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significados y conceptos.
ROMANOS
Saludos
(Ro 1:1) Pablo, esclavo de Jesús,,
el Cristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios,
(Ro 1:2) que él había prometido
antes por sus profetas en las santas
Escrituras,
(Ro 1:3) acerca de su Hijo, nuestro
Señor Jesús, el Cristo, que era del linaje de David según la carne,
(Ro 1:4) que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección
de entre los muertos,
(Ro 1:5) y por quien recibimos la
gracia y el apostolado, para la obediencia
a la fe en todas las naciones por amor
de su nombre;
(Ro 1:6) entre las cuales están
también ustedes, llamados a ser de Jesús, el Cristo;
(Ro 1:7) a todos los que están en
Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a ustedes, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesús, el
Cristo.
Deseo de
Pablo por viajar a Roma
(Ro 1:8) Primeramente doy gracias a
mi Dios mediante Jesús, el Cristo «con respecto a todos» ustedes, de que su [de ustedes] fe se divulga por todo el mundo.
(Ro 1:9) Porque testigo me es Dios,
a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago
mención de ustedes siempre en mis oraciones,
(Ro 1:10) rogando que de alguna
manera «tenga al fin,» por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a ustedes.
(Ro 1:11) Porque deseo verles, para
comunicarles algún don espiritual, a fin de que sean confirmados;
(Ro 1:12) esto es, para ser
mutuamente confortados por la fe que
nos es común a ustedes y a mí.
(Ro 1:13) Pero no quiero, hermanos,
que ignoren que muchas veces me he propuesto ir a ustedes (pero hasta ahora he
sido estorbado), para tener también entre ustedes algún fruto, como entre los demás gentiles.
(Ro 1:14) A griegos y a no griegos,
a sabios y a no sabios soy deudor.
(Ro 1:15) Así que, en cuanto a mí,
pronto estoy a anunciarles el evangelio
también a ustedes que están en Roma.
El poder del
Evangelio
(Ro 1:16) Porque no me avergüenzo
del evangelio TM [de Cristo] porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
(Ro 1:17) Porque en ello [evangelio] la justicia de Dios se revela por fe y para fe,
como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá.
La
culpabilidad del hombre
(Ro 1:18) Porque la ira [furia] de Dios se revela desde el
cielo contra toda impiedad [falta de
reverencia y respeto] e injusticia de los
hombres que detienen con injusticia la verdad;
(Ro 1:19) porque lo que de Dios se
conoce les es manifiesto [dado a conocer], puesto que Dios se lo manifestó [dio a conocer].
(Ro 1:20) Porque las cosas
invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde
la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo
«que no tienen» excusa.
(Ro 1:21) Por lo tanto habiendo
conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que
se envanecieron en sus razonamientos, y su necio [ignorante, imprudente, irracional] corazón fue entenebrecido.
(Ro 1:22) Profesando ser sabios, se
hicieron necios [ignorantes, imprudentes, irracionales],
(Ro 1:23) y cambiaron la gloria del
Dios incorruptible en semejanza de imagen
de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
(Ro 1:24) Por lo cual también Dios
los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias
[deseos pasionales desordenados] de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos,
(Ro 1:25) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por
los siglos. Amén.
(Ro 1:26) Por esto Dios los entregó
a pasiones vergonzosas; puesto que aun sus mujeres cambiaron el uso
natural por el que es contra naturaleza,
(Ro 1:27) y de igual modo también
los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia [excitación, apetito desordenado por cosas
carnales] unos con otros, cometiendo
hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la
retribución debida a su extravío.
(Ro 1:28) Y como ellos no aprobaron
tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una
mente reprobada, para hacer
cosas que no convienen;
(Ro 1:29) «estando atestados» de toda injusticia,
fornicación [inmoralidad
sexual], perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios,
contiendas, engaños y malignidades;
(Ro 1:30) murmuradores, detractores,
«aborrecedores de Dios,» injuriosos, soberbios,
altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,
(Ro 1:31) necios [ignorantes,
imprudentes, irracionales], desleales, sin afecto
natural, implacables, sin misericordia;
(Ro 1:32) quienes habiendo entendido
el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también
se complacen con los que las practican.
El justo
juicio de Dios
(Ro 2:1) Por lo cual eres
inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que
juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
(Ro 2:2) Mas sabemos que el juicio
de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad.
(Ro 2:3) ¿Y piensas esto, oh
hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás
del juicio de Dios?
(Ro 2:4) ¿O desprecias las riquezas
de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía
al arrepentimiento?
(Ro 2:5) Pero por tu dureza y por
tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira [furia] para el día de la ira [furia] y de la revelación del
justo juicio de Dios,
(Ro 2:6) el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
(Ro 2:7) vida eterna a los que, perseverando en bien hacer,
buscan gloria y honra e inmortalidad,
(Ro 2:8) pero ira [furia] y enojo a los que son
contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la
injusticia;
(Ro 2:9) tribulación
y angustia sobre toda alma [ser] humana que hace lo malo,
el judío primeramente y también el griego,
(Ro 2:10) pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío
primeramente y también al griego;
(Ro 2:11) porque no hay acepción de
personas para con Dios.
(Ro 2:12) Porque todos los que sin ley han pecado,
sin ley también perecerán; y todos los
que bajo la ley han pecado, por la ley
serán juzgados;
(Ro 2:13) porque no son los oidores
de la ley los justos ante Dios, sino
los hacedores de la ley serán justificados.
