Referencias para la lectura:
- Texto
ajustado al Texto Mayoritario y actualizado al español latino.
- Ubicación
visual de vocablos claves resaltados en colores.
- Sinónimos
de palabras claves entre corchetes [color
bordó]
- Vocablos
del Texto Mayoritario que forman
parte del texto bíblico. Señaladas entre corchetes TM [color azul].
- Variantes
del Textus Receptus que no forman
parte del Texto Mayoritario. Señaladas entre corchetes TR [color rojo]
Algunos vocablos han retenido su valor de traducción original
del griego koiné.
Para complementar su lectura considere el uso de un diccionario
Hebreo – Español para el AT, y un diccionario Griego – Español para el NT.
Para un estudio exhaustivo, recomendamos utilizar RVIC Reina Valera Independiente
Codificada con diccionarios léxicos para una ampliación de
significados y conceptos.
HEBREOS
Dios ha
hablado por su Hijo
(He 1:1) Dios, habiendo hablado
muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo
a los padres por los profetas,
(He 1:2) en estos últimos [postreros, siguientes] días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo los tiempos [los siglos, las edades];
(He 1:3) el cual, siendo el
resplandor de su gloria, y la imagen
misma de su sustancia, y quien sustenta
todas las cosas con la declaración de su poder, habiendo
efectuado la purificación de nuestros pecados «por medio de sí mismo,» se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
(He 1:4) hecho tanto superior a los
ángeles, cuanto heredó más excelente
nombre que ellos.
El Hijo es
superior a los ángeles
(He 1:5) Porque ¿a cuál de los
ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez:
Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?
(He 1:6) Y otra vez, cuando
introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de
Dios.
(He 1:7) Ciertamente de los ángeles
dice: El que hace a sus ángeles espíritus,
Y a sus ministros llama de fuego.
(He 1:8) Mas del Hijo dice: Tu
trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu
reino.
(He 1:9) Has amado la justicia, y
aborrecido la iniquidad [maldad grande, gran injusticia, perversidad
extrema], Por lo cual te ungió
Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
(He 1:10) Y: Tú, oh Señor, en el
principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos.
(He 1:11) Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como
una vestidura,
(He 1:12) Y como un vestido los
envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán.
(He 1:13) Por lo tanto, ¿a cuál de
los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies?
(He 1:14) ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para
servicio a favor de los que serán herederos
de la salvación?
No
descuidemos una Salvación tan grande
(He 2:1) «Por tanto,» es necesario que con más
diligencia atendamos «a las cosas que hemos escuchado,» no sea que nos deslicemos.
(He 2:2) Porque si la palabra dicha
por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
(He 2:3) ¿cómo escaparemos
nosotros, si descuidamos una salvación
tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue
confirmada por los que oyeron,
(He 2:4) testificando Dios
juntamente con ellos, con señales y maravillas [prodigios, cosas extraordinarias] y diversos milagros [poderes] y repartimientos del Espíritu
Santo según su voluntad.
El Hijo es el
autor de la Salvación
(He 2:5) Porque no sujetó a los
ángeles el mundo venidero, acerca del
cual estamos hablando;
(He 2:6) pero alguien testificó en
cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el
hijo del hombre, para que le visites?
(He 2:7) Le hiciste un poco menor
que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, TR [Y le pusiste sobre las obras de tus manos;]
(He 2:8) Todo lo sujetaste bajo sus
pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a
él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
(He 2:9) Pero vemos a aquel que fue
hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a
causa del padecimiento de la muerte,
para que por la gracia de Dios gustase la muerte
por todos.
(He 2:10) Porque convenía a aquel
por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que
habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al
autor de la salvación de ellos.
(He 2:11) Porque el que santifica y
los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de
llamarlos hermanos,
(He 2:12) diciendo: Anunciaré a mis
hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré.
(He 2:13) Y otra vez: Yo confiaré en
él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
(He 2:14) Así que, por cuanto los
hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al
que tenía el imperio de la muerte, esto
es, al diablo,
(He 2:15) y librar a todos los que
por el temor de la muerte estaban
durante toda la vida sujetos a servidumbre.
(He 2:16) Porque ciertamente no
socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.
(He 2:17) Por lo cual debía ser en
todo semejante
a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que
a Dios se refiere, para expiar los pecados
del pueblo.
