemos procedido con el mismo espíritu y en las mismas pisadas?

(2Co 12:19) ¿Piensan aún que nos disculpamos con ustedes? Delante de Dios en Cristo hablamos; y todo, muy amados, para su [de ustedes] edificación.

(2Co 12:20) Pues me temo que cuando llegue, no les halle tales como quiero, y yo sea hallado de ustedes cual no quieren; que haya entre ustedes contiendas, envidias, iras [furias], divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes;

(2Co 12:21) que cuando vuelva, me humille Dios entre ustedes, y quizá tenga que llorar por muchos «de los que antes han pecado,» y no «se han arrepentido» de la inmundicia y fornicación [inmoralidad sexual] y lascivia [conducta libertina y descarada] que han cometido.

(2Co 13:1) Esta es la tercera vez que voy a ustedes. Por boca de dos o de tres testigos se decidirá toda declaración.

(2Co 13:2) He dicho  antes, y ahora «digo» «otra vez» como si estuviera presente, y ahora ausente lo escribo a los que antes pecaron, y a todos los demás, que si voy otra vez, no seré indulgente;

(2Co 13:3) pues buscan una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con ustedes, sino que es poderoso en ustedes.

(2Co 13:4) Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con ustedes.

(2Co 13:5) Examínense a ustedes mismos si están en la fe; pruébense a ustedes mismos. ¿O no se conocen a ustedes mismos, que Jesús, el Cristo está en ustedes, «a menos que» estén reprobados?

(2Co 13:6) Mas espero que conocerán que nosotros no estamos reprobados.

(2Co 13:7)TM [oro] a Dios que ninguna cosa mala hagan; no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que ustedes hagan lo bueno, aunque nosotros seamos como reprobados.

(2Co 13:8) Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad.

(2Co 13:9) Por lo cual nos gozamos de que seamos nosotros débiles, y que ustedes estén fuertes; y aun oramos por su [de ustedes] perfección.

(2Co 13:10) Por esto les escribo estando ausente, para no usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción.

Saludos finales
(2Co 13:11) Por lo demás, hermanos, tengan gozo, perfecciónense, consuélense, sean de un mismo sentir, y vivan en paz; y el Dios de paz y de amor estará con ustedes.

(2Co 13:12) Salúdense unos a otros con beso [ósculo] santo.

(2Co 13:13) Todos los santos les saludan.

(2Co 13:14) La gracia del Señor Jesús, el Cristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes. Amén. TR [Epístola á los Corintios fue enviada de Filipos de Macedonia con Tito y Lucas.]
 an en paz; y el Dios de paz y de amor estará con ustedes.

(2Co 13:12) Salúdense unos a otros con beso [ósculo] santo.

(2Co 13:13) Todos los santos les saludan.

(2Co 13:14) La gracia del Señor Jesús, el Cristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes. Amén. TR [Epístola á los Corintios fue enviada de Filipos de Macedonia con Tito y Lucas.]

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