(Ro 2:14) Porque cuando los gentiles
que no tienen ley, hacen por naturaleza
lo que es de la ley, éstos, aunque no
tengan ley, son ley para sí mismos,
(Ro 2:15) mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia,
y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,
(Ro 2:16) en el día en que Dios
juzgará por Jesús, el Cristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
Los judíos y
la ley
(Ro 2:17) «He aquí,» tú tienes el sobrenombre
de judío, y te apoyas en la ley, y te
glorías en Dios,
(Ro 2:18) y conoces su voluntad, e instruido por la ley
apruebas lo mejor,
(Ro 2:19) y confías en que eres guía
de los ciegos, luz de los que están en
tinieblas,
(Ro 2:20) instructor de los
indoctos, maestro de niños, que tienes
en la ley la forma de la ciencia y de la verdad.
(Ro 2:21) Tú, por lo tanto, que
enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de
robar [hurtar], ¿robas [hurtas]?
(Ro 2:22) Tú que dices que no se ha
de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los
ídolos, ¿cometes sacrilegio?
(Ro 2:23) Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?
(Ro 2:24) Porque como está escrito,
el nombre de Dios es injuriado [calumniado,
blasfemado] entre los gentiles por
causa de ustedes.
(Ro 2:25) Puesto que en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser
incircuncisión.
(Ro 2:26) Si, por lo tanto, el
incircunciso guardare las ordenanzas de la ley,
¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
(Ro 2:27) Y el que físicamente es
incircunciso, pero guarda perfectamente la ley,
te condenará a ti, que con la letra de la ley
y con la circuncisión eres transgresor de la ley.
(Ro 2:28) Puesto que no es judío el
que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en
la carne;
(Ro 2:29) sino que es judío el que
lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón,
en espíritu, no en letra; la alabanza
del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
(Ro 3:1) ¿Qué ventaja tiene, por lo
tanto, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión?
(Ro 3:2) Mucho, en todas maneras.
Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.
(Ro 3:3) ¿Pues qué, si algunos de
ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad (fe)
de Dios?
(Ro 3:4) De ninguna manera; antes
bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando
fueres juzgado.
(Ro 3:5) Y si nuestra injusticia
hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será
injusto Dios que da
castigo? (Hablo como hombre.)
(Ro 3:6) En ninguna manera; de otro
modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?
(Ro 3:7) Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como
pecador?
(Ro 3:8) ¿Y por qué no decir (como
se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es
justa, afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?
No hay justos
(Ro 3:9) ¿Qué, pues? ¿Somos
nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; puesto que ya hemos acusado a
judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.
(Ro 3:10) Como está escrito : No hay
justo, ni aun uno;
(Ro 3:11) No hay quien entienda, No
hay quien busque a Dios.
(Ro 3:12) Todos se desviaron, a una
se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
(Ro 3:13) Sepulcro abierto es su
garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo
de sus labios;
(Ro 3:14) Su boca está llena de
maldición y de amargura.
(Ro 3:15) Sus pies se apresuran para
derramar sangre;
(Ro 3:16) Quebranto y desventura hay
en sus caminos;
(Ro 3:17) Y no conocieron camino de paz.
(Ro 3:18) No hay temor de Dios
delante de sus ojos.
(Ro 3:19) Pero sabemos que todo lo
que la ley dice, lo dice a los que
están bajo la ley, para que toda boca
se cierre y todo el mundo quede bajo el
juicio de Dios;
(Ro 3:20) ya que por las obras de la
ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio
de la ley es el conocimiento del pecado.
La justicia
por medio de la fe
(Ro 3:21) Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado
la justicia de Dios, testificada por la ley
y por los profetas;
(Ro 3:22) la justicia de Dios por
medio de la fe en Jesús, el Cristo,
para todos TM [y sobre todos] los que creen en él. Porque no hay diferencia,
(Ro 3:23) por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios,
(Ro 3:24) siendo justificados gratuitamente por su gracia,
mediante la liberación [redención] que es en Cristo Jesús,
(Ro 3:25) a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar
su justicia, «a causa de» «haber pasado por alto,» en su paciencia, los pecados pasados,
(Ro 3:26) «con la mira de» manifestar en este tiempo
su justicia, «a fin de que» él sea el justo, y el que justifica
«al que es» de la fe de Jesús.
(Ro 3:27) ¿Dónde, por lo tanto, está
la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley?
¿Por la de las obras? No, sino por la ley
de la fe.
(Ro 3:28) Concluimos, por lo tanto,
que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
(Ro 3:29) ¿Es Dios solamente Dios de
los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los
gentiles.
(Ro 3:30) Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.
(Ro 3:31) ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.
El ejemplo de
Abraham
(Ro 4:1) ¿Qué, por lo tanto,
diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
(Ro 4:2) Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué
gloriarse, pero no para con Dios.
(Ro 4:3) Porque ¿qué dice la
Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
(Ro 4:4) Pero al que obra, no se le
cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
(Ro 4:5) mas al que no obra, sino
cree en aquel que justifica al impío [irreverente,
(sin piedad), sacrílego], su fe le es contada por justicia.
(Ro 4:6) Como también David habla
de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
(Ro 4:7) diciendo: Dichosos [afortunados, bienaventurados] aquellos cuyas iniquidades [maldades grandes, grandes injusticias, perversidades
extremas] son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.
