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RVI: 1ª DE PEDRO

Referencias para la lectura:

-       Texto ajustado al Texto Mayoritario y actualizado al español latino.
-       Ubicación visual de vocablos claves resaltados en colores.
-       Sinónimos de palabras claves entre corchetes [color bordó]
-       Vocablos del Texto Mayoritario que forman parte del texto bíblico. Señaladas entre corchetes TM [color azul].
-       Variantes del Textus Receptus que no forman parte del Texto Mayoritario. Señaladas entre corchetes TR [color rojo]

Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original del griego koiné.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.


Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de significados y conceptos.

1ª de PEDRO

Saludo
(1P 1:1) Pedro, apóstol de Jesús, el Cristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

Elegidos en santificación del Espíritu
(1P 1:2) elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesús, el Cristo: Gracia y paz les sean multiplicadas.

Una esperanza viva, una salvación futura
(1P 1:3) Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesús, el Cristo de los muertos,

(1P 1:4) para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, conservada [reservada] en los cielos para ustedes,

(1P 1:5) que son guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo último [postrero].

(1P 1:6) En lo cual ustedes se alegran, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengan que ser afligidos en diversas pruebas,

(1P 1:7) para que sometida a prueba su [de ustedes] fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando «sea manifestado» Jesús, el Cristo,

(1P 1:8) a quien aman sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo vean, se alegran con gozo inefable y glorioso;

(1P 1:9) obteniendo el fin de su [de ustedes] fe, que es la salvación de sus [de ustedes] almas.

(1P 1:10) Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a ustedes, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

(1P 1:11) escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.

(1P 1:12) A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora les son anunciadas por los que les han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.

El llamado a una vida santa
(1P 1:13) Por tanto, ciñan los lomos de su [de ustedes] entendimiento, sean sobrios, y esperen por completo en la gracia que se les traerá cuando Jesús, el Cristo sea manifestado;

(1P 1:14) como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían estando en su [de ustedes] ignorancia;

(1P 1:15) sino, como aquel que les llamó es santo, sean también ustedes santos en toda su [de ustedes] manera de vivir;

(1P 1:16) porque escrito está: Sean santos, porque yo soy santo.

(1P 1:17) Y si invocan por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, condúzcanse en temor todo el tiempo de su [de ustedes] peregrinación;

(1P 1:18) sabiendo que fueron rescatados de su [de ustedes] vana manera de vivir, la cual recibieron de sus [de ustedes] padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

(1P 1:19) sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

(1P 1:20) ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado [dado a conocer] en los últimos [postreros, siguientes] tiempos por amor de ustedes,

(1P 1:21) y mediante el cual creen en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que su [de ustedes] fe y esperanza sean en Dios.

(1P 1:22) Habiendo purificado sus [de ustedes] almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, ámense unos a otros entrañablemente, de corazón puro;

(1P 1:23) siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece «para siempre.»

(1P 1:24) Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae;

(1P 1:25) Mas la declaración del Señor permanece para siempre. Y esta es la declaración que por el evangelio les ha sido anunciada.

(1P 2:1) Desechando, por lo tanto, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones [infamaciones, deshornas],

(1P 2:2) deseen, como niños recién nacidos, la leche la palabra [racional] no adulterada, para que por ella crezcan [para salvación,]

(1P 2:3) si es que han gustado la benignidad del Señor.

La Piedra Viva
(1P 2:4) Acercándose a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,

(1P 2:5) ustedes también, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesús, el Cristo.

(1P 2:6) «Por lo cual» también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado.

(1P 2:7) Para ustedes, por lo tanto, los que creen, él es precioso; pero «para los que no creen [desobedientes],» La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo;

(1P 2:8) y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

El pueblo adquirido por Dios
(1P 2:9) Mas ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien las virtudes de aquel que les llamó de las tinieblas a su luz admirable;

(1P 2:10) ustedes que en otro tiempo no eran pueblo, pero que ahora son pueblo de Dios; que en otro tiempo no habían alcanzado misericordia, pero ahora han alcanzado misericordia.

Absténganse de los deseos de la carne
(1P 2:11) Amados, yo les ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de los deseos carnales que batallan contra el alma,

(1P 2:12) manteniendo buena su [de ustedes] manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de ustedes como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar sus [de ustedes] buenas obras.

(1P 2:13) Por causa del Señor sométanse a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior,

(1P 2:14) ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.

(1P 2:15) Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagan callar la ignorancia de los hombres insensatos;

(1P 2:16) como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como esclavos de Dios.

(1P 2:17) Honren a todos. Amen a los hermanos. Teman a Dios. Honren al rey.

(1P 2:18) Criados, estén sujetos con todo respeto a sus [de ustedes] amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar.

(1P 2:19) Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias sufriendo [padeciendo] injustamente.

(1P 2:20) Pues ¿qué gloria es, si pecando son abofeteados, y lo soportan? Mas si haciendo lo bueno sufren, y lo soportan, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.

(1P 2:21) Pues para esto fueron llamados; porque también Cristo sufrió [padeció] por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigan sus pisadas;

(1P 2:22) el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;

(1P 2:23) quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando sufría [padecía], no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;

(1P 2:24) quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fueron sanados.