(He 2:18) Pues en cuanto él mismo
sufrió [padeció] siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
Jesús es
superior a Moisés
(He 3:1) Por tanto, hermanos
santos, participantes del llamamiento [reclutamiento] celestial, consideren al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión,
Cristo Jesús;
(He 3:2) el cual es fiel al que le
constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa «de Dios.»
(He 3:3) Porque de tanto mayor
gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa
el que la hizo.
(He 3:4) Porque toda casa es hecha
por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios.
(He 3:5) Y Moisés de hecho fue fiel
en toda la casa «de Dios,» como siervo, para testimonio de
lo que se iba a decir;
(He 3:6) pero Cristo como hijo
sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la
confianza y el gloriarnos en la esperanza.
El reposo del
pueblo de Dios
(He 3:7) Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyeren hoy su voz,
(He 3:8) No endurezcan sus [de ustedes] corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el
desierto,
(He 3:9) Donde me tentaron sus [de ustedes] padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta
años.
(He 3:10) A causa de lo cual me
disgusté contra esa generación, Y dije:
Siempre andan vagando en su corazón, Y
no han conocido mis caminos.
(He 3:11) Por tanto, juré en mi ira [furia]: No entrarán en mi reposo.
(He 3:12) Vean, hermanos, que no
haya en ninguno de ustedes corazón malo
de incredulidad para apartarse del Dios vivo;
(He 3:13) antes exhórtense los unos
a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de ustedes
se endurezca por el engaño del pecado.
(He 3:14) Porque somos hechos
participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra
confianza del principio,
(He 3:15) entre tanto que se dice:
Si oyeren hoy su voz, No endurezcan sus [de ustedes] corazones, como en la provocación.
(He 3:16) ¿Quiénes fueron los que,
habiendo escuchado, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto
por mano de Moisés?
(He 3:17) ¿Y con quiénes estuvo él
disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos
cayeron en el desierto?
(He 3:18) ¿Y a quiénes juró que no
entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?
(He 3:19) Y vemos que no pudieron
entrar a causa de incredulidad.
(He 4:1) Temamos, por lo tanto, no
sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de
ustedes parezca no haberlo alcanzado.
(He 4:2) Porque también a nosotros
se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír
la palabra, por no ir acompañada de fe
en los que la oyeron.
(He 4:3) Pero los que hemos creído
entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira [furia], No entrarán en mi reposo;
aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
(He 4:4) Porque en cierto lugar
dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día.
(He 4:5) Y otra vez aquí: No
entrarán en mi reposo.
(He 4:6) Por lo tanto, puesto que
falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la
buena nueva no entraron por causa de desobediencia,
(He 4:7) otra vez determina un día:
Hoy, diciendo después de tanto tiempo,
por medio de David, como se dijo: Si oyeren hoy su voz, No endurezcan sus [de ustedes] corazones.
(He 4:8) Porque si Josué les
hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día.
(He 4:9) Por tanto, queda un reposo
para el pueblo de Dios.
(He 4:10) Porque el que ha entrado
en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
(He 4:11) Procuremos, por lo tanto,
entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo
de desobediencia.
(He 4:12) Porque la palabra de Dios
es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las coyunturas [articulaciones] y los tuétanos [médula], y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
(He 4:13) Y no hay cosa creada que
no sea manifiesta en su presencia;
antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a
quien tenemos que dar cuenta.
Jesús es el
Gran Sumo Sacerdote
(He 4:14) Por tanto, teniendo un
gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos
nuestra profesión.
(He 4:15) Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
(He 4:16) Acerquémonos, por lo
tanto, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro.
El Sacerdocio
de Cristo Jesús según el orden de Melquisedec
(He 5:1) Porque todo sumo sacerdote
tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a
Dios se refiere, para que presente dádivas y sacrificios por los pecados;
(He 5:2) para que se muestre
paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado
de debilidad;
(He 5:3) y por causa de ella debe
ofrecer por los pecados, tanto por sí
mismo como también por el pueblo.
(He 5:4) Y nadie toma para sí esta
honra, sino «el que es llamado» por Dios, como lo fue Aarón.
(He 5:5) Así tampoco Cristo se
glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi
Hijo, Yo te he engendrado hoy.
(He 5:6) Como también dice en otro
lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.
(He 5:7) Y Cristo, en los días de
su carne, ofreciendo ruegos y súplicas
con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue escuchado a causa de su temor reverente.
(He 5:8) Y aunque era Hijo, por lo
que sufrió [padeció] aprendió la obediencia;
(He 5:9) y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna
salvación para todos los que le
obedecen;
(He 5:10) y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
(He 5:11) Acerca de esto tenemos
mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto se han hecho tardos para
oír.
Advertencia
contra la apostasía
(He 5:12) Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tienen necesidad de que se les vuelva
a enseñar cuáles son los primeros rudimentos
de las palabras de Dios; y han llegado a ser tales que tienen necesidad de
leche, y no de alimento sólido.
(He 5:13) Y todo aquel que participa
de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;
(He 5:14) pero el alimento sólido es
para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos
ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Vamos
adelante a la perfección
(He 6:1) Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando
otra vez el fundamento del arrepentimiento
de obras muertas, de la fe en Dios,
(He 6:2) de la doctrina de bautismos, de la imposición de
manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.
(He 6:3) Y esto haremos, si Dios en
verdad lo permite.
Los
reprobados
(He 6:4) Porque es imposible que
los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos
partícipes del Espíritu Santo,
(He 6:5) y asimismo gustaron de la
buena declaración de Dios y los poderes del siglo venidero,
(He 6:6) y recayeron, sean otra vez
renovados para arrepentimiento,
crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio
[deshonra
mediante falsa acusación].
(He 6:7) Porque la tierra que bebe
la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a
aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios;
(He 6:8) pero la que produce espinos
y abrojos es reprobada, está próxima a
ser maldecida, y su fin es «el ser quemada.»
(He 6:9) Pero en cuanto a ustedes,
oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.
(He 6:10) Porque Dios no es injusto
para olvidar su [de ustedes] obra y el trabajo de amor que han mostrado hacia su nombre, habiendo
servido a los santos y sirviéndoles aún.
(He 6:11) Pero deseamos que cada uno
de ustedes muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza,
(He 6:12) a fin de que no se hagan
perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe
y la paciencia heredan las promesas.
La
inmutabilidad de la promesa
(He 6:13) Porque cuando Dios hizo la
promesa a Abraham, no pudiendo jurar
por otro mayor, juró por sí mismo,
(He 6:14) diciendo: «De cierto» te bendeciré con
abundancia y te multiplicaré grandemente.
(He 6:15) Y habiendo esperado con
paciencia, alcanzó la promesa.
(He 6:16) Porque los hombres
ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda
controversia es el juramento para confirmación.
(He 6:17) Por lo cual, queriendo
Dios mostrar más abundantemente a los herederos
de la promesa la inmutabilidad de su
consejo, interpuso juramento;
(He 6:18) para que por dos cosas
inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo
consuelo «los que hemos acudido» para asirnos de la esperanza
puesta delante de nosotros.
(He 6:19) La cual tenemos como
segura y firme ancla del alma,
y que penetra hasta dentro del velo,
(He 6:20) donde Jesús entró por
nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
El sacerdocio
de Melquisedec
(He 7:1) Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios
Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de
los reyes, y le bendijo,
(He 7:2) a quien asimismo dio
Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de
justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz;
(He 7:3) sin padre, sin madre, sin
genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida,
sino hecho semejante
al Hijo de Dios, permanece sacerdote
para siempre.
(He 7:4) Consideren, por lo tanto,
cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.
(He 7:5) Ciertamente los que de
entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos
también hayan salido de los lomos de Abraham.
(He 7:6) Pero aquel cuya genealogía
no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que
tenía las promesas.
(He 7:7) Y sin discusión alguna, el
menor es bendecido por el mayor.
(He 7:8) Y aquí ciertamente reciben
los diezmos hombres mortales; pero
allí, «uno de quien se da testimonio» de que vive.
(He 7:9) Y por decirlo así, en
Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;
(He 7:10) porque aún estaba en los
lomos de su padre cuando Melquisedec le
salió al encuentro.
(He 7:11) Si, por lo tanto, la
perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo
la ley), ¿qué necesidad habría aún de
que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?
(He 7:12) Porque cambiado el
sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley;
(He 7:13) y aquel de quien se dice
esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.
(He 7:14) Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la
tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
(He 7:15) Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto,
(He 7:16) no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino
según el poder de una vida indestructible.
(He 7:17) Puesto que se da testimonio de él : Tú eres sacerdote para
siempre, Según el orden de Melquisedec.
Ineficacia
del Antiguo Pacto
(He 7:18) Queda, por lo tanto,
abrogado el mandamiento anterior a
causa de su debilidad e ineficacia
(He 7:19) (puesto que nada
perfeccionó la ley), y de la
introducción de una mejor esperanza,
por la cual nos acercamos a Dios.
(He 7:20) Y esto no «fue hecho» sin juramento;
(He 7:21) porque los otros
ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento
del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote «para siempre,» Según el orden de Melquisedec.
Jesús fiador
de un mejor Pacto
(He 7:22) Por tanto, Jesús es hecho
fiador de un mejor pacto.
(He 7:23) Y los otros sacerdotes
llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte
no podían continuar;
(He 7:24) mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio
inmutable;
(He 7:25) por lo cual puede también
salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos.
(He 7:26) Porque tal sumo sacerdote
nos convenía: santo, inocente, sin mancha,
apartado de los pecadores, y hecho más
sublime que los cielos;
(He 7:27) que no tiene necesidad
cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por
sus propios pecados, y luego por los
del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
(He 7:28) Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles
hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.
Jesús el
mediador de un Nuevo Pacto
(He 8:1) Ahora bien, el punto
principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual
se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,
(He 8:2) ministro del santuario, y
de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor,
y no el hombre.
(He 8:3) Porque todo sumo sacerdote
está constituido para presentar dádivas y sacrificios; por lo cual es necesario
que también éste tenga algo que ofrecer.
(He 8:4) Así que, si estuviese
sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que
presentan las dádivas según la ley;
(He 8:5) los cuales sirven a lo que
es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés
cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.
(He 8:6) Pero ahora tanto mejor
ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
(He 8:7) Porque si aquel primero
hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el
segundo.
(He 8:8) Porque reprendiéndolos
dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de
Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;
(He 8:9) No como el pacto que hice con sus padres El día que los
tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
(He 8:10) Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después
de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes
en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por
Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo;
(He 8:11) Y ninguno enseñará a su
prójimo [conciudadano], Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me
conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos.
(He 8:12) Porque seré propicio a sus
injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados
y de sus iniquidades [maldades grandes, grandes injusticias, perversidades
extremas].
(He 8:13) Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que
se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
El fin del
Antiguo Pacto
(He 9:1) Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.
(He 9:2) Porque el tabernáculo
estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el
candelabro, la mesa y los panes de la proposición.
(He 9:3) Tras el segundo velo
estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,
(He 9:4) el cual tenía un
incensario de oro y el arca del pacto
cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía
el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;
(He 9:5) y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio;
de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.
(He 9:6) Y así dispuestas estas
cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente
para cumplir los oficios del culto;
(He 9:7) pero en la segunda parte,
sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
(He 9:8) dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no
se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo
estuviese en pie.
(He 9:9) Lo cual es símbolo para el
tiempo presente, según el cual se
presentan dádivas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto,
(He 9:10) ya que consiste sólo de
comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
(He 9:11) Pero estando ya presente
Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,
(He 9:12) y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino
por su propia sangre, entró una vez
para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna liberación [redención,
rescate].
(He 9:13) Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos,
y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,
(He 9:14) ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin
mancha a Dios, limpiará sus [de ustedes] conciencias de obras muertas
para que sirvan al Dios vivo?
(He 9:15) Así que, por eso es
mediador de un nuevo pacto, para que
interviniendo muerte para la liberación
[redención, remisión] de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa
de la herencia eterna.
(He 9:16) Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.
(He 9:17) Porque el testamento con la muerte se
confirma; puesto que no es válido entre tanto que el testador vive.
(He 9:18) De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.
(He 9:19) Porque habiendo anunciado
Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos
cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,
(He 9:20) diciendo: Esta es la sangre del pacto
que Dios les ha mandado.
(He 9:21) Y además de esto, roció
también con la sangre el tabernáculo y
todos los vasos del ministerio.
(He 9:22) Y casi todo es purificado,
según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
El sacrificio
de Cristo quita el pecado
(He 9:23) Fue, por lo tanto,
necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero
las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.
(He 9:24) Porque no entró Cristo en
el santuario hecho de mano, figura del verdadero,
sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
(He 9:25) y no para ofrecerse muchas
veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
(He 9:26) De otra manera le hubiera
sido necesario sufrir [padecer] muchas veces desde el principio del mundo;
pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre
por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
(He 9:27) Y de la manera que está
establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el
juicio,
(He 9:28) así también Cristo fue
ofrecido una sola vez para llevar los pecados
de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
(He 10:1) Porque la ley, teniendo la
sombra de los bienes venideros, no la imagen
misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen
continuamente cada año, hacer perfectos a los
que se acercan.
(He 10:2) De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.
(He 10:3) Pero en estos sacrificios cada año se hace
memoria de los pecados;
(He 10:4) porque la sangre de los toros y
de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
(He 10:5) Por lo cual, entrando en el mundo
dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo.
(He 10:6) Holocaustos y expiaciones por el pecado
no te agradaron.
(He 10:7) Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro
está escrito de mí.
(He 10:8) Diciendo primero : Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por
el pecado no quisiste, ni te agradaron
(las cuales cosas se ofrecen según la ley),
(He 10:9) y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.
(He 10:10) En esa voluntad somos santificados mediante la
ofrenda del cuerpo de Jesús, el Cristo hecha una vez para siempre.
(He 10:11) Y ciertamente todo sacerdote está «día tras día» ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca
pueden quitar los pecados;
(He 10:12) pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio
por los pecados, se ha sentado a la
diestra de Dios,
(He 10:13) de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por
estrado de sus pies;
(He 10:14) porque con una sola ofrenda hizo perfectos para
siempre a los santificados.
(He 10:15) Y nos atestigua lo mismo el Espíritu
Santo; porque después «de haber dicho:»
(He 10:16) Este es el pacto que haré con
ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré,
(He 10:17) añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados
y transgresiones.
(He 10:18) Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
(He 10:19) Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo
por la sangre de Jesús, el Cristo,
(He 10:20) por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es,
de su carne,
(He 10:21) y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
(He 10:22) acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia,
y lavados los cuerpos con agua pura.
(He 10:23) Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
(He 10:24) Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas
obras;
(He 10:25) no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más,
cuanto ven que aquel día se acerca.
Advertencia
al que peca deliberadamente
(He 10:26) Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad,
ya no queda más sacrificio por los pecados,
(He 10:27) sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de
devorar a los adversarios.
(He 10:28) El que viola la ley de Moisés,
por el testimonio de dos o de tres
testigos muere irremisiblemente.
(He 10:29) ¿Cuánto mayor castigo piensan que merecerá el
que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la
cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu
de gracia?
(He 10:30) Puesto que conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago,
dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
(He 10:31) ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
(He 10:32) Pero traigan a la memoria los días pasados, en los cuales, después de
haber sido iluminados, sostuvieron gran combate de padecimientos;
(He 10:33) por una parte, ciertamente, con vituperios [deshonras mediante falsas acusaciones] y tribulaciones fueron hechos espectáculo; y por otra, llegaron a ser
compañeros de los que estaban en una situación semejante.
(He 10:34) Porque TM [de mis prisiones] también se compadecieron, y el despojo de sus [de ustedes] bienes sufrieron con gozo, sabiendo que tienen en ustedes una mejor y
perdurable herencia en los cielos.
(He 10:35) No pierdan, por lo tanto, su [de ustedes] confianza, que tiene grande galardón;
(He 10:36) porque les es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengan la promesa.
(He 10:37) Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
(He 10:38) Mas el justo vivirá por fe; Y
si retrocediere, no agradará a mi alma.
(He 10:39) Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de
los que tienen fe para preservación del
alma.
La fe
(He 11:1) Es, por lo tanto, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción
[firme argumento irrefutable] de lo que no se ve.
(He 11:2) Porque por ella alcanzaron buen testimonio
los antiguos.
(He 11:3) Por la fe entendemos haber sido
constituido el universo por la declaración de Dios, de modo que «lo que se ve» fue hecho de lo que no se
veía.
(He 11:4) Por la fe Abel ofreció a Dios
más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus dádivas; y muerto, aún habla por ella.
(He 11:5) Por la fe Enoc fue traspuesto
para no ver muerte, y no fue hallado,
porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
(He 11:6) Pero sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan.
(He 11:7) Por la fe Noé, cuando fue
advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el
arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero
de la justicia que viene por la fe.
(He 11:8) Por la fe Abraham, siendo
llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y
salió sin saber a dónde iba.
(He 11:9) Por la fe habitó como
extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, habitando [residiendo, morando] en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos
de la misma promesa;
(He 11:10) porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios.
(He 11:11) Por la fe también la misma
Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y «dio a luz aun» fuera del tiempo de la edad,
porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
(He 11:12) Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las
estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que «está a» la orilla del mar.
(He 11:13) Conforme a la fe
murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, TR [y creyéndolo,] y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
(He 11:14) Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una
patria;
(He 11:15) pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron,
ciertamente tenían tiempo de volver.
(He 11:16) Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se
avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
(He 11:17) Por la fe Abraham, cuando fue
probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
(He 11:18) habiéndosele dicho : En Isaac te será llamada descendencia;
(He 11:19) pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos,
de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
(He 11:20) Por la fe bendijo Isaac a Jacob
y a Esaú respecto a cosas venideras.
(He 11:21) Por la fe Jacob, al morir,
bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su
bordón.
(He 11:22) Por la fe José, al morir,
mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento
acerca de sus huesos.
(He 11:23) Por la fe Moisés, cuando nació,
fue escondido por sus padres por tres meses,
porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
(He 11:24) Por la fe Moisés, hecho ya
grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
(He 11:25) escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado,
(He 11:26) teniendo por mayores riquezas el vituperio [deshonra mediante falsa acusación] de Cristo que los tesoros «de los egipcios;» porque «tenía puesta la mirada» en el galardón.
(He 11:27) Por la fe dejó a Egipto, no
temiendo la ira [furia] del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
(He 11:28) Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre,
para que el que destruía a los primogénitos
no los tocase a ellos.
(He 11:29) Por la fe pasaron el Mar Rojo
como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron
ahogados.
(He 11:30) Por la fe cayeron los muros de
Jericó después de rodearlos siete días.
(He 11:31) Por la fe Rahab la ramera no
pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
(He 11:32) ¿Y qué más digo? Porque el tiempo
me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así
como de Samuel y de los profetas;
(He 11:33) que por fe conquistaron reinos,
hicieron justicia, alcanzaron promesas,
taparon bocas de leones,
(He 11:34) apagaron fuegos impetuosos [poderosos], evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron
fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
(He 11:35) Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el
rescate [liberación], a fin de obtener mejor resurrección.
(He 11:36) Otros experimentaron vituperios [deshonras mediante falsas acusaciones] y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
(He 11:37) Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos
a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y
de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
(He 11:38) de los cuales el mundo no era
digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las
cavernas de la tierra.
(He 11:39) Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio
mediante la fe, no recibieron lo
prometido;
(He 11:40) proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen
ellos perfeccionados aparte de nosotros.
Puesto los
ojos en Jesús
(He 12:1) Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado
que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
(He 12:2) puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador
de la fe, el cual por el gozo puesto
delante de él sufrió la cruz,
despreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
(He 12:3) Consideren a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que su [de ustedes] ánimo no se canse hasta desmayar.
(He 12:4) Porque aún no han resistido hasta la sangre,
combatiendo contra el pecado;
(He 12:5) y han ya olvidado la exhortación que como a hijos se les dirige,
diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina [entrenamiento, educación] del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
(He 12:6) Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe
por hijo.
(He 12:7) Si soportan la disciplina [entrenamiento,
educación], Dios les trata como a
hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
(He 12:8) Pero si se les deja sin disciplina [entrenamiento, educación], de la cual todos han sido participantes, entonces son bastardos, y no
hijos.
(He 12:9) Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos
disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre
de los espíritus, y viviremos?
(He 12:10) Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos
les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de
su santidad.
(He 12:11) Es verdad que ninguna disciplina [entrenamiento, educación] al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da
fruto apacible de justicia a los que en
ella han sido ejercitados.
Los que
rechazan la gracia de Dios
(He 12:12) Por lo cual, levanten las manos caídas y las rodillas paralizadas;
(He 12:13) y hagan sendas derechas para sus [de ustedes] pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.
(He 12:14) Sigan la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
(He 12:15) Vean bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que
brotando alguna raíz de amargura, les estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
(He 12:16) no sea que haya algún fornicario [inmoral sexual], o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.
(He 12:17) Porque ya saben que aun después, deseando heredar
la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con
lágrimas.
(He 12:18) Porque no se han acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en
fuego, a la oscuridad, «a las tinieblas» y a la tempestad,
(He 12:19) al sonido de la trompeta, y a la voz que declaraba, la
cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
(He 12:20) porque no podían soportar «lo que se ordenaba:» Si aun una bestia tocare el monte, será
apedreada, TR [o pasada con dardo;]
(He 12:21) y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y
temblando;
(He 12:22) sino que se han acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo,
Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
(He 12:23) a la congregación TM [e Iglesia] de los primogénitos
que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
(He 12:24) a Jesús el Mediador del nuevo pacto,
y a la sangre rociada que habla mejor
que la de Abel.
(He 12:25) Vean que no desechen al que habla. Porque si no escaparon aquellos que
desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si
desecháremos al que amonesta desde los cielos.
(He 12:26) La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido,
diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el
cielo.
(He 12:27) Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles,
como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.
(He 12:28) Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud,
y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
(He 12:29) porque nuestro Dios es fuego consumidor.
Deberes
cristianos
(He 13:1) Permanezca el amor fraternal.
(He 13:2) No se olviden de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo,
hospedaron ángeles.
(He 13:3) Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos juntamente con
ellos; y de los maltratados, como que también ustedes mismos están en el cuerpo.
(He 13:4) Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los
fornicarios [inmorales
sexuales] y a los adúlteros los
juzgará Dios.
(He 13:5) Sean sus [de ustedes] costumbres sin avaricia,
contentos con lo que tienen ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te
dejaré;
(He 13:6) de modo que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no
temeré Lo que me pueda hacer el hombre.
(He 13:7) Acuérdense de sus [de ustedes] pastores, que les hablaron la palabra de Dios; consideren cuál haya
sido el resultado de su conducta, e imiten su fe.
(He 13:8) Jesús, el Cristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
(He 13:9) No se dejen llevar de doctrinas
diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a
«los que se han ocupado» de ellas.
(He 13:10) Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al
tabernáculo.
(He 13:11) Porque los cuerpos de aquellos
animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el
sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento.
(He 13:12) Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia
sangre, sufrió [padeció] fuera de la puerta.
(He 13:13) Salgamos, por lo tanto, a él, fuera del campamento, llevando su
vituperio [deshonra mediante falsa acusación];
(He 13:14) porque no tenemos aquí ciudad permanente,
sino que buscamos la por venir.
(He 13:15) Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de
alabanza, es decir, fruto de labios que
confiesan su nombre.
(He 13:16) Y de hacer bien y de la ayuda mutua no se olviden; porque de tales
sacrificios se agrada Dios.
(He 13:17) Obedezcan [sean persuadidos razonablemente] a sus [de ustedes] guías [pastores], y sujétense a ellos;
porque ellos velan por sus [de ustedes] almas, como quienes han de dar
cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no les es
provechoso.
(He 13:18) Oren por nosotros; puesto que
confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo.
(He 13:19) Y más les ruego que lo hagan así, para que yo les sea restituido más
pronto.
Bendición y
saludos finales
(He 13:20) Y el Dios de paz que resucitó
de los muertos a nuestro Señor «Jesús, el Cristo,» el gran pastor de las ovejas, por la sangre
del pacto eterno,
(He 13:21) les haga aptos en toda obra buena para que hagan su voluntad, haciendo él en ustedes lo que es agradable delante de él
por Jesús, el Cristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
(He 13:22) les ruego, hermanos, que soporten la palabra de exhortación, puesto que
les he escrito brevemente.
(He 13:23) Sepan que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con el cual, si
viniere pronto, iré a verles.
(He 13:24) Saluden a todos sus [de ustedes] pastores, y a todos los santos. Los de Italia les saludan.
(He 13:25) La gracia sea con todos ustedes. Amén.