(Ro 4:8) Dichoso [afortunado, bienaventurado] el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
(Ro 4:9) ¿Es, por lo tanto, esta
bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la
incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
(Ro 4:10) ¿Cómo, por lo tanto, le
fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la
circuncisión, sino en la incircuncisión.
(Ro 4:11) Y recibió la circuncisión
como señal, como sello de la justicia de la fe
que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes
no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por
justicia;
(Ro 4:12) y padre de la
circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que
también siguen las pisadas de la fe que
tuvo nuestro padre Abraham «antes de ser circuncidado.»
La promesa
por medio de la justicia de la fe
(Ro 4:13) Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la
promesa de que sería heredero del mundo,
sino por la justicia de la fe.
(Ro 4:14) Porque si los que son de
la ley son los herederos, vana resulta la fe,
y anulada la promesa.
(Ro 4:15) Puesto que la ley produce ira [furia]; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
(Ro 4:16) Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la
promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos
nosotros
(Ro 4:17) (como está escrito : Te he
puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.
(Ro 4:18) El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
(Ro 4:19) Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
(Ro 4:20) Tampoco dudó, por
incredulidad, de la promesa de Dios,
sino que se fortaleció en fe, dando
gloria a Dios,
(Ro 4:21) plenamente convencido de
que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido;
(Ro 4:22) por lo cual también su fe
le fue contada por justicia.
(Ro 4:23) Y no solamente con
respecto a él se escribió que le fue contada,
(Ro 4:24) sino también con respecto
a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que
levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro,
(Ro 4:25) el cual fue entregado por
nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
Los
beneficios de la fe
(Ro 5:1) Justificados, por lo tanto, por la fe, tenemos paz para
con Dios por medio de nuestro Señor Jesús, el Cristo;
(Ro 5:2) por quien también tenemos
entrada por la fe a esta gracia en la
cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza
de la gloria de Dios.
(Ro 5:3) Y no sólo esto, sino que
también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
(Ro 5:4) y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
(Ro 5:5) y la esperanza no avergüenza; porque el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Cristo murió
por nosotros
(Ro 5:6) Porque Cristo, cuando aún
éramos débiles, a su tiempo murió por
los impíos [irreverentes, (sin piedad), sacrílegos].
(Ro 5:7) Ciertamente, apenas morirá
alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
(Ro 5:8) Mas Dios muestra su amor
para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros.
(Ro 5:9) Puesto que mucho más,
estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvados de la ira [furia].
(Ro 5:10) Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvados por su vida.
(Ro 5:11) Y no sólo esto, sino que
también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesús, el Cristo, por quien
hemos recibido ahora la reconciliación.
Adán y Cristo
(Ro 5:12) Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado
la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron.
(Ro 5:13) Puesto que antes de la ley, había pecado
en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.
(Ro 5:14) No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los
que no pecaron a la manera de la
transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
(Ro 5:15) Pero el don no fue como la
transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos,
abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de
un hombre, Jesús, el Cristo.
(Ro 5:16) Y con el don no sucede
como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a
causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para
justificación.
(Ro 5:17) Pues si por la
transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesús, el Cristo,
los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
(Ro 5:18) Así que, como por la
transgresión de uno «vino la condenación» a todos los hombres, de la
misma manera por la justicia de uno «vino a todos» los hombres la justificación de
vida.
(Ro 5:19) Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos.
(Ro 5:20) Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
(Ro 5:21) para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesús,
el Cristo, Señor nuestro.
Muertos al
pecado
(Ro 6:1) ¿Qué, por lo tanto,
diremos? ¿Perseveraremos en el pecado
para que la gracia abunde?
(Ro 6:2) En ninguna manera. Porque
los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?
(Ro 6:3) ¿O no saben que todos los
que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
(Ro 6:4) Porque somos sepultados
juntamente con él para muerte por el
bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
(Ro 6:5) Porque si fuimos plantados
juntamente con él en la semejanza de su muerte,
«así también» lo seremos en la de su resurrección;
(Ro 6:6) sabiendo esto, que nuestro
viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado
sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
(Ro 6:7) Porque el que ha muerto,
ha sido justificado del pecado.
(Ro 6:8) Y si morimos con Cristo,
creemos que también viviremos con él;
(Ro 6:9) sabiendo que Cristo,
habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.
(Ro 6:10) Porque en cuanto murió, al
pecado murió una vez por todas; mas en
cuanto vive, para Dios vive.
(Ro 6:11) Así también ustedes
considérense muertos al pecado, pero
vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
(Ro 6:12) No reine, por lo tanto, el
pecado en su [de ustedes] cuerpo mortal, de modo que lo obedezcan en sus concupiscencias [deseos
pasionales desordenados];
(Ro 6:13) ni tampoco presenten sus [de ustedes] miembros al pecado
como instrumentos de iniquidad, sino preséntense ustedes mismos a Dios como
vivos de entre los muertos, y sus [de ustedes] miembros a Dios como instrumentos de justicia.
(Ro 6:14) Porque el pecado no se enseñoreará de ustedes; puesto
que no están bajo la ley, sino bajo la
gracia.
Esclavos de
la justicia
(Ro 6:15) ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
(Ro 6:16) ¿No saben que si se
someten a alguien como esclavos para obedecerle, son esclavos de aquel a quien
obedecen, sea del pecado para muerte, «o sea» de la obediencia para justicia?
(Ro 6:17) Pero gracias a Dios, que
aunque eran esclavos del pecado, han
obedecido de corazón a aquella forma de
doctrina a la cual fueron entregados;
(Ro 6:18) y libertados del pecado, vinieron a ser esclavos de la
justicia.
(Ro 6:19) Hablo como humano, por su [de ustedes] humana debilidad; que así como para iniquidad [maldad
grande, gran injusticia, perversidad extrema] presentaron sus [de ustedes] miembros para servir a la inmundicia y a la
iniquidad, así ahora para santificación
presenten sus [de ustedes] miembros para servir a la justicia.
(Ro 6:20) Porque cuando eran
esclavos del pecado, eran libres acerca
de la justicia.
(Ro 6:21) ¿Pero qué fruto tenían de «aquellas cosas» de las cuales ahora se
avergüenzan? Porque el fin de ellas es muerte.
(Ro 6:22) Mas ahora que han sido
libertados del pecado y hechos esclavos
de Dios, tienen por su [de ustedes] fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
(Ro 6:23) Porque la paga del pecado es muerte,
mas la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús Señor nuestro.
Analogía
tomada del matrimonio
(Ro 7:1) ¿Acaso ignoran, hermanos
(pues hablo con los que conocen la ley),
que la ley se enseñorea del hombre
entre tanto que éste vive?
(Ro 7:2) Porque la mujer casada
está sujeta por la ley al esposo
mientras éste vive; pero si el esposo muere, ella queda libre de la ley del esposo.
(Ro 7:3) Así que, si en vida del esposo se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero
si su esposo muriere, es libre de esa ley,
de tal manera que si se uniere a otro esposo, no será adúltera.
(Ro 7:4) Así también ustedes,
hermanos míos, han muerto a la ley
mediante el cuerpo de Cristo, para que
sean de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
(Ro 7:5) Porque mientras estábamos
en la carne, las pasiones pecaminosas que
eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para
muerte.
(Ro 7:6) Pero ahora estamos libres
de la ley, por haber muerto para
aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo
del Espíritu y no bajo el régimen viejo
de la letra.
El pecado que
mora en mí
(Ro 7:7) ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado?
En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado
sino por la ley; porque tampoco
conociera la codicia, si la ley no
dijera: No codiciarás.
(Ro 7:8) Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia;
porque sin la ley el pecado está muerto.
(Ro 7:9) Y yo sin la ley vivía en un tiempo;
pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.
(Ro 7:10) Y hallé que el mismo mandamiento «que era» para vida, a mí me resultó para muerte;
(Ro 7:11) porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por
él me mató.
(Ro 7:12) De modo que la ley a la verdad es
santa, y el mandamiento santo, justo y
bueno.
(Ro 7:13) ¿Luego lo que es bueno,
vino a ser muerte para mí? En ninguna
manera; sino que el pecado, para
mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de
que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.
(Ro 7:14) Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido
al pecado.
(Ro 7:15) Porque lo que hago, no lo
entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
(Ro 7:16) Y si lo que no quiero,
esto hago, apruebo que la ley es buena.
(Ro 7:17) De manera que ya no soy yo
quien hace aquello, sino el pecado que
mora en mí.
(Ro 7:18) Y yo sé que en mí, esto
es, en mi carne, no mora el bien;
porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
(Ro 7:19) Porque no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
(Ro 7:20) Y si hago lo que no
quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado
que mora en mí.
(Ro 7:21) Así que, queriendo yo
hacer el bien, hallo esta ley: que el
mal está en mí.
(Ro 7:22) Porque según el hombre
interior, me deleito en la ley de Dios;
(Ro 7:23) pero veo otra ley en mis miembros, que
se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado
que está en mis miembros.
(Ro 7:24) ¡Miserable de mí! ¿quién
me librará de este cuerpo de muerte?
(Ro 7:25) Gracias doy a Dios, por
Jesús, el Cristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley
de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Viviendo en
el Espíritu
(Ro 8:1) Ahora, por lo tanto,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
(Ro 8:2) Porque la ley del Espíritu
de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
(Ro 8:3) Porque lo que era
imposible para la ley, por cuanto era
débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza
de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne;
(Ro 8:4) para que la justicia de la
ley se cumpliese en nosotros, que no
andamos conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu.
(Ro 8:5) Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
(Ro 8:6) Porque el ocuparse de la carne es muerte,
pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
(Ro 8:7) Por cuanto los designios [intenciones, tendencias] de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley
de Dios, ni tampoco pueden;
(Ro 8:8) y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
(Ro 8:9) Mas ustedes no viven según
la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en ustedes. Y si alguno
no tiene el Espíritu de Cristo, no es
de él.
(Ro 8:10) Pero si Cristo está en
ustedes, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado,
mas el espíritu vive a causa de la
justicia.
(Ro 8:11) Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos
a Jesús mora en ustedes, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús
vivificará también sus [de ustedes] cuerpos mortales por su Espíritu
que mora en ustedes.
(Ro 8:12) Así que, hermanos,
deudores somos, no a la carne, para que
vivamos conforme a la carne;
(Ro 8:13) porque si viven conforme a la carne,
morirán; mas si por el Espíritu hacen
morir las obras de la carne, vivirán.
(Ro 8:14) Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos
son hijos de Dios.
(Ro 8:15) Puesto que no han recibido
el espíritu de esclavitud para estar
otra vez en temor, sino que han recibido el espíritu
de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
(Ro 8:16) El Espíritu mismo da testimonio
a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios.
(Ro 8:17) Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios y coherederos con Cristo, si es
que sufrimos [padecemos] juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
(Ro 8:18) Pues tengo por cierto que
las aflicciones del tiempo presente no
son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
(Ro 8:19) Porque el anhelo ardiente
de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
(Ro 8:20) Porque la creación fue sujetada a vanidad [cosas sin
sentido, inutilidad, (ilusiones)], no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
(Ro 8:21) porque también la creación misma será libertada de la
esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
(Ro 8:22) Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con
dolores de parto hasta ahora;
(Ro 8:23) y no sólo ella, sino que
también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos,
esperando la adopción, la liberación [redención] de nuestro cuerpo.
(Ro 8:24) Porque en esperanza fuimos salvados; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué
esperarlo?
(Ro 8:25) Pero si esperamos lo que
no vemos, con paciencia lo aguardamos.
(Ro 8:26) Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene,
no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos
indecibles.
(Ro 8:27) Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,
porque conforme a la voluntad de
Dios intercede por los santos.
Más que
vencedores
(Ro 8:28) Y sabemos que a los que
aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
(Ro 8:29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó [eligió con anticipación] para que fuesen hechos conformes a la imagen de su
Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos.
(Ro 8:30) Y a los que predestinó [eligió con anticipación], a éstos también llamó; y a los
que llamó, a éstos también justificó; y
a los que justificó, a éstos también
glorificó.
(Ro 8:31) ¿Qué, por lo tanto,
diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
(Ro 8:32) El que no escatimó ni a su
propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también
con él todas las cosas TM [gratuitamente]?
(Ro 8:33) ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
(Ro 8:34) ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que
además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
(Ro 8:35) ¿Quién nos separará del
amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
(Ro 8:36) Como está escrito : Por
causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
(Ro 8:37) Antes, en todas estas
cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
(Ro 8:38) Por lo cual estoy seguro
de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni
lo por venir,
(Ro 8:39) ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro.
La elección
de Israel
(Ro 9:1) Verdad
digo en Cristo, no miento, y mi conciencia
me da testimonio en el Espíritu Santo,
(Ro 9:2) que tengo gran tristeza y
continuo dolor en mi corazón.
(Ro 9:3) Porque deseara yo mismo
ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis
parientes según la carne;
(Ro 9:4) que son Israelitas, «de los cuales» son la adopción, la
gloria, el pacto, la promulgación de la
ley, el culto y las promesas;
(Ro 9:5) de quienes son los
patriarcas, y de los cuales, según la carne,
vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos.
Amén.
(Ro 9:6) No que la palabra de Dios
haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son Israelitas,
(Ro 9:7) ni por ser descendientes
de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.
(Ro 9:8) Esto es: No los que son
hijos según la carne son los hijos de
Dios, sino que los que son hijos según la promesa
son contados como descendientes.
(Ro 9:9) Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
(Ro 9:10) Y no sólo esto, sino
también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre
(Ro 9:11) (puesto que no habían aún
nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a
la elección permaneciese, no por las obras sino por el
que llama),
(Ro 9:12) se le dijo : El mayor
servirá al menor.
(Ro 9:13) Como está escrito: A Jacob
amé, mas a Esaú aborrecí.
(Ro 9:14) ¿Qué, por lo tanto,
diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.
(Ro 9:15) Pues a Moisés dice: Tendré
misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me
compadezca.
(Ro 9:16) Así que no depende
del que quiere, ni del que
corre, sino de Dios que tiene misericordia.
(Ro 9:17) Porque la Escritura dice a
Faraón : Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para
que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
(Ro 9:18) De manera que de quien
quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer,
endurece.
(Ro 9:19) Pero me dirás: ¿Por qué,
por lo tanto, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?
(Ro 9:20) Mas antes, oh hombre,
¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo
formó: ¿Por qué me has hecho así?
(Ro 9:21) ¿O no tiene potestad el
alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro
para deshonra?
(Ro 9:22) ¿Y qué, si Dios, queriendo
mostrar su ira [furia] y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira [furia] preparados para
destrucción,
(Ro 9:23) y para hacer notorias las
riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de
antemano para gloria,
(Ro 9:24) a los cuales también ha
llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los
gentiles?
(Ro 9:25) Como también en Oseas
dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.
(Ro 9:26) Y en el lugar donde se les
dijo: Ustedes no son pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.
(Ro 9:27) También Isaías clama
tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del
mar, tan sólo el remanente será salvado;
(Ro 9:28) porque el Señor ejecutará
su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud.
(Ro 9:29) Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos
hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra
seríamos semejantes.
La justicia
que es por fe
(Ro 9:30) ¿Qué, por lo tanto,
diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la
justicia, es decir, la justicia que es por fe;
(Ro 9:31) mas Israel, que iba tras
una ley de justicia, no la alcanzó.
(Ro 9:32) ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, puesto que tropezaron en la piedra de
tropiezo,
(Ro 9:33) como está escrito: He aquí
pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no
será avergonzado.
(Ro 10:1) Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón,
y mi oración a Dios por Israel, es para
salvación.
(Ro 10:2) Porque yo les doy testimonio de
que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.
(Ro 10:3) Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya
propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;
(Ro 10:4) porque el fin de la ley es
Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
(Ro 10:5) Porque de la justicia que es por la ley
Moisés escribe así : El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.
(Ro 10:6) Pero la justicia que es por la fe
dice así: No digas en tu corazón:
¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);
(Ro 10:7) o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a
Cristo de entre los muertos).
(Ro 10:8) Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la declaración, en
tu boca y en tu corazón. Esta es la declaración de fe que
predicamos:
(Ro 10:9) que si confesares con tu boca
que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón
que Dios le levantó de los muertos, serás salvado.
(Ro 10:10) Porque con el corazón se cree
para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
(Ro 10:11) Puesto que la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado.
(Ro 10:12) Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es
Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;
(Ro 10:13) porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvado.
(Ro 10:14) ¿Cómo, por lo tanto, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han escuchado? ¿Y cómo oirán sin haber quien
les predique?
(Ro 10:15) ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán
hermosos son los pies de los que anuncian la paz,
de los que anuncian buenas nuevas!
(Ro 10:16) Mas no todos obedecieron al evangelio;
puesto que Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
(Ro 10:17) Así que la fe es por el oír, y
el oír, por la declaración de Dios.
(Ro 10:18) Pero digo: ¿No han escuchado? Antes bien, Por toda la tierra ha salido
la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus declaraciones.
(Ro 10:19) También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo
les provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato les
provocaré a ira [furia].
(Ro 10:20) E Isaías dice resueltamente: Fui hallado «de los que» no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí.
(Ro 10:21) Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo
rebelde y contradictor.
El remanente
de Israel
(Ro 11:1) Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque
también yo soy Israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de
Benjamín.
(Ro 11:2) No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no
saben qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel,
diciendo:
(Ro 11:3) Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo
yo he quedado, y procuran mi vida
(Ro 11:4) Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil
hombres, que no han doblado la rodilla
delante de Baal.
(Ro 11:5) Así también aun en este tiempo
ha quedado un remanente escogido por gracia.
(Ro 11:6) Y si por gracia, «ya no» es por obras; «de otra manera» la gracia «ya no» es gracia. Y si por obras, «ya no» es gracia; «de otra manera» la obra «ya no» es obra.
(Ro 11:7) ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás
fueron endurecidos;
(Ro 11:8) como está escrito: Dios les dio espíritu
de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no escuchen, hasta el día de
hoy.
(Ro 11:9) Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, En tropezadero
y en retribución;
(Ro 11:10) Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y agóbiales la espalda para
siempre.
La Salvación
de los gentiles
(Ro 11:11) Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna
manera; pero por su transgresión vino la salvación
a los gentiles, para provocarles a celos.
(Ro 11:12) Y si su transgresión es la riqueza del mundo,
y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?
(Ro 11:13) Porque a ustedes hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los
gentiles, honro mi ministerio,
(Ro 11:14) por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.
(Ro 11:15) Porque si su exclusión es la reconciliación
del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?
(Ro 11:16) Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la
raíz es santa, también lo son las ramas.
(Ro 11:17) Puesto que si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo
olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho
participante de la raíz y de la rica savia del olivo,
(Ro 11:18) no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú
a la raíz, sino la raíz a ti.
(Ro 11:19) Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.
(Ro 11:20) Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino
teme.
(Ro 11:21) Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te
perdonará.
(Ro 11:22) Mira, por lo tanto, la bondad y la severidad de Dios; la severidad
ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera
tú también serás cortado.
(Ro 11:23) Y aun ellos, si no permanecieren
en incredulidad, serán injertados, puesto que poderoso es Dios para volverlos a
injertar.
(Ro 11:24) Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre,
y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que
son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
La
restauración de Israel
(Ro 11:25) Porque no quiero, hermanos, que ignoren este misterio, para que no sean arrogantes en cuanto a ustedes
mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya
entrado la plenitud de los gentiles;
(Ro 11:26) y luego todo Israel será salvado, como está escrito: Vendrá de Sion el
Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.
(Ro 11:27) Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados.
(Ro 11:28) Así que en cuanto al evangelio,
son enemigos por causa de ustedes; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.
(Ro 11:29) Porque irrevocables son los dones y el llamamiento [reclutamiento] de Dios.
(Ro 11:30) Pues como ustedes también en otro tiempo
eran desobedientes a Dios, pero ahora han alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,
(Ro 11:31) así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la
misericordia concedida a ustedes, ellos también alcancen misericordia.
(Ro 11:32) Porque Dios sujetó a todos en desobediencia,
para tener misericordia de todos.
(Ro 11:33) ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de
la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables
son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
(Ro 11:34) Porque ¿quién entendió la mente
del Señor? ¿O quién fue su consejero?
(Ro 11:35) ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?
(Ro 11:36) Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la
gloria por los siglos. Amén.
Actitudes y
obligaciones cristianas
(Ro 12:1) Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios, que
presenten sus [de ustedes] cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es su [de ustedes] culto racional.
(Ro 12:2) No se conformen a este siglo, sino transfórmense por
medio de la renovación de su [de ustedes] entendimiento, «para que» comprueben cuál sea la
buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
(Ro 12:3) Digo, por lo tanto, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre ustedes, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino
que piense de sí con cordura [sensatez, prudencia], conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
(Ro 12:4) Porque de la manera que en un cuerpo
tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,
(Ro 12:5) así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo
en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
(Ro 12:6) De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es
dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
(Ro 12:7) o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
(Ro 12:8) el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el
que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
(Ro 12:9) El amor sea sin fingimiento. Aborrezcan lo malo, sigan lo bueno.
(Ro 12:10) Ámense los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra,
prefiriéndose los unos a los otros.
(Ro 12:11) En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;
(Ro 12:12) gozosos en la esperanza;
sufridos en la tribulación; constantes en la oración;
(Ro 12:13) compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la
hospitalidad.
(Ro 12:14) Bendigan a los que les persiguen; bendigan, y no maldigan.
(Ro 12:15) Gócense con los que se gozan; lloren con los que lloran.
(Ro 12:16) Unánimes entre ustedes; no altivos, sino asociándose con los humildes.
No sean sabios en su [de ustedes] propia opinión.
(Ro 12:17) No paguen a nadie mal por mal; procuren lo bueno delante de todos los
hombres.
(Ro 12:18) Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todos los hombres.
(Ro 12:19) No se venguen ustedes mismos, amados míos, sino dejen lugar a la ira [furia] de Dios; porque escrito
está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
(Ro 12:20) Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed,
dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
(Ro 12:21) No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
(Ro 13:1) Sométase toda persona a las autoridades
superiores; porque no hay autoridad
sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
(Ro 13:2) De modo que quien se opone a la autoridad,
a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.
(Ro 13:3) Porque los magistrados no están para infundir temor «al que hace el bien,» sino al malo. ¿Quieres,
por lo tanto, no temer la autoridad?
Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella;
(Ro 13:4) porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, puesto que es servidor de Dios, vengador
para castigar al que hace lo malo.
(Ro 13:5) Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.
(Ro 13:6) Pues por esto pagan también los tributos, porque son servidores de Dios
que atienden continuamente a esto mismo.
(Ro 13:7) Paguen a todos lo que deben: al que tributo, tributo; al que impuesto,
impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.
(Ro 13:8) No deban a nadie nada, sino el amarse unos a otros; porque el que ama
al prójimo, ha cumplido la ley.
(Ro 13:9) Porque: No adulterarás, no matarás, no robarás [hurtarás], TR [no «dirás falso testimonio,» no codiciarás, y cualquier otro mandamiento,
en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
(Ro 13:10) El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
(Ro 13:11) Y esto, conociendo el tiempo,
que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de
nosotros nuestra salvación que cuando
creímos.
(Ro 13:12) La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, por lo tanto,
las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.
(Ro 13:13) Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no
en lujurias y lascivias [conductas libertinas y descaradas], no en contiendas y envidia,
(Ro 13:14) sino vístanse del Señor Jesús, el Cristo, y no provean para los deseos de la carne.
Reciban al
débil en la fe
(Ro 14:1) Reciban al débil en la fe, pero
no para contender sobre opiniones.
(Ro 14:2) Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, «que es débil,» come legumbres.
(Ro 14:3) El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue
al que come; porque Dios le ha recibido.
(Ro 14:4) ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está
en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle
estar firme.
(Ro 14:5) Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días.
Cada uno esté plenamente convencido en su propia
mente.
(Ro 14:6) «El que hace caso» del día, «lo hace» para el Señor; y «el que no hace caso» del día, para el Señor no
lo hace. «El que come,» para el Señor come, porque da gracias a Dios; y «el que no come,» para el Señor no come, y
da gracias a Dios.
(Ro 14:7) Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
(Ro 14:8) Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor
morimos. Así por lo tanto, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
(Ro 14:9) Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser
Señor así «de los muertos» como «de los que viven.»
(Ro 14:10) Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de
Cristo.
(Ro 14:11) Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará
toda rodilla, Y toda lengua confesará a
Dios.
(Ro 14:12) De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
(Ro 14:13) Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien
decidan no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.
(Ro 14:14) Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas
para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es.
(Ro 14:15) Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel
por quien Cristo murió.
(Ro 14:16) No sea, por lo tanto, vituperado [calumniado, blasfemado] su [de ustedes] bien;
(Ro 14:17) porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
(Ro 14:18) Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por
los hombres.
(Ro 14:19) Así que, sigamos lo que contribuye a la paz
y a la «mutua» edificación.
(Ro 14:20) No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas de
hecho son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que
come.
(Ro 14:21) Bueno es «no comer» carne, ni beber vino, ni nada
en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.
(Ro 14:22) ¿Tienes tú fe? Tenla para
contigo delante de Dios. Dichoso [afortunado,
bienaventurado] el que no se condena a sí
mismo en lo que aprueba.
(Ro 14:23) Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con
fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.
(Ro 15:1) Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los
débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.
(Ro 15:2) Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.
(Ro 15:3) Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está
escrito: Los vituperios [deshonras mediante falsas acusaciones] de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.
(Ro 15:4) Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se
escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras,
tengamos esperanza.
(Ro 15:5) Pero el Dios de la paciencia y de la consolación les dé entre ustedes
un mismo sentir según Cristo Jesús,
(Ro 15:6) para que unánimes, a una voz, glorifiquen al Dios y Padre de nuestro
Señor Jesús, el Cristo.
El evangelio
a los gentiles
(Ro 15:7) Por tanto, recíbanse los unos a los otros, como también Cristo nos
recibió, para gloria de Dios.
(Ro 15:8) Pues les digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión
para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres,
(Ro 15:9) y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como
está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, Y cantaré a tu
nombre.
(Ro 15:10) Y otra vez dice: Alégrense, gentiles, con su pueblo.
(Ro 15:11) Y otra vez: Alaben al Señor todos los gentiles, Y magnifíquenle todos
los pueblos.
(Ro 15:12) Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que se levantará a
regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él.
(Ro 15:13) Y el Dios de esperanza les
llene de todo gozo y paz en el creer,
para que abunden en esperanza por el
poder del Espíritu Santo.
(Ro 15:14) Pero estoy seguro de ustedes, hermanos míos, de que ustedes mismos
están llenos de bondad, llenos de todo conocimiento,
de tal manera que pueden amonestarse los unos a los otros.
(Ro 15:15) Mas les he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para
hacerles recordar, por la gracia que de Dios me es dada
(Ro 15:16) para ser ministro de Jesús, el Cristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le
sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu
Santo.
(Ro 15:17) Tengo, por lo tanto, «de qué gloriarme» en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere.
(Ro 15:18) Porque no osaría hablar sino «de lo» que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,
(Ro 15:19) con potencia de señales y maravillas [prodigios, cosas extraordinarias], en el poder del Espíritu de
Dios; de modo que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo
he llenado del evangelio de Cristo.
(Ro 15:20) Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio,
no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre
fundamento ajeno,
(Ro 15:21) sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado
acerca de él, verán; Y los que nunca han escuchado de él, entenderán.
Pablo se
propone ir a Roma
(Ro 15:22) Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a ustedes.
(Ro 15:23) Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando «desde hace» muchos años ir a ustedes,
(Ro 15:24) cuando vaya a España, iré a ustedes; porque espero verles al pasar, y
ser encaminado allá por ustedes, una vez que haya gozado con ustedes.
(Ro 15:25) Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos.
(Ro 15:26) Porque Macedonia y Acaya «tuvieron a bien» hacer una colecta para los pobres que hay «entre los santos» «que están» en «Jerusalén.»
(Ro 15:27) Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles
han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos
ministrarles de los materiales.
(Ro 15:28) Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre ustedes rumbo a España.
(Ro 15:29) Y sé que cuando vaya a ustedes, llegaré con abundancia de la bendición
del evangelio de Cristo.
(Ro 15:30) Pero les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesús, el Cristo y por el
amor del Espíritu, que me ayuden orando
por mí a Dios,
(Ro 15:31) para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que mi
servicio a los santos en Jerusalén sea acepta;
(Ro 15:32) para que con gozo llegue a ustedes por la voluntad de
Dios, y que sea recreado juntamente con ustedes.
(Ro 15:33) Y el Dios de paz sea con todos
ustedes. Amén.
Saludos
personales
(Ro 16:1) les recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea;
(Ro 16:2) que la reciban en el Señor, como es digno de los santos, y que la
ayuden en cualquier cosa en que necesite de ustedes; porque ella ha ayudado a
muchos, y a mí mismo.
(Ro 16:3) Saluden a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús,
(Ro 16:4) que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo
doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles.
(Ro 16:5) Saluden también a la iglesia de su casa. Saluden a
Epeneto, amado mío, que es el primer fruto
de Acaya para Cristo.
(Ro 16:6) Saluden a María, la cual ha trabajado mucho entre ustedes.
(Ro 16:7) Saluden a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de
prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también
fueron antes de mí en Cristo.
(Ro 16:8) Saluden a Amplias, amado mío en el Señor.
(Ro 16:9) Saluden a Urbano, nuestro colaborador en Cristo Jesús, y a Estaquis,
amado mío.
(Ro 16:10) Saluden a Apeles, aprobado en Cristo. Saluden a los de la casa de
Aristóbulo.
(Ro 16:11) Saluden a Herodión, mi pariente. Saluden a los de la casa de Narciso,
los cuales están en el Señor.
(Ro 16:12) Saluden a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saluden
a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor.
(Ro 16:13) Saluden a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía.
(Ro 16:14) Saluden a Asíncrito, a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y a los
hermanos que están con ellos.
(Ro 16:15) Saluden a Filólogo, a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a
todos los santos que están con ellos.
(Ro 16:16) Salúdense los unos a los otros con beso [ósculo] santo. les saludan las iglesias de Cristo.
(Ro 16:17) Mas les ruego, hermanos, que se fijen en los que causan divisiones y
tropiezos en contra de la doctrina que
ustedes han aprendido, y que se aparten de ellos.
(Ro 16:18) Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesús, el Cristo, sino
a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas [bendiciones] engañan los corazones de los ingenuos.
(Ro 16:19) Porque su [de ustedes] obediencia ha venido a ser
notoria a todos, así que me gozo de ustedes; pero quiero que sean sabios para
el bien, e ingenuos para el mal.
(Ro 16:20) Y el Dios de paz aplastará en
breve a Satanás bajo sus [de ustedes] pies. La gracia de nuestro Señor «Jesús,, el Cristo» sea con ustedes.
(Ro 16:21) les saludan Timoteo mi colaborador, y Lucio, Jasón y Sosípater, mis
parientes.
(Ro 16:22) Yo Tercio, que escribí la epístola, les saludo en el Señor.
(Ro 16:23) les saluda Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia.
les saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto.
(Ro 16:24) La gracia de nuestro Señor «Jesús, el Cristo» sea con todos ustedes. Amén.
La gloria sea
a Dios
(Ro 16:25) Y al que puede confirmarles según mi evangelio
y la predicación de Jesús, el Cristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos
eternos,
(Ro 16:26) pero que ha sido manifestado [dado a conocer] ahora, y que por las
Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a
conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe,
(Ro 16:27) al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesús, el Cristo para
siempre. Amén. TR [Fue escrita de Corinto a los Romanos, enviada por medio de Febe,
diaconisa de la iglesia de Cencreas]