(1P 2:25) Porque ustedes eran como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al Pastor y Obispo de sus [de ustedes] almas.

Deberes conyugales
(1P 3:1) Asimismo ustedes, esposas, estén sujetas a sus [de ustedes] esposos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,

(1P 3:2) considerando su [de ustedes] conducta casta y respetuosa.

(1P 3:3) Su [de ustedes] atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,

(1P 3:4) sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.

(1P 3:5) Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus esposos;

(1P 3:6) como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual ustedes han venido a ser hijas, si hacen el bien, sin temer ninguna amenaza.

(1P 3:7) Ustedes, esposos, igualmente, vivan con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que sus [de ustedes] oraciones no tengan estorbo.

Una buena conciencia
(1P 3:8) Finalmente, sean todos de un mismo sentir, compasivos, amándose fraternalmente, misericordiosos, amigables;

(1P 3:9) no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fueron llamados para que heredasen bendición.

(1P 3:10) Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño;

(1P 3:11) Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.

(1P 3:12) Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.

(1P 3:13) ¿Y quién es aquel que les podrá hacer daño, si «ustedes siguen» el bien?

(1P 3:14) Mas también si alguna cosa sufren [padecen] por causa de la justicia, dichosos [afortunados, bienaventurados] son. Por tanto, no se amedrenten por temor de ellos, ni se conturben [agiten, inquieten],

(1P 3:15) sino santifiquen a Dios el Señor en sus [de ustedes] corazones, y estén siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes;

(1P 3:16) teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de ustedes como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian su [de ustedes] buena conducta en Cristo.

(1P 3:17) Porque mejor es que sufran [padezcan] haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.

(1P 3:18) Porque también Cristo sufrió [padeció] una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

(1P 3:19) en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,

(1P 3:20) los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, «es decir,» ocho, fueron salvadas por agua.

(1P 3:21) Como figura del bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesús, el Cristo,

(1P 3:22) quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades [potencias].

Buenos administradores de la gracia de Dios
(1P 4:1) Puesto que Cristo ha sufrido [padecido] por nosotros en la carne, ustedes también ármense del mismo pensamiento; pues quien ha sufrido [padecido] en la carne, terminó con el pecado,

(1P 4:2) para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias [deseos pasionales desordenados] de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.

(1P 4:3) Baste ya el tiempo pasado «para haber hecho» lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias [conducta libertina y descarada], concupiscencias [deseos pasionales desordenados], embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías.

(1P 4:4) «A éstos» les parece cosa extraña que ustedes no corran con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y les injurian [calumnian, blasfeman];

(1P 4:5) pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.

(1P 4:6) Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios.

(1P 4:7) Mas el fin de todas las cosas se acerca; sean, por lo tanto, sobrios, y velen en oración.

(1P 4:8) Y ante todo, tengan entre ustedes ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.

(1P 4:9) Hospédense los unos a los otros sin murmuraciones.

(1P 4:10) Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

(1P 4:11) Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesús, el Cristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Padeciendo como cristiano
(1P 4:12) Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que les ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña les aconteciese,

(1P 4:13) sino gócense por cuanto son participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria se gocen con gran alegría.

(1P 4:14) Si son vituperados por el nombre de Cristo, son dichosos [afortunados, bienaventurados], porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes. Ciertamente, de parte de ellos, él es injuriado [calumniado, blasfemado], pero por ustedes es glorificado.

(1P 4:15) Así que, ninguno de ustedes sufra [padezca] como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno;

(1P 4:16) pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por «ello.»

(1P 4:17) Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?

(1P 4:18) Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío [irreverente, (sin piedad), sacrílego] y el pecador?

(1P 4:19) De modo que los que sufren [padecen] según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.

Los ancianos deben apacentar la grey de Dios
(1P 5:1) Ruego a los ancianos «que están» entre ustedes, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:

(1P 5:2) Apacienten la grey de Dios que está entre ustedes, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;

(1P 5:3) no como teniendo señorío sobre los que están a su [de ustedes] cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.

(1P 5:4) Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, ustedes recibirán la corona incorruptible de gloria.

Jóvenes, sujétense a los ancianos
(1P 5:5) Igualmente, jóvenes, estén sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revístanse de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.

(1P 5:6) Humíllense, por lo tanto, bajo la poderosa mano de Dios, para que él les exalte cuando fuere tiempo;

(1P 5:7) echando toda su [de ustedes] ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de ustedes.

(1P 5:8) Sean sobrios, y velen; porque su [de ustedes] adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;

(1P 5:9) al cual resistan firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en sus [de ustedes] hermanos en todo el mundo.

(1P 5:10) Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesús, el Cristo, después que hayan sufrido [padecido] un poco de tiempo, él mismo les perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.

(1P 5:11) A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Saludos finales
(1P 5:12) Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, les he escrito brevemente, amonestándoles, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual están.

(1P 5:13) La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con ustedes, y Marcos mi hijo, les saludan.

(1P 5:14) Salúdense unos a otros con beso [ósculo] de amor. Paz sea con todos ustedes los que están en Jesús, el Cristo. Amén